Amigos que pasan y dejan su huella aqui. Gracias por estar .Paz a tu corazon

Recuerda amigo cuando entras a la Casa de Dios pisas Tierra Sagrada.

La Casa de Dios es el lugar más Santo de todo el universo. Cada vez que entres ,recuerda que allí ,vive Jesús en el Sagrario y te espera con AMOR.

Vístete decorosamente, apaga tu celular y ten fe que todo lo que pidas, si eres respetuoso , piadoso en tus actitudes y posturas en el Templo, sera recibido por el Señor con agrado .

Y tu alma ya no será la misma.

Haz silencio. Busca cerrar tus ojos y quédate quieto. Dios esta en su Casa. El Amor puede hablarte íntimamente .

Mi deseo es que Dios se manifieste en ti.


Cristo Resucito, DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

lunes, 23 de noviembre de 2009

Las gradas. Un misterio se revela alli.


Tú las has subido innumerables veces al ir a la iglesia. ¿Pero también has advertido lo que en esos momentos sucedía en ti? Pues efectivamente algo ocurre en nosotros cuando las subimos; sólo que ello es tan sutil y silencioso que llega a ser apenas perceptible.

Un misterio se revela allí. Uno de aquellos acontecimientos que proceden de lo profundo de la naturaleza humana, incomprensible, que no se puede descifrar con el entendimiento y sin embargo lo comprende todo aquél que no está embotado.

Cuando subimos las gradas asciende no sólo el pie sino todo nuestro ser. También subimos espiritualmente. Y si lo hacemos con cuidado, en este caso presentimos un elevarse hacia aquello superior donde todo se mantiene grande y perfecto: hacia el cielo, donde Dios habita.

No obstante, igualmente se agita el misterio: ¿está, pues, Dios "arriba"? Sin embargo, ¡para Él no hay ni arriba ni abajo! Nos acercamos a Dios únicamente cuando nos volvemos puros, sinceros, mejores. Pero, ¿qué tiene que ver el llegar a ser mejor con el subir corporal? ¿Qué tiene que ver el ser puro con el estar en lo alto? Aquí no se puede explicar más nada. Lo bajo es, simplemente, por esencia, imagen de lo insignificante, de lo malo; lo alto, imagen de lo noble, de lo bueno. Cada elevarse habla del ascenso de nuestro ser hacia el "Altísimo", hacia Dios…

Por eso las gradas conducen desde la calle hasta la iglesia. Ellas dicen: tú subes hacia la casa de oración, te acercas a Dios. Desde la nave de la iglesia otras gradas conducen hacia el coro. Ellas dicen: ahora tú penetras en el Santísimo. Y por último, otras gradas hacen subir al altar. Ellas le dicen, a quien la sube, lo que un día Dios le dijo a Moisés en el monte orbe: "quítate las sandalias de los pies, pues el lugar que estás pisando es sagrado" (Ex 3,5). El altar es umbral de la eternidad.

¡Qué grande es esto! ¿No es verdad que ahora subirás las gradas sabiendo lo que haces, sabiendo que ello te eleva? ¿Dejarás abajo todo lo ordinario y subirás efectivamente "hacia lo alto"?

Pero aquí hay mucho para decir. Tiene que llegar a ser interiormente claro para ti, para que los "ascensos del Señor" se produzcan en ti. Eso es todo.

de "Los Signos Sagrados"
Romano Guardini

El cáliz


Una vez, hace ya muchos años, he descubierto el cáliz. En verdad yo ya había visto muchos de ellos, pero lo he "descubierto" aquella vez en Beuron, cuando el amable sacerdote que administraba la sacristía me mostró sus tesoros.

El cáliz tenía un pie ancho, el cual se apoyaba sólidamente sobre la base; muy esbelto se elevaba el tronco. Algo se destacaba en el medio, rigurosamente configurado: el capitel. En lo alto del tronco, allí donde un anillo esbelto recogía sus nobles fuerzas como en un postrer esfuerzo, surgía por todos lados un follaje delicado, y en éste descansaba la envoltura.

¡Cuán vivamente he sentido en aquel entonces la forma! El tronco esbelto asciende desde un fundamento profundo. De él ha surgido la figura que no es para otra cosa que para contener y ofrecer.

Venerable instrumento que resguarda en su fondo resplandeciente las gotas misteriosas, en las cuales se manifiesta el misterio del amor divino.

Entonces el pensamiento avanzaba. Pero no era ningún pensar, sino un contemplar o sentir: ¿no está aquí el todo, condensado en forma pequeña, concentrado en el corazón del hombre, cuyo sentido completo se encuentra –según las palabras de San Agustín- en que él "es capaz de contener a Dios"?.

de "Los Signos Sagrados"
Romano Guardini

La Señal de la Cruz

Tú haces la Señal de la Cruz; hazla correctamente. No un signo precipitado, deformado, que nadie sabe lo que significa sino una Señal de la Cruz bien hecha, lenta amplia, desde la frente al pecho, desde un hombro al otro. ¿Sientes cómo te envuelve completamente?

Concéntrate debidamente. Concentra todos tus pensamientos y todo tu ánimo en este signo: cómo va desde la frente al pecho, de hombro a hombro. Entonces sientes que te transforma completamente.

¿Por qué? Es el signo del Todo –y es el signo de la salvación. En la Cruz ha redimido nuestro Señor a todos los hombres, a la historia, al mundo. Por medio de la Cruz Él santifica al hombre, totalmente hasta la más íntima fibra de su ser. Por eso la hacemos antes de rezar, para que ella nos ordene y concentre, ponga pensamientos, corazón y voluntad en Dios. Después de la oración, para que permanezca en nosotros lo que Dios nos ha obsequiado. En la tentación, para que Él nos fortalezca. En el peligro, para que Él nos proteja. En la bendición, para que la plenitud de la vida de Dios penetre en el alma y en ella fecunde y consagre todo.

Piensa en esto cada vez que haces la Señal de la Cruz Es el signo sencillo, el signo de Cristo. Hazlo debidamente: lentamente, ampliamente, con esmero. Pues este signo envuelve todo tu ser, figura y alma, tus pensamientos y tu voluntad, sentido y ánimo, actividades, y en él todo esta fortalecido, delineado, consagrado en la fuerza de Cristo, en el nombre del Dios trinitario.

de "Los Signos Sagrados"
Romano Guardini

El lino.


Está extendido sobre el altar. Está colocado como "corporal", como paño corporal del Señor bajo el cáliz y la hostia. Cuando celebra el santo Sacrificio el sacerdote se reviste con él, con el "alba", "vestidura blanca". Cubre la mesa del Señor, en la que es presentado el pan divino.

Magnífico es el lino legítimo; puro, fino y consistente. Cuando está allí, extendido tan blanco y fresco, entonces pienso en un paseo invernal en el bosque. En una oportunidad fui hasta una ladera que estaba completamente cubierta por la nieve caída, inmaculada, entre abetos oscuros. No me atreví a pasar al otro lado con mis gruesos zapatos; lleno de respeto pasé a su alrededor… Así se encuentra extendido el lino para recibir lo santo.

Sobre el altar, donde es ofrecido el sacrificio divino, tiene que colocarse ante todo el lino. Ya se dijo cómo el altar –el lugar más sagrado en el santuario- se destacaba El altar externo es imagen de lo más íntimo en el hombre creyente, pero no una mera imagen. El altar visible evoca no sólo la disposición del corazón; la figura externa y la profundidad van juntas: son, de un modo misterioso, una sola cosa.

Por eso el lino nos habla tan intensamente. Sentimos que algo le responde en nuestro interior. Experimentamos una exigencia, un reproche, un anhelo. Sólo desde un corazón puro procede la ofrenda auténtica. El lino nos dice mucho sobre la pureza auténtica.

Fino y noble es el lino legítimo. Una naturaleza tosca no constituye de por sí nada puro. La pureza no tiene nada que ver con una conducta taciturna: su fuerza es fuerza de la delicadeza, su recato es noble… El lino genuino es consistente, no una telaraña vaporosa que se deshace ante cualquier soplo. Tampoco la verdadera pureza es una cosa enfermiza. No huye de la vida, sino que camina sin entusiasmarse por sueños falsos e ideales extravagantes. Tiene las mejillas rojas por la alegría de vivir y el puño firme por la lucha heroica… Y todavía algo más dice el lino al espíritu pensativo: aquél no era tan consistente y puro como lo es ahora aquí. En un principio era áspero y poco vistoso, tuvo que ser lavado muchas veces y blanqueado hasta que adquirió su frescura fragante. La pureza no existe desde los comienzos. Por cierto que ella es gracia. Hay hombres que la llevan en su alma como regalo, porque todo su ser tiene la vigorosa frescura de la más íntima castidad natural. Pero éstas son excepciones. Lo que generalmente se considera pureza es una cosa dudosa y significa solamente que todavía ninguna tormenta se ha desatado en ella. La verdadera pureza no se encuentra en el comienzo sino en el final.

En el Apocalipsis de San Juan se habla en una oportunidad de "una gran muchedumbre, suyo número nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, parada ante el trono y ante el Cordero y vestida con ropas blancas…". Alguien pregunta: "Estos, los que están vestidos con ropas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?". La respuesta fue: "Estos son los que vienen de la gran tribulación y han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios y le sirven día y noche" (7,9-15).

"Vísteme con una túnica blanca, Señor", reza el sacerdote cuando se pone el alba para celebrar el santo Sacrificio.

de "Los Signos Sagrados"
Romano Guardini

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Aqui estoy solo para Glorificar a Dios y hacerlo Amar.