sábado, 1 de octubre de 2011

"La Florecita", "Santa Teresita de Lisieux" Doctora de la Iglesia




Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones).

«Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».

Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».

Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez.

Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.

8 comentarios:

  1. Teresita niñaDurante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».

    Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».

    En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».



    A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.

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  2. Solo quería hacerles una aclaración: la familia Martin tuvo nueve hijos. Así, Teresa era la última de nueve hermanos, de los cuales cuatro (dos niños y dos niñas) murieron antes de nacer Teresita. Por ello, con frecuencia habla de los "cuatro angelitos". Muy ilustrativo, al respecto, es la estampita que escribiera a Celina con motivo de la profesión monástica de ésta en 1896 (carta 185. También, en Historia de un Alma: "Creo ver a mi Madre del cielo salirme al encuentro con papá..., con mamá... y con los cuatro angelitos... Creo estar gozando, por fin, para siempre de la verdadera, de la única vida de
    familia..."

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  3. Hola gracias por tu aporte Anonimo. Que hermoso encontrarme con un devoto de Santa Teresita a quien amo con todo mi corazon. Si puedes me encantaria que sigas subiendo en esta entrada todo lo que sepas sobre la santa.
    un abrazo
    adri

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  4. Pensamientos de Santa Teresita del Niño Jesús

    No quiero ser santa a medias; no tengo miedo de sufrir por vos; tan solo temo una cosa: conservar mi propia voluntad; tomadla, pues "escojo lo que vos queréis".

    "El amor de Nuestro Señor revélase lo mismo en el alma más sencilla, que no opone ningún obstáculo a su gracia, que en la más sublime"

    "No llama el Señor a los que son dignos, sino a quienes le place"

    "El amor puede suplir una larga vida. Jesús no mira el tiempo, puesto que es eterno. Sólo atiende al amor".

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  5. EL CARD. MOREIRA NEVES, "POSTULADOR" DEL DOCTORADO DE TERESA
    El presidente de los obispos de Brasil explica la garra del mensaje de la santa normanda

    PARIS, 20 oct. 97 (ZENIT).-

    El gran «postulador» de la proclamación de santa Teresa de Lisieux como doctora de la Iglesia ha sido el cardenal Lucas Moreira Neves, presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil y arzobispo de Salvador de Bahía. Así lo ha confesado al diario parisino «La Croix», en una entrevista.

    «Hice todo lo que he podido para que el Santo Padre tomara esta decisión. De hecho, había escrito al Papa en 1993 —haciéndome portavoz de los trescientos obispos brasileños—, con el objetivo de pedir que Teresa del Niños Jesús y de la Santa Faz sea proclamada «doctora del amor», con el objetivo de que los cristianos del nuevo milenio se acerquen a ese amor como a un manantial».

    El cardenal Moreria Neves —quien asegura que «sus escritos me acompañan a todos los sitios»—, aclara que el testamento de Teresa «no es una doctrina académica, sino una doctrina de vida, una doctrina espiritual, un regreso al Evangelio».

    Al purpurado brasileño le llegó el «flechazo» por Teresita en un viaje que hizo a Lisieux en el cincuentenario de su muerte (1947). «Pude hablar con Céline y Pauline, las hermanas de Teresa. Aunque viva cien años no podré olvidar aquella media hora de intercambio profundo. Poco después, me enviaron un mensaje en el que me decían que confiaban mi ministerio futuro a "la santa más grande de los tiempos modernos", según la expresión del Pío X». El cardenal de San Salvador de Bahía, que en estos momentos está construyendo una «ciudad» para los niños de la calle, recuerda las palabras del Papa sucesivo, Pío XI, quien dijo que Teresa es «una palabra de Dios dirigida a nuestro siglo», a pesar de que este pontífice se opuso a su doctorado, objetando que era una mujer… Moreira Neves resume así el testamento de Teresa: «Su camino de confianza y de amor es una puerta abierta a una revolución divina que revela esta verdad fundamental: Dios es nuestro padre y nosotros somos sus hijos… Una mujer que habla de pequeñez y de infancia en un mundo borracho de grandeza y de poder; una monja que clama la esperanza, el amor, la gratitud, lo absoluto, en un mundo desengañado e incrédulo».
    ZE971020-3

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  6. TERESA DE LISIEUX, UN EJEMPLO PARA LOS JOVENES DE HOY
    Juan Pablo II se adentra en el seductor legado místico de la nueva doctora de la Iglesia

    CIUDAD DEL VATICANO, 20 oct. 97 (ZENIT).- Se podría decir que santa Teresa de Lisieux está batiendo todos los récords: primero fue proclamada patrona de las misiones (junto a san Francisco Javier), ayer fue declarada Doctora de la Iglesia, y hoy el Papa habló de ella como una especie de patrona de la juventud. De echo, no es casualidad que el pontífice diera la noticia de su doctorado durante las Jornadas Mundiales de la Juventud de París.

    «Creo que los jóvenes pueden encontrar efectivamente en ella una auténtica inspiradora para guiarles en la fe y en la vida eclesial, en una época en la que el camino puede estar lleno de pruebas y dudas», explicó el Santo Padre al recibir en audiencia a los peregrinos que habían venido a Roma para participar en la proclamación de la tercer mujer como doctora de la Iglesia universal «Teresa experimentó diferentes pruebas, pero recibió la fuerza para permanecer fiel y confiada».

    Karol Wojtyla sabe muy bien que las rosas con que se suele simbolizar la vida y el testimonio de la santa normanda están llenas de espinas. Teresa Martín experimentó eso que los místicos llaman «la noche de la fe», es decir, las dudas, el abandono total, la tentación de la desesperación. Por ello, explicó Juan Pablo II ella ahora «sostiene a sus hermanos y hermanas en todos los caminos del mundo».

    Los tremendos sufrimientos y dudas de esta muchacha aparecen la edición de las obras completas (1.600 páginas) de santa Teresa del Niño Jesús que acaba de editar la Librería Editora Vaticana. En esta magna obra editorial se recogen las tremendas palabras, pronunciadas el 30 de septiembre de 1897, poco antes de morir, minada por la tisis: «No puedo respirar, no puedo morir, no sabré nunca morir… sí, Dios mío, sí…».

    Hablando en castellano, el Papa resumió lo esencial de la aportación mística de Teresa. Lo hizo como si contara la trama de una película, con frases breves y directas. De hecho, la mística ha sido siempre la pasión de Juan Pablo II que hizo su tesis doctoral en teología sobre san Juan de la Cruz. «Partiendo del amor que la une a Cristo, comienza a identificarse con la Bien amada del Cantar de los Cantares: "llévame en pos de ti" —explicó el Papa—. Después comprende que, con ella, el Señor atrae la multitud de los hombres, puesto que su alma tiene un inmenso amor por ellos. "Todas las almas a quienes ama son arrastradas a seguirla". Con una maravillosa audacia y finura espiritual, Teresa se apropia de las palabras de Jesús después de la Cena, para decir que también ella entra a formar parte del gran movimiento por el que el Señor atrae a todos los hombres y los conduce al Padre: "Vuestras palabras, ¡oh Jesús!, son , por lo tanto, mías y puedo servirme de ellas para atraer sobre las almas, que están unidas a mí, los favores del Padre celeste"».
    ZE971020-2

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  7. En el corazón de la Iglesia yo seré el amor
    De la narración de la Vida de santa Teresa del Niño Jesús, virgen, escrita por ella misma

    Teniendo un deseo inmenso del martirio, acudí a las cartas de san Pablo, para tratar de hallar una respuesta. Mis ojos dieron casualmente con los capítulos doce y trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la Iglesia consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una respuesta bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis deseos y darme la paz.

    Continué leyendo sin desanimarme, y encontré esta consoladora exhortación: Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. El Apóstol, en efecto, hace notar cómo los mayores dones sin la caridad no son nada y cómo esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo seguro. Por fin había hallado la tranquilidad.

    Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido a mí misma en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno.

    Entonces, llena de una alegría desbordante, exclamé: «Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo, y mi deseo se verá colmado».

    Oración

    Oh Dios, que has preparado tu reino para los humildes y los sencillos, concédenos la gracia de seguir, confiadamente el camino de santa Teresa del Niño Jesús, para que nos sea revelada, por su intercesión, tu gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

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  8. Me ha interesado mucho vuestra página y aprovecho para recomendar las obras de un importante escritor, filósofo y sacerdote: Carlos Ros, quien ha escrito sobre San Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Teresa de Ávila, Ana de Jesús, Maria de San José, además de muchos títulos más.

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Querido hermano en Cristo espero tus palabras. Entre todos nos unimos en comunion de oracion.
Un abrazo