Amigos que pasan y dejan su huella aqui. Gracias por estar .Paz a tu corazon

Recuerda amigo cuando entras a la Casa de Dios pisas Tierra Sagrada.

La Casa de Dios es el lugar más Santo de todo el universo. Cada vez que entres ,recuerda que allí ,vive Jesús en el Sagrario y te espera con AMOR.

Vístete decorosamente, apaga tu celular y ten fe que todo lo que pidas, si eres respetuoso , piadoso en tus actitudes y posturas en el Templo, sera recibido por el Señor con agrado .

Y tu alma ya no será la misma.

Haz silencio. Busca cerrar tus ojos y quédate quieto. Dios esta en su Casa. El Amor puede hablarte íntimamente .

Mi deseo es que Dios se manifieste en ti.


Cristo Resucito, DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

martes, 2 de noviembre de 2010

La misa, una cuestión de amor

Consejos de monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei

- La santa misa es una cuestión de amor, responde monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, cuando se le pide un consejo para todos aquellos que alguna vez se han aburrido en la celebración eucarística.

A este sacramento, monseñor Echevarría, que junto a monseñor Álvaro del Portillo fue la persona más cercana a san Josemaría Escrivá de Balaguer, dedica su último libro, que lleva por título Vivir la santa misa (RIALP, 2010, 196 páginas).

Monseñor Echevarría, miembro de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos y del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, consultor de la Congregación vaticana para el Clero y miembro honorario de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino, busca con este libro redescubrir el amor a la Eucaristía, “que debe ser el centro de nuestra vida”, según explica en esta entrevista concedida a ZENIT.
-¿Qué recomendaría a los católicos que dicen que se “aburren” en misa?

Monseñor Echevarría: Yo les recomendaría que participaran con sinceridad en la misa, buscando y amando a Jesús. Escribió san Josemaría en Camino: “La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto”.

No hay que dar demasiada importancia al sentimiento: entusiasmo o apatía, ganas o desgana. La misa es sacrificio: Cristo se entrega por amor. Es una acción de Dios, y no podemos captar plenamente su grandeza, por nuestra condición limitada de criaturas. Pero hemos de hacer el esfuerzo no sólo de estar en misa, sino de vivir la misa en unión con Cristo y con la Iglesia.

-¿Cuándo descubrió usted el misterio que esconde y revela la Eucaristía?

Monseñor Echevarría: Gracias a Dios, procuro redescubrirlo todos los días: en la liturgia de la palabra —que ayuda a mantener la conversación con Dios durante la jornada— y en la liturgia eucarística. Deberíamos admirarnos siempre de nuevo ante esa realidad que nos supera, pero en la que el Señor nos permite participar, mejor dicho, nos invita a participar.

En la misa no sólo se cumple una comunicación descendente del don redentor de Dios, sino también una mediación ascendente, ofrecimiento del hombre a Dios: su trabajo y sus padecimientos, sus penas y sus alegrías, todo eso unido a Cristo: por Él, con Él y en Él. No puedo callar que ver cómo San Josemaría celebraba el Santo Sacrificio me produjo un serio impacto, al contemplar cómo era su devoción eucarística diaria.

Remueve hondamente la consideración de que en la presentación de las ofrendas, el sacerdote pide a Dios que acoja el pan y el vino, que son “fruto de la tierra (o de la vid) y del trabajo de los hombres”. En cualquier circunstancia puede el hombre ofrecer su trabajo a Dios, pero en la misa esa ofrenda alcanza su pleno sentido y valor, porque Cristo la une a su sacrificio, que ofrece al Padre por la salvación de los hombres.

Cuando la misa es el centro y la raíz de la jornada del cristiano, cuando todo su quehacer está orientado al sacrificio eucarístico, se puede afirmar que todo su día es una misa y que su lugar de trabajo es un altar, donde se entrega plenamente a Dios como amado hijo suyo.

-Benedicto XVI, en su pontificado, está impulsando un redescubrimiento de la inmensidad de este Sacramento. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de las palabras o gestos del Papa sobre la Eucaristía?

Monseñor Echevarría: Me parece especialmente importante, en estos momentos, su insistencia en que la liturgia es acción de Dios y, como tal, es recibida en la continuidad de la Iglesia.

El Papa ha escrito que la mejor catequesis sobre la Eucaristía es la Eucaristía misma bien celebrada. Por tanto, el primer deber de piedad del sacerdote que celebra o del fiel que participa en la misa es la observancia atenta, devota, de las prescripciones litúrgicas: la obediencia de la pietas.

Por otro lado, el Papa también insiste en que la Eucaristía es el corazón de la Iglesia: Dios presente en el altar, el Dios cercano, edifica la Iglesia, congrega a los fieles y los envía a todos los hombres.

-Algo más personal. Según sus recuerdos, ¿qué era para san Josemaría la Eucaristía? ¿Qué papel tenía en su jornada?

Monseñor Echevarría: He ayudado a misa a san Josemaría muchas veces. En esas ocasiones me solía pedir que rezara para que no se acostumbrara a celebrar aquella acción tan sublime, tan sagrada. He podido comprobar, en efecto, algo que dijo alguna vez: que experimentaba la misa como trabajo: un esfuerzo a veces extenuante, tal era la intensidad con que la vivía.

A lo largo del día, solía recordar los textos que había leído, en particular el Evangelio, y muchas veces los comentaba, con naturalidad, como un alimento de su vida espiritual y humana.

Era consciente de que en la misa el protagonista es Jesucristo, no el ministro, y de que el cumplimiento fiel de las prescripciones permite al sacerdote “desaparecer”, para que sólo Jesús brille. Muchas personas que asistieron a su misa —incluso en las circunstancias difíciles de la guerra civil española— comentaban luego que su modo de celebrarla poseía algo que les había removido hondamente, y se sentían invitados a crecer en su devoción al Santo Sacrificio. Estoy convencido de que lo que removía a quienes participaban —a quienes participábamos— en su misa era precisamente eso: que dejaba que apareciera Cristo y no su persona.
ROMA, miércoles 31 de marzo de 2010 (ZENIT.org).
Por Jesús Colina

Cuando pienso en la muerte, me pregunto: ¿Qué pasará después? ¿Cómo me juzgará Dios? ¿Cómo será la vida después de la muerte? ¿Seré sólo alma?

¿Cómo y cuando será el fin del mundo ? El catecismo sobre el juicio particular, el juicio final, la resurrección de los muertos y la comunión de los santos.


EL JUICIO PARTICULAR

- Cada hombre inmediatamente después de morir, tiene un juicio particular. Se presentará él solo delante de Dios, referirá toda su vida: en ese momento tendrá que dar cuenta de las obras buenas que hizo, de las obras buenas que pudo haber hecho y no quiso y también de todo el mal que haya obrado.

- Sabes que te preguntará Dios ante todo ese día : ¿ Cuánto has amado hijo mío ?

- después de este juicio el alma recibe inmediatamente su premio o su castigo eterno inmediatamente: el cielo, el infierno o el purgatorio.

LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

- En el credo que rezamos en la misa decimos: ¨Creo en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro¨.
- Los católicos creemos que después de la muerte, no habrá solamente vida del alma, sino que también nuestros ¨cuerpos mortales¨ volverán a tener vida.


¿ QUÉ ES RESUCITAR ?

Con la muerte, el alma se separa del cuerpo y éste cae en la corrupción ( es decir se deshace, se hace cenizas) mientras el alma va al encuentro de Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Resucitar significa que el cuerpo volverá a tener vida.

¿ QUIÉN RESUCITARÁ ?

Todos los hombres que han muerto: ¨Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación¨ (Jn 5,29; cf.Dn 12,2)

¿ CÓMO RESUCITARÁN ?

Cristo resucitó con su propio cuerpo: ¨Mirad mis manos y mis pies; soy el mismo¨. (Lc 24,39) pero El no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo ¨todos resucitarán con su propio cuerpo, que tienen ahora, pero este cuerpo será ¨transfigurado en un cuerpo de gloria¨ , resplandeciente.

¿ CUÁNDO SERÁ LAS RESURRECIÓN ?

Será el último día¨(Jn 6.39-40), ¨al fin del mundo¨ . El alma se reunirá con su cuerpo el día de la resurrección de los muertos.
La resurrección de los muertos será ¨ la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán la voz de Cristo y resucitarán. Esto será justo antes del JUICIO FINAL.

EL JUICIO FINAL

- Cuando se acabe el mundo y vuelva Cristo glorioso acompañado de todos sus ángeles, entonces sucederá que todos los hombres aparecerán con su cuerpo ante el tribunal del Cristo para dar cuenta de sus propias acciones.
Sólo el Padre conoce el día y la hora en que esto tendrá lugar.

- El Evangelio nos dice:

¨ Serán congregadas delante de él todas las
naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa a las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda... e irán éstos al castigo eterno y los justos a una vida eterna ¨.


- El juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho o haya dejado de hacer durante su vida terrena.

LOS CIELOS NUEVOS Y LA TIERRA NUEVA

- después del juicio final, el universo será renovado, es decir, cambiado. El mundo será diferente.
- Al final de la Biblia, en un libro llamado Apocalipsis, se nos explica que en este ¨universo nuevo¨ Dios tendrá su morada entre los hombres. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado.
- No sabemos el momento del fin del mundo y de la humanidad, tampoco conocemos cómo se transformará el universo. Solo sabemos que Dios ha preparado algo maravilloso: una nueva morada y una nueva Tierra en la que habita una justicia, una alegría y una paz que superan todos los deseos de los corazones de los hombres.

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Aqui estoy solo para Glorificar a Dios y hacerlo Amar.