tag:blogger.com,1999:blog-3527702482466442276.post7662505075012883385..comments2022-11-16T00:48:28.779-08:00Comments on Creo en la comunión de los santos: Lecturas en el ambon. Significa liturgia de la misaAdrianahttp://www.blogger.com/profile/06784326226583353875noreply@blogger.comBlogger3125tag:blogger.com,1999:blog-3527702482466442276.post-50757999501301707022009-11-11T13:12:57.151-08:002009-11-11T13:12:57.151-08:00Al hacer la oración de los fieles, hemos de ser mu...Al hacer la oración de los fieles, hemos de ser muy conscientes de que la eucaristía, la sangre de Cristo, se ofrece por los cristianos «y por todos los hombres, para el perdón de los pecados». La Iglesia, en efecto, es «sacramento universal de salvación», de tal modo que todos los hombres que alcanzan la salvación se salvan por la mediación de la Iglesia, que actúa sobre ellos inmediatamente -cuando son cristianos- o en una mediación a distancia, sólamente espiritual -cuando no son cristianos-. Es lo mismo que vemos en el evangelio, donde unas veces Cristo sanaba por contacto físico y otras veces a distancia. En todo caso, nadie sana de la enfermedad profunda del hombre, el pecado, si no es por la gracia de Cristo Salvador que, desde Pentecostés, «asocia siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia» (SC 7b), sin la que no hace nada.<br /><br />Según esto, la Iglesia, por su enseñanza y acción, y muy especialmente por la oración universal y el sacrificio eucarístico, sostiene continuamente al mundo, procurándole por Cristo incontables bienes materiales y espirituales, e impidiendo su total ruina. <br /><br />De esto tenían clara conciencia los cristianos primeros, con ser tan pocos y tan mal situados en el mundo de su tiempo. Es una firme convicción que se refleja, por ejemplo, en aquella Carta a Diogneto, hacia el año 200: «Lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo. El alma está esparcida por todos los miembros del cuerpo, y cristianos hay por todas las ciudades del mundo... La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido agravio alguno de ella, porque no le deja gozar de los placeres; a los cristianos los aborrece el mundo, sin haber recibido agravio de ellos, porque renuncian a los placeres... El alma está encerrada en el cuerpo, pero ella es la que mantiene unido al cuerpo; así los cristianos están detenidos en el mundo, como en una cárcel, pero ellos son los que mantienen la trabazón del mundo... Tal es el puesto que Dios les señaló, y no es lícito desertar de él» (VI,1-10).<br /><br />Pero a veces somos hombres de poca fe, y no pedimos. «No tenéis porque no pedís» (Sant 4,2). O si pedimos algo -por ejemplo, que termine el comunismo-, cuando Dios por fin nos concede que desaparezca de muchos países, fácilmente atribuímos el bien recibido a ciertas causas segundas -políticas, económicas, personales, etc.-, sin recordar que «todo buen don y toda dádiva perfecta viene de arriba, desciende del Padre de las luces» (Sant 1,17). Es indudable que, por ejemplo, las religiosas de clausura y los humildes feligreses de misa diaria contribuyen mucho más poderosamente al bien del mundo que todo el conjunto de prohombres y políticos que llenan las páginas de los periódicos y las pantallas de la televisión. Aquellos humildes creyentes son los que más influjo tienen en la marcha del mundo. Basta un poquito de fe para creerlo así.Adrianahttps://www.blogger.com/profile/06784326226583353875noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-3527702482466442276.post-53171281830249488652009-11-11T13:12:30.582-08:002009-11-11T13:12:30.582-08:00El Credo
El Credo es la respuesta más plena que e...El Credo<br /><br />El Credo es la respuesta más plena que el pueblo cristiano puede dar a la Palabra divina que ha recibido. Al mismo tiempo que profesión de fe, el Credo es una grandiosa oración, y así ha venido usándose en la piedad tradicional cristiana. Comienza confesando al Dios único, Padre creador; se extiende en la confesión de Jesucristo, su único Hijo, nuestro Salvador; declara, en fin, la fe en el Espíritu Santo, Señor y vivificador; y termina afirmando la fe en la Iglesia y la resurrección.<br />uede rezarse en su forma breve, que es el símbolo apostólico (del siglo III-IV), o en la fórmula más desarrollada, que procede de los Concilios niceno (325) y constan-tinopolitano (381).<br />La oración universal u oración de los fieles<br /><br />La liturgia de la Palabra termina con la oración de los fieles, también llamada oración universal, que el sacerdote preside, iniciándola y concluyéndola, en el ambón o en la sede. Ya San Pablo ordena que se hagan oraciones por todos los hombres, y concretamente por los que gobiernan, pues «Dios nuestro Salvador quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad» (1Tim 2,1-4). Y San Justino, hacia 153, describe en la eucaristía «plegarias comunes que con fervor hacemos por nosotros, por nuestros hermanos, y por todos los demás que se encuentran en cualquier lugar» (I Apología 67,4-5).<br />De este modo, «en la oración universal u oración de los fieles, el pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres. Conviene que esta oración se haga, normalmente, en las misas a las que asiste el pueblo, de modo que se eleven súplicas por la santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren algunas necesitades y por todos los hombres y la salvación de todo el mundo» (OGMR 45).Adrianahttps://www.blogger.com/profile/06784326226583353875noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-3527702482466442276.post-14840375003236036042009-11-11T13:11:07.208-08:002009-11-11T13:11:07.208-08:00Profeta, apóstol y evangelista
Los días feriales ...Profeta, apóstol y evangelista<br /><br />Los días feriales en la misa hay dos lecturas, pero cuando los domingos y otros días señalados hay tres, éstas corresponden a «el profeta, el apóstol y el evangelista», como se dice en expresión muy antigua. <br /><br />-El profeta, u otros libros del Antiguo Testamento, enciende una luz que irá creciendo hasta el Evangelio.<br /><br />En efecto, «muchas veces y en muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por ministerio de los profetas; últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo... el resplandor de su gloria, la imagen de su propio ser» (Heb 1,1-3). Es justamente en el Evangelio donde se cumple de modo perfecto lo que estaba escrito acerca de Cristo «en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos» (Lc 24,44; +25.27).<br /><br />-El apóstol nos trae la voz inspirada de los más íntimos discípulos del Maestro: Juan, Pedro, Pablo...<br /><br />-El salmo responsorial da una respuesta meditativa a la lectura -a la lectura primera, si hay dos-. La Iglesia, con todo cuidado, ha elegido ese salmo con una clara intención cristológica. Así es como fueron empleados los salmos frecuentemente en la predicación de los apóstoles (+Hch 1,20; 2,25-28.34-35; 4,25-26). Y ya en el siglo IV, en Roma, se usaba en la misa el salmo responsorial, como también el Aleluya -es decir, «alabad al Señor»-, que precede al Evangelio.<br /><br />-El Evangelio es el momento más alto de la liturgia de la Palabra. Ante los fieles congregados en la eucaristía, «Cristo hoy anuncia su Evangelio» (SC 33), y a veinte siglos de distancia histórica, podemos escuchar nosotros su palabra con la misma realidad que quienes le oyeron entonces en Palestina; aunque ahora, sin duda, con más luz y más ayuda del Espíritu Santo. El momento es, de suyo, muy solemne, y todas las palabras y gestos previstos están llenos de muy alta significación: <br /><br />«Mientras se entona el Aleluya u otro canto, el sacerdote, si se emplea el incienso, lo pone en el incensario. Luego, con las manos juntas e inclinado ante el altar, dice en secreto el Purifica mi corazón [y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio]. Después toma el libro de los evangelios, y precedido por los ministros, que pueden llevar el incienso y los candeleros, se acerca al ambón. Llegado al ambón, el sacerdote abre el libro y dice: El Señor esté con vosotros, y en seguida: Lectura del santo Evangelio, haciendo la cruz sobre el libro con el pulgar, y luego sobre su propia frente, boca y pecho. Luego, si se utiliza el incienso, inciensa el libro. Después de la aclamación del pueblo [Gloria a ti, Señor] proclama el evangelio, y, una vez terminada la lectura, besa el libro, diciendo en secreto: Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados. Después de la lectura del evangelio se hace la aclamación del pueblo», Gloria a ti, Señor Jesús (OGMR 93-95).<br /><br />-La homilía, que sigue a las lecturas de la Escritura, ya se hacía en la Sinagoga, como aquella que un sábado hizo Jesús en Nazaret (Lc 4,16-30). Y desde el principio se practicó también en la liturgia eucarística cristiana, como hacia el año 153 testifica San Justino (I Apología 67). La homilía, que está reservada al sacerdote o al diácono (OGMR 61; Código 767,1), y que «se hace en la sede o en el ambón» (OGMR 97), es el momento más alto en el ministerio de la predicación apostólica, y en ella se cumple especialmente la promesa del Señor: «El que os oye, me oye» (Lc 10,16).<br /><br />«La homilía es parte de la liturgia, y muy recomendada, pues es necesaria para alimentar la vida cristiana. Conviene que sea una explicación o de algún aspecto particular de las lecturas de la Sagrada Escritura, o de otro texto del Ordinario, o del Propio de la misa del día, teniendo siempre presente el misterio que se celebra y las particulares necesidades de los oyentes» (OGMR 41).<br /><br />-Un silencio, meditativo y orante, puede seguir a las lecturas y a la predicación.Adrianahttps://www.blogger.com/profile/06784326226583353875noreply@blogger.com