Amigos que pasan y dejan su huella aqui. Gracias por estar .Paz a tu corazon

Recuerda amigo cuando entras a la Casa de Dios pisas Tierra Sagrada.

La Casa de Dios es el lugar más Santo de todo el universo. Cada vez que entres ,recuerda que allí ,vive Jesús en el Sagrario y te espera con AMOR.

Vístete decorosamente, apaga tu celular y ten fe que todo lo que pidas, si eres respetuoso , piadoso en tus actitudes y posturas en el Templo, sera recibido por el Señor con agrado .

Y tu alma ya no será la misma.

Haz silencio. Busca cerrar tus ojos y quédate quieto. Dios esta en su Casa. El Amor puede hablarte íntimamente .

Mi deseo es que Dios se manifieste en ti.


Cristo Resucito, DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

martes, 8 de junio de 2010

Se llama Juan...

La Comunidad del Cordero-Dominica, están presentes en Europa y en América Latina. Erigida el 6 de febrero de 1983 en Francia, reconocida el 16 de julio de 1983 por el Padre Vicent de Couesnongle OP. Maestro de la Órden de predicadores

Se llama Juan...
Se llama Juan...

Como podría llamarse, Ricardo, Javier o Luis. El nombre es lo de menos. Lo que importa es lo que hace… o lo que no hace, según del lado por el que se vea. Porque he encontrado a Juan junto con un amigo suyo, mendigando, pidiendo pan para comer. Serían como las dos de la tarde, en un caluroso día de verano por las calles de Roma, cuando las casas se cierran a cal y canto para defenderse del calor del mediodía. Y ahí estaba él. Joven y vigoroso, pero sin trabajo. Con posibilidades de tener una familia, pero permanecía soltero, por elección propia, según me dijo más adelante. Tenía los ademanes, la elegancia y la voz de un joven empresario, de un hombre de mundo, pero no era más que un mendigo.

Pensé decirle: “-Pero Juan… ¿por qué no trabajas? Y además… aquí en Europa. ¿Un pobre que pide de puerta en puerta el pan de cada día en Europa?” Este pensamiento hizo que me asaltara una duda terrible. No debería ser un pobre, sino un loco. Eran muchas contradicciones al mismo tiempo. No acaba de salir de esta inquietud cuando, alejándose un poco, lo oí hablar en perfecto francés con un hombre para pedirle autostop para Francia.

No me aguanté más y le pregunté:
-Dime, Juan, ¿quién eres?
-Soy un pobre.
-No estoy para bromas, Juan. ¿Quién eres?
-Soy un sacerdote de los Hermanitos del Cordero.
-¿Qué que? ¿Un sacerdote? ¡Eres un loco Juan! ¿Qué hace un sacerdote en medio de las calles, pidiendo autostop para Francia?¡Eres un loco, Juan! Si eres sacerdote porque no estás en la Iglesia, diciendo misa, rezando, dando catequesis a los niños, o cuidando a los enfermos. Hay muchas formas de ser sacerdote, pero no está de andar vagando por las calles. Vamos Juan… dime que no es cierto, que no eres un sacerdote.

Y fue así cómo Juan me comentó que él no está en oposición a lo que hace la Iglesia. Qué él ama a la Iglesia católica y quiere hacer lo mismo que hace la Iglesia. Que él va desde la Iglesia hasta las márgenes, hasta los pobres. Me dijo que esta pequeña fundación de los Hermanitos y las Hermanitas del Cordero nació en Francia en 1983 y ha ido desarrollándose a lo largo de estos años. Cuenta ya con un centenar de hermanitas y con 25 hermanitos, entre los cuales el hermano Juan es sacerdote. Lo que hacen es evangelizar a los pobres a través del testimonio de sus vidas y mendigando el pan casa por casa. Son estos encuentros con la gente los que les sirven para evangelizar.

-Juan… no te entiendo. ¿Quieres decirme que has dejado todo en tu vida para evangelizar a los pobres? ¿Y para eso te has hecho mendigo?

Me miró con sus ojos profundos, negros y me dijo:
-Me he hecho mendigo no sólo para evangelizar a los pobres. Si así lo hubiera hecho, estaría haciendo teatro o poniéndome un disfraz. No. Me he hecho pobre, a semejanza de Domingo y de Francisco, que se hicieron pobres para imitar a Cristo. La pobreza no es un método de evangelización. Es un signo profético de Dios. Él es el verdadero mendigo que golpea a las puertas de los corazones de los hombres para pedirles amor. Yo sólo soy un instrumento suyo. Yo le presto mis pies, para que Él camine las calles de las grandes ciudades. Le presto mis manos para que sean sus manos las que toquen las puertas de las casas y de los hombres. Le doy mis labios para que Él hable por mí. Le regalo mi hambre para que los hombres se compadezcan de Él.

-Y… ¿no los rechazan algunas veces?
-¿Quieres decir que nos cierran la puerta, o nos dicen que estamos locos, o que nos van a demandar con la policía? ¡Sí!
-¿Si? ¿Y lo dices así de tranquilo y de contento?
-Bueno, es que tú sabes… nos preparamos para este tipo de negativas. Durante la mañana tenemos grandes momentos de adoración, de contemplación. Así alimentamos y fortificamos nuestras almas, para luego salir a evangelizar. Cada encuentro en la calle, en la carretera es un encuentro providencial para poder evangelizar, para poder dar a conocer el Amor de Dios a los hombres. No nos preocupamos de las negativas. Quizás Dios se valga de ellas para abrir el corazón a tantos hombres.

-¿Quieres decir que dedicas mucho tiempo a la oración? ¿No te aburres?
-¡No, hombre! ¡Para nada! Porque la oración no es como tú la ves. No es simplemente un tomar fuerzas para luego enfrentarnos a las negativas de los hombres. Es escuchar la palabra de Dios, confrontar nuestra vida con la vida de Él, buscar su voluntad, mover nuestro corazón para cumplir su voluntad. ¡Es estar amando al Amado!

Y al hablar de la oración Juan se emocionaba. Lo podía ver y lo podía sentir. Sus ojos brillaban de felicidad, sus manos se movían pausadamente, enfatizando cada palabra y el tono de voz parecía envolverme sin yo darme cuenta. Al oírlo, me parecía escuchar a Domingo de Guzmán y al verlo mendigar, me recordaba tanto a Francisco de Asís, el juglar de Dios que bendecía a quienes le lanzaban una piedra y a quienes lo insultaban.

Quizás la situación externa de Europa había cambiado mucho: ya no eran caballos los que se veían en las aceras, sino coches. Los telares y las tierras de cultivo han dado origen a grandes industrias que llevan la economía del mundo y por las calles los escaparates dictan la moda y la vanidad. Pero el corazón de los europeos aún necesita ser evangelizado y Juan, junto con un puñado de valientes, ha elegido este camino.

De lejos me despedí de Juan y de su amigo, pues siempre van de dos en dos. ¿Quién sería el loco? ¿Yo o él?

Si quieres conocer más la vida de Juan, y te interesa ser un juglar de Dios en el siglo XXI, llama o escribe a Barcelona:

Hermanitas del Cordero
San Jaime C/Ferrán, 28
08002 Barcelona España
Teléfono + 93 317 09 37

La Comunidad del Cordero-Dominica, están presentes en Europa y en América Latina.
Erigida el 6 de febrero de 1983 en Francia, reconocida el 16 de julio de 1983 por el Padre Vicent de Couesnongle OP. Maestro de la Órden de predicadores.
Autor: German Sanchez Griese | Fuente: Catholic.net

domingo, 6 de junio de 2010

SE DEBEN SOPORTAR LAS TENTACIONES SIN TURBACIÓN Y CON ACCIÓN DE GRACIAS.SAN DOROTEO DE GAZA

Como ha dicho muy bien abba Poimén, el verdadero monje se da a conocer en las tentaciones. Como dice la Sabiduría, el monje que se compromete a servir a Dios debe prepararse para las tentaciones (Ecle 2, 1), a fin de que no se sorprenda ni perturbe por lo que pueda acontecerle, creyendo firmemente que todo aquello que le sucede responde a la Providencia de Dios. Y donde se encuentra la Providencia de Dios, todo lo que llega es necesariamente bueno y de provecho para el alma. Todo lo que Dios hace con nosotros lo hace para nuestro crecimiento, con amor y bondad para con nosotros. De esta manera, como dice el Apóstol: En todas las cosas debemos dar gracias (1 Ts 5, 18) por su bondad, y no descorazonarnos nunca ni desfallecer por lo que nos suceda, sino recibir sin perturbarnos todos los acontecimientos, con humildad y confianza en Dios, seguros, tal como he dicho, de que todo lo que Dios permite lo hace para nuestro bien, por amor a nosotros, y sea lo que fuere está bien hecho. Y las cosas nunca están bien hechas sino cuando Dios en su misericordia dispone de ellas.

139. Si una persona tiene un amigo y sabe que lo estima, seguramente si sufre algo de parte de él, aunque sea algo muy penoso, estar seguro de que lo hace porque lo quiere y no llegar a pensar nunca que se lo hace para dañarlo. ¡Cuánto más debemos considerar que todo lo que hace Dios, nuestro Creador, que nos sacó de la nada para darnos el ser, que se hizo hombre y murió por nosotros, lo hace por amor y para nuestro bien! Porque en lo que se refiere a un amigo, si bien puedo pensar que actúa con la intención de hacerme un bien, no necesariamente ha de tener suficiente inteligencia para ocuparse de mis intereses y de ese modo, aun sin quererlo, puede hacerme daño. Pero de Dios no podemos decir lo mismo, ya que él es la fuente de la sabiduría. El sabe todo lo que nos es provechoso, y en vista de eso regula todos nuestros acontecimientos, hasta el más mínimo. Respecto de un amigo, también podemos decir: me ama y quiere mi bien; es bien inteligente como para ocuparse de mis intereses, pero no tiene la fuerza necesaria para ayudarme en lo que él cree que puede. Pero eso tampoco podríamos decirlo de Dios, ya que todo le es posible y para él no hay nada imposible.

De este modo, sabemos que Dios ama a su creatura y quiere para ella lo que es bueno; El es también la fuente de la sabiduría y sabe cómo arreglar nuestras actividades; nada le es imposible porque todas las cosas están sometidas a su voluntad. Sabiendo entonces que todo lo que hace lo hace para nuestro provecho, debemos recibirlo como he dicho, con acción de gracias, como proveniente de un Maestro generoso y bueno, aunque sea algo penoso. Todo proviene de su justo juicio y Dios, que es tan misericordioso, no mira con indiferencia las penas que nos puedan sobrevenir.

140. Frecuentemente nos hacemos la siguiente pregunta: si en las adversidades el sufrimiento nos conduce a pecar, ¿cómo podremos decir que son para nuestro bien? Pues pecamos, en ese caso, cuando nos falta resignación y no queremos soportar lo más mínimo ni sufrir nada que nos contraríe. Porque en efecto, Dios no permite que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas, tal como dice el Apóstol: Dios es fiel y no permitir que seáis tentados más allá de lo que podáis soportar (1 Co 10, 13). Somos nosotros los que no tenemos paciencia, y no queremos sufrir un poco ni soportar lo que se nos manda con humildad. De esta manera las tentaciones nos quebrantar y cuanto más nos esforzamos por escapar de ellas, más nos abaten nos descorazonan, sin por eso poder librarnos de las mismas.

Los que nadan en el mar y conocen el arte de la natación, se sumergen cuando les llega la ola, y la pasan por debajo, hasta que se aleja. Después siguen nadando sin dificultad. Si quisieran enfrentar la ola, los chocaría y los llevaría a buena distancia. Al volver a nadar les viene otra ola y si se resisten nuevamente, otra vez serán llevados lejos y sólo lograrán fatigarse sin avanzar. En cambio si se sumergen bajo la ola, si se agachan por debajo de ella, la ola pasar sin arrastrarlos; podrán seguir nadando cuanto quieran y lograr la meta que quieren alcanzar. Lo mismo sucede con las tentaciones. Soportadas con humildad y paciencia, pasan sin hacer daño. Pero si insistimos en afligirnos, en alterarnos, en acusar a todo el mundo, sufrimos nosotros mismos, la tentación se transforma en insoportable, y finalmente no sólo no nos resulta de provecho, sino que nos hace daño.

141. Las tentaciones son muy provechosas para quien las soporta sin atormentarse. Incluso si es una pasión la que nos aflige, no debemos perturbarnos por ello. Si nos perturbamos se debe a nuestra ignorancia y a nuestro orgullo, lo cual es debido al desconocimiento del estado de nuestra alma, y al querer huir del sufrimiento. Como dicen los Padres: "Si no progresamos, se debe a que ignoramos nuestros límites, a que no tenemos constancia en las obras que comenzamos y a que queremos alcanzar la virtud sin ningún esfuerzo". ¿A qué se debe que el que está preso de una pasión se asombre de ser atormentado por ella? ¿Por qué se atormenta por un lado, mientras que por el otro la pone en práctica? ¿La tienes y te escandalizas? La tienes dentro y te dices: "¿Por qué me atormenta?". Mejor sopórtala, cómbatela e invoca a Dios. Es imposible no sufrir los efectos de una pasión cuando se ha llegado a ponerla en práctica. Abba Sisoes decía: "Los instrumentos de las pasiones están dentro tuyo. Devuélveles lo que les pertenece y se irán". Por "instrumentos" entendía sus causas. En tanto que las amamos y nos valemos de ellas es imposible que no seamos víctimas de pensamientos apasionados, que llegan incluso a violentar nuestra voluntad para poner en práctica la pasión, puesto que voluntariamente nos hemos entregado en sus manos.

142. Esto es lo que dice el Profeta acerca de Efraín, quien ha maltratado a su adversario, es decir a su conciencia, y ha pisoteado el juicio (Os 5, 11). Buscó a Egipto, dice, y ha sido llevado a la fuerza por los asirios (cf Os 7, 11). Por Egipto los Padres entienden el deseo carnal, que nos inclina a complacer al cuerpo y vuelve sensual al espíritu; y por asirios, los pensamientos apasionados, que ensucian y entenebrecen el espíritu, lo llenan de imágenes impuras y lo fuerzan contra su voluntad a cometer el pecado. Cuando uno se entrega deliberadamente a los placeres del cuerpo, ser necesariamente llevado a la fuerza por los asirios, aunque él no lo quiera, para servir a Nabucodonosor. Sabiendo eso, el Profeta desfallecía y decía: No vayáis a Egipto (Jr 42, 19). ¿Qué es lo que hacen, desdichados? ¡Humíllense un poco, doblen la cerviz, trabajen por el rey de Babilonia y permanezcan en la tierra de sus padres! Después los alentaba diciendo: No temáis al rey de Babilonia porque Dios está con nosotros para librarnos de sus manos (Jr 42, 11). Luego les anunciaba el mal que les llegaría si no obedecían a Dios: Si vais a Egipto será un callejón sin salida, seréis reducidos a esclavitud y objeto de maldiciones y ultrajes (cf. Jr 42,15-18). Pero ellos le respondieron: No nos quedaremos en este país. Iremos a Egipto, donde no habrá guerra, no oiremos más el sonido de la trompeta y no pasaremos más hambre (cf. Jr 42,13-14). Se fueron entonces a servir voluntariamente al Faraón, pero en seguida fueron llevado por la fuerza hacia Asiria, y pasaron a ser, a pesar suyo, sus esclavos.

143. Presten atención a estas palabras. Aquel que no ha puesto en práctica una pasión, aunque los pensamientos le hagan la guerra, se encuentra todavía en su propia ciudad, es libre y tiene a Dios para que lo ayude. Si se humilla ante Él y sobrelleva con acción de gracia el peso de la gravosa tentación, luchando un poco, el auxilio de Dios lo salvará. Pero si por el contrario rehuye la pena y se deja llevar por el placer del cuerpo, ser llevado necesariamente por la fuerza al país de los asirios para servirlos, muy a pesar suyo.

Pero el Profeta dice también a los israelitas: Orad por la vida de Nabucodonosor, pues de su vida depende vuestra salvación (Ba 1,11-22). Nabucodonosor simboliza el no desfallecer ante la prueba de la tentación que sobreviene, ni rebelarse contra ella, sino soportarla humildemente sobrellevarla como una cosa merecida, creer que no se es digno de ser liberado de ese fardo, sino más bien de que la tentación se prolongue y se haga más fuerte, con la certeza de que si bien se desconoce la causa por el momento, nada desubicado ni injusto puede provenir de Dios. Así pensaba el hermano que se afligía y lloraba porque Dios le había quitado la tentación: "Señor, decía, ¿acaso no soy digno de sufrir un poco?". También se relata que el discípulo de un gran anciano fue tentado un día de fornicar. El anciano al verlo apenado le dijo: "¿Quieres que le pida a Dios que te alivie de este combate?". Pero el discípulo le respondió: "Si tengo que sufrir una pena, Padre, veo el fruto de ella en mí. Pídele más bien a Dios que me dé paciencia".

144. ¡Estos son los que realmente desean ser salvados! Y esto es llevar con humildad el yugo y orar por la vida de Nabucodonosor. El Profeta dice: Porque de su vida depende vuestra salvación. Quien dice como ese hermano: "Veo en mí el fruto de mi pena", equivale a decir: De su vida depende mi salvación. Esto se lo muestra el anciano cuando le responde al hermano: "Hoy sé que estás en el camino del crecimiento y que me superas".

Porque verdaderamente, si uno combate por no cometer pecado y se pone a luchar contra los mismos pensamientos apasionados que le vienen al alma, y es humillado y quebrantado por la lucha, poco a poco, el sufrimiento de los combates lo va purificando y lo lleva al estado natural. Tal como hemos dicho, perturbarse cuando se combate una pasión es fruto de la ignorancia y del orgullo. Más bien debemos reconocer nuestros limites humildemente, y esperar en la oración que Dios tenga misericordia. Porque el que no es tentado y desconoce el tormento de las pasiones, no lucha y no puede ser purificado. Respecto de ello dice el Salmo: Cuando los pecadores crecen como la hierba, y se revelan todos los que hacen el mal, es para ser aniquilados para siempre (Sal 91, 8). Los pecadores que brotan como la hierba son los pensamientos apasionados, pues la hierba es frágil y sin fuerza. Cuando los pensamientos apasionados brotan en el alma, entonces se revelan todos los que hacen el mal, es decir, se descubren las pasiones, para ser aniquiladas para siempre. Sólo cuando las pasiones manifiestan a los que combaten, es cuando las pueden aniquilar.

145. Vean de qué forma se encadenan estas palabras: primero nacen los pensamientos apasionados, se manifiestan las pasiones y es entonces cuando son aniquiladas. Todo esto se refiere a los que luchan, pero nosotros, que cometemos pecados y jugueteamos con las pasiones, no podemos saber cuándo nacen esos pensamientos apasionados, ni cuándo aparecen las pasiones para poder combatir contra ellas. Todavía estamos abajo, en Egipto, miserablemente ocupados en hacer ladrillos para el Faraón. ¿Quién al menos nos dar la posibilidad de tomar conciencia de nuestra amarga servidumbre, a fin de humillarnos y esforzarnos por obtener misericordia?

Cuando los hijos de Israel estaban en Egipto al servicio del Faraón, se dedicaban a hacer ladrillos, y los que hacen ladrillos están continuamente encorvados, con la mirada fija en la tierra. Del mismo modo, si el alma es presa del diablo y peca, el diablo echa por tierra su espíritu, le prohibe todo pensamiento espiritual, y le obliga a pensar y hacer continuamente cosas terrenas. Con los ladrillos que fabricaron los hijos de Israel construyeron tres ciudades fortificadas para el Faraón: Pitón, Ramsés y On, que es Eliópolis (Ex 1,11): que son el amor al placer, el amor al dinero y el amor a la gloria, las tres fuentes de todos los pecados.

146. Al enviar Dios a Moisés para librarlos de la servidumbre del Faraón y hacerlos salir de Egipto, el Faraón les hizo más duros todavía los trabajos y les dijo: ¡Vosotros sois unos perezosos!, por eso andáis diciendo queremos ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios (Ex 5, 17). Del mismo modo, cuando el diablo ve que Dios se ha fijado en un alma para tenerle misericordia, aliviándola de sus pasiones, sea por una palabra sea por alguno de sus servidores, entonces la fustiga cada vez más intensamente con el peso de las pasiones y la ataca con más virulencia. Sabiendo esto los Padres fortalecían al hombre con sus enseñanzas y no dejaban que se amedrentase. Uno de ellos dijo: "¿Has caído? ¡Levántate! ¿Caes de nuevo? Levántate nuevamente!". Otro dice: "La fuerza de los que quieren adquirir las virtudes consiste el no descorazonarse cuando caen, sino retomar sus propósitos". Cada uno a su manera, de una forma u otra, tienden la mano a los que son combatidos y atormentados por el enemigo. Al hacer esto los Padres se inspiraban en las Palabras de la Divina Escritura: El que cae ¿no se vuelve a levantar?. Y el que se aleja ¿no vuelve?. Volved, hijos, a mí y yo curaré vuestras heridas, dice el Señor (Jr 8, 4 y 3, 22). Y otros textos semejantes.

147. Cuando el peso de la mano de Dios cayó sobre el Faraón y los suyos, y consintió en dejar partir a los hijos de Israel, dijo a Moisés: Id a sacrificar al Señor vuestro Dios, pero dejad vuestros rebaños y vuestros bueyes (Ex 10, 24), figura de los pensamientos del alma, de los cuales el Faraón quería seguir siendo el dueño, con la esperanza de hacer volver por ellos a los hijos de Israel. Pero Moisés le respondió: No, debes darnos algo para ofrecer sacrificios y holocaustos al Señor, nuestro Dios. Llevaremos nuestros rebaños con nosotros. No quedará ni uno (Ex 10, 25-26). Cuando los hijos de Israel, bajo la conducción de Moisés, abandonaron Egipto y pasaron el mar Rojo. Dios, queriendo conducirlos a las setenta palmeras y a las doce fuentes de agua, los llevó primero al mar , y el pueblo se desesperó al no encontrar agua para beber, porque el agua era amarga. Pero después del mar , Dios los condujo al lugar de las setenta palmeras y las doce fuentes de agua (cf. Ex 15).

148. Del mismo modo el alma que ha dejado de cometer pecados y atraviesa el mar espiritual, debe en primer lugar sufrir en la lucha y en las aflicciones, porque es así, por las pruebas, como entrar en el santo reposo. Porque debemos pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de los cielos (Hch 14, 22). Las tribulaciones mueven la misericordia de Dios hacia el alma , así como los vientos desatan la lluvia. Y así como las excesivas lluvias pudren el brote tierno y destruyen su fruto, mientras que el viento los va secando poco a poco, dándoles vigor, lo mismo sucede con el alma: el relajamiento, la despreocupación, la debilitan y la disipan; las tentaciones, por el contrario, traen el recogimiento y la unión con Dios. Señor, dice el Profeta, en la tribulación nos hemos acordado de ti (Is 26, 16). No debemos por tanto, como he dicho, perturbarnos o descorazonarnos en las tentaciones, sino tener paciencia, dar gracias y pedir a Dios sin cesar, con humildad, que tenga piedad de nuestra debilidad y nos proteja contra toda tentación para gloria suya. Amén.

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Aqui estoy solo para Glorificar a Dios y hacerlo Amar.