Amigos que pasan y dejan su huella aqui. Gracias por estar .Paz a tu corazon

Recuerda amigo cuando entras a la Casa de Dios pisas Tierra Sagrada.

La Casa de Dios es el lugar más Santo de todo el universo. Cada vez que entres ,recuerda que allí ,vive Jesús en el Sagrario y te espera con AMOR.

Vístete decorosamente, apaga tu celular y ten fe que todo lo que pidas, si eres respetuoso , piadoso en tus actitudes y posturas en el Templo, sera recibido por el Señor con agrado .

Y tu alma ya no será la misma.

Haz silencio. Busca cerrar tus ojos y quédate quieto. Dios esta en su Casa. El Amor puede hablarte íntimamente .

Mi deseo es que Dios se manifieste en ti.


Cristo Resucito, DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

lunes, 8 de marzo de 2010

Nostalgia de Francisco


Juan Pablo II en La Verna

Oh, san Francisco, estigmatizado de la Verna,
el mundo tiene nostalgia de ti,
cual icono de Jesús crucificado.
Necesita tu corazón abierto a Dios y al hombre,
tus pies descalzos y heridos,
tus manos traspasadas e implorantes.
Tiene nostalgia de tu voz débil,
pero fuerte, por el poder del Evangelio.
Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy
a reconocer el mal del pecado
y a buscar la purificación en la penitencia.
Ayúdalos a liberarse
de las mismas estructuras de pecado
que oprimen a la sociedad de hoy.
Reaviva en la conciencia de los gobernantes
la urgencia de la paz
en las Naciones y entre los Pueblos.
Infunde en los jóvenes tu frescura de vida,
capaz de oponerse a las insidias
de las múltiples culturas de muerte.
A las víctimas de cualquier género de malicia,
comunica, Francisco,
tu gozo de saber perdonar.
A todos los crucificados por el sufrimiento,
por el hambre y la guerra,
ábreles las puertas de la esperanza.
Amén.

17 de septiembre de 1993

Santa Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia

Las consecuencias del amor

Teresa del Niño Jesús, cuya fiesta celebramos el 1 de octubre, es Doctora de la infancia espiritual hecha de humildad, confianza y amor. Doctora de amor, esencia de la comunión con Dios, del valor de las cosas pequeñas y de la vida de fe

“Como el águila incita a su nidada revolando sobre los polluelos, así extendió el Señor sus alas sobre ella, la tomó y la llevó sobre sus plumas" Deuteronomio 32,11.

Cuando se mira a cierto nivel de profundidad, se aprecia el fenómeno prodigioso en la historia de la familia de Santa Teresa del Niño Jesús, de que cada uno de los Martin tiene su lugar en íntima conexión con el de los demás. Y esta historia continúa... Tres generaciones familiares han pedido a Dios un misionero. Con su oración han conseguido que Teresita fuera misionera. Abuelos, padres, hermanitas, todos constantemente se reúnen en oración para que el Señor les conceda un nieto, un hijo, un hermano, misionero. La oración se intensifica cuando viviendo en los Buissonets de Lisieux, se espera, después de cinco niñas, el nacimiento del misionero. Aún no existen, por supuesto, ecografías. Todos reunidos esperando la noticia del médico, que anuncia a la familia expectante: "Será misionera".

UNA MONJA DE CLAUSURA, PATRONA DE LAS MISIONES

En el siglo XX, en una época caracterizada por una prodigiosa transformación del mundo, una joven, que vivió durante nueve años enclaustrada en un Carmelo desconocido, cuando ya san Pío X, la había llamado «la santa más grande de los tiempos modernos», fue proclamada por Pío XI, en 1927, patrona de todas las misiones, junto con el jesuita san Francisco Javier.

De una parte es admirable el poder de la oración familiar de tres generaciones. De otra, la audacia y profecía de Pío XI, concediendo tal título a una monjita de clausura, que no salió nunca de su monasterio. Con este gesto llamó la atención de que la fe se propaga y extiende, no sólo por la actividad, sino también y fundamentalmente, por la contemplación. Juan Pablo II confirma la doctrina concediéndole el título de DOCTORA, en esta hora, aún confusa. Como Patrona de las Misiones propicia la acción evangelizadora; como Doctora, pone en orden la inteligencia y el convencimiento, resalta el criterio y cataloga los valores, es maestra. Su doctorado versa sobre el AMOR. Y eso sólo ya lleva a la sencillez, que no superficialidad, de su CAMINITO.

Santa Teresa del Niño Jesús y su "Caminito"

Se llama caminito porque prescinde de los caminos extraordinarios, y demuestra el estado de infancia ante Dios y porque es corto en cuanto renuncia a distancias que se pueden medir. No es caminito porque es el que recorren las personas imperfectas. La misión de santa Teresa del Niño Jesús será enseñar su caminito: "Presiento que voy a entrar en el descanso, pero sobre todo presiento que mi misión va a comenzar: la misión de hacer amar a Dios como yo le amo, de entregar mi caminito a las almas".

El caminito de Teresa es el primer mandamiento cumplido con toda verdad.

Tras la anestesia puedes cortar lo que quieras. El amor de Dios adormece los apetitos. Ella nos cuenta que cuando ve a su Dios mendigo de amor no lo puede resistir. El crucifijo del patio le mendiga sacrificios. Pero su amor es tan delicado que quiere ser "imitación de la humilde violeta, que derrama su aroma sin que las criaturas sepan de dónde viene el perfume. Lo ha aprendido en su Maestro y consanguíneo, San Juan de la Cruz.

Para no afligirle no llorará delante de Dios. «¿Llorar delante de Dios? No, para no entristecerle» . Por lo mismo sonreirá durante las disciplinas. Quiere coger a Jesús por el Corazón. Si un niño se echa al cuello de su madre... todo lo consigue. Y esto vale para todos, aunque fuera una gran pecadora como Magdalena o el buen ladrón.

Jesús Marti Ballester

Relato inédito de la estigmatización del padre Pío

Te asocio a mi Pasión”
ROMA, 21 de septiembre de 2008 – El padre Pío de Pietrelcina recibió los estimas en 1918 de Jesús Crucificado, quien en una aparición lo invitó a unirse en su Pasión para participar en la salvación de los hermanos, en especial de los consagrados.

Este particular se conoce gracias a la reciente apertura de los archivos del antiguo Santo Oficio de 1939 (actual Congregación para la Doctrina de la Fe), que custodian las revelaciones secretas del fraile sobre hechos y fenómenos nunca contados a nadie.

Ahora, han salido a la luz en el libro "padre Pio sotto inchiesta. L'autobiografia segreta" (padre Pío indagado. La autobiografía secreta, ndt), con prólogo de Vittorio Messori, y llevado a cabo por el sacerdote italiano Francesco Castelli, historiador para la causa de beatificación de Karol Wojtyla y profesor de Historia de la Iglesia moderna y contemporánea en el ISSR "R. Guardini" de Tarento (Italia).

Hasta hoy parecía, de hecho, que Pare Pío, por pudor o quizás por considerarse indigno de los extraordinarios carismas recibidos, no habría revelado nunca a nadie qué sucedió el día de su estigmatización.

Sólo un dato al respecto se encuentra en una carta enviada a su director espiritual, el padre Benedetto da San Marco in Lamis, cuando habla de la aparición de un "misterioso personaje", pero sin dejar traslucir otros detalles.

El libro, que ofrece por primera vez el informe íntegro redactado por monseñor Raffaello Carlo Rossi, obispo de Volterra y Visitador Apostólico enviado por el Santo Oficio para "inquirir" en secreto al padre Pío, aclara finalmente que el santo de Gargano tuvo un coloquio con Jesús crucificado.

Monseñor Rossi fue el único representante de una congregación vaticana encargado de estudiar los estigmas del padre Pío. Se pronunció favorablemente, considerando que su origen era divino, desmintiendo punto por punto las hipótesis presentadas por el padre Agostino Gemelli, que definió los estigmas como "fruto de la sugestión".

Una segunda fuente autobiográfica del padre Pío, prestada bajo juramento, se añade a su epistolario, ofreciendo las claves de lectura adecuadas para conocer la personalidad y la misión de "sacerdote asociado a la Pasión de Cristo" del fraile con los estigmas.

Llamado a responder jurando sobre el Evangelio, a brevísima distancia de cuando sucedieron los fenómenos místicos, el padre Pío revela por primera vez la identidad de aquel que le ha estigmatizado.

Es el 15 de junio de 1921, hace poco que han pasado las 17 horas, e interrogado por el obispo, el padre Pío respondió así: "El 20 de septiembre de 1918, después de la celebración de la Misa, al entretenerme para hacer la acción de gracias en el Coro, en un momento fui asaltado por un gran temblor, después volví a la calma y ví a NS (Nuestro Señor) con la postura de quien está en cruz".

"No me ha impresionado si tuviera la Cruz, lamentándose de la mala correspondencia de los hombres, especialmente de los consagrados a Él y por ello más favorecidos".

"De aquí -continúa su relato- se manifestaba que él sufría y que deseaba asociar a las almas a su Pasión. Me invitaba a compenetrarme con sus dolores y a meditarlos: al mismo tiempo, a ocuparme en la salud de los hermanos. Seguidamente me sentí lleno de compasión por los dolores del Señor y le preguntaba qué podía hacer".

"Oí esta voz: 'Te asocio a mi Pasión'. Y acto seguido, desaparecida la visión, volví en mí, recobré la razón y ví estos signos aquí, de los que goteaba sangre. Antes no tenía nada".

El padre Pío revela por tanto que la estigmatización no fue el resultado de una petición suya sino una invitación del Señor, que lamentándose de la ingratitud de los hombres, particularmente de los consagrados, le hacía destinatario de una misión, como culmen de un camino de preparación interior y mística.

Por otro lado, explica el autor del libro, "el tema de la mala correspondencia de los hombres, particularmente de aquellos que habían sido más favorecidos por Dios, no es nuevo en las revelaciones privadas del capuchino".

De hecho, el padre Pío relató que en una aparición, sucedida el 7 de abril de 1913, Jesús, con "una gran expresión de disgusto en el rostro" mirando a una multitud de sacerdotes, le dijo: "Yo estaré por causa de las almas más beneficiadas por mí, en agonía hasta el fin del mundo".

Entrevistado por ZENIT, Francesco Castelli afirma que "hay un aspecto decisivo en el hecho de que no hubiera una petición de los estigmas por parte del padre Pío. Esto nos da a entender la libertad y la humildad del Capuchino, que no mostraba absolutamente ningún interés en mostrar las heridas".

"La humildad del padre Pío se trasluce también en su reacción, al recobrar los sentidos. Los signos de la Pasión marcados en su carne -subraya el historiador-. Una vez concluida la escena mística, no habla de ella. No hace ningún comentario".

De las conversaciones, de su correspondencia, de los testigos interrogados por monseñor Rossi e incluso de su informe se desprende el hecho de que el padre Pío sentía disgusto por los signos de la Pasión, que intentaba esconderlos y que sufría por tener que mostrarlos por las continuas peticiones del visitador apostólico.

La herida del costado y la sexta llaga del patibulum crucis

El libro refiere además las conclusiones de monseñor Rossi a los reconocimientos realizados sobre los estigmas del padre Pío, efectuados personalmente por él, y de los que se tenía noticia solo en parte, y que aporta grandes novedades, especialmente en lo que respecta a la morfología de la herida del costado y la presunta sexta llaga de la espalda.

En su informe, el Visitador revela que las heridas del padre Pío no supuraban, no se cerraban, no cicatrizaban. Permanecían inexplicablemente abiertas y sangrantes, a pesar de que el fraile había dejado de untarlas con tintura de yodo para intentar contener la sangre.

"La descripción de monseñor Rossi sobre el estigma del costado -afirma Castelli a Zenit- es decididamente diferente a las de quienes le han precedido y de los que le han seguido. No se le presenta como una cruz inclinada o incluso oblicua, sino como una "mancha triangular", y por tanto de contornos definidos".

En el acta del examen, el obispo de Volterra, contrariamente a lo que revelan otros médicos, sostiene que "no hay aperturas, cortes o heridas" y que en tal caso "se puede suponer legítimamente que la sangre salga por exudación", es decir -explica Castelli- que se tratara de "material sanguíneo que ha salido afuera por una forma de hiper-permeabilidad de las paredes de los vasos".

"Esto testifica a favor de su autenticidad -explica el historiador- porque el ácido fénico, que según algunos habría sido utilizado por el padre Pío para producirse las llagas, una vez aplicado acaba por consumir los tejidos inflamando las zonas circundantes".

"Es difícil pensar que el padre Pío hubiese estado en grado de producirse estas heridas de bordes netos durante 60 años y de forma constante", comenta Castelli.

"Además, de las llagas se desprendía un perfume intenso de violeta en lugar del olor fétido causado las más de las veces por procesos degenerativos o por la necrosis de los tejidos, o por la presencia de infecciones".

Otro elemento digno de mención es el hecho de que el padre Pío confesara abiertamente no tener otros signos visibles de la Pasión fuera de los de las manos, los pies y el costado, excluyendo la existencia de una llaga a la altura del hombro donde Jesús llevaba la cruz, de la que habla una oración atribuida a san Bernardo.

Antes de entonces, en cambio, se habían hecho hipótesis sobre su existencia, especialmente sobre la base de las revelaciones al respecto del cardenal Andrzej Maria Deskur, quien en una entrevista había hablado sobre un encuentro en San Giovanni Rotondo, en abril de 1948, entre el entonces sacerdote Karol Wojtyla y el fraile estigmatizado.

Según Castelli, "esta revelación fija ahora en el año 1921 el límite antes del cual no se puede subir al atribuir al padre Pío la existencia de cualquier otro signo de la Pasión".
Mirko Testa
ZENIT.org

Las cenizas del inicio de la cuaresma. Thomas Merton

“La cruz de cenizas, trazada en la frente de cada cristiano, no es solo un recordatorio de muerte, sino, de modo inevitable (aunque tácito), una prenda de resurrección. Las cenizas del cristiano ya no son meras cenizas. El cuerpo de un cristiano es un templo del Espíritu Santo, y aunque le sea fatal ver la muerte, volverá otra vez a la vida en gloria. La cruz, con que las cenizas se disponen sobre nosotros, es el signo de la victoria de Cristo sobre la muerte.Las cenizas de este miércoles no son meramente un signo de muerte, sino una promesa de vida para los que hacen penitencia. Y sin embargo, las cenizas son claramente una invitación a la penitencia, al ayuno y a la compunción.De ahí el carácter aparentemente paradójico de la liturgia del Miércoles de Ceniza. El evangelio nos invita a evitar los signos exteriores de dolor, y cuando ayunemos, a perfumarnos la cabeza y lavarnos la cara. Pero recibimos un unto de ceniza en la cabeza. Debe haber dolor en este día de alegría. Es un día en que el dolor y la alegría van de la mano: pues tal es el significado de la compunción, una tristeza que traspasa, que libera, que da esperanza y por tanto alegría.Sólo el desgarro interior, la ruptura del corazón, produce esa alegría. Deja salir nuestros pecados, y deja entrar el limpio aire de la primavera de Dios, la luz del sol de los días que avanzan hacia Pascua”.
Thomas Merton.
extraido del blog Amigos de Thomas Merton

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