Amigos que pasan y dejan su huella aqui. Gracias por estar .Paz a tu corazon

Recuerda amigo cuando entras a la Casa de Dios pisas Tierra Sagrada.

La Casa de Dios es el lugar más Santo de todo el universo. Cada vez que entres ,recuerda que allí ,vive Jesús en el Sagrario y te espera con AMOR.

Vístete decorosamente, apaga tu celular y ten fe que todo lo que pidas, si eres respetuoso , piadoso en tus actitudes y posturas en el Templo, sera recibido por el Señor con agrado .

Y tu alma ya no será la misma.

Haz silencio. Busca cerrar tus ojos y quédate quieto. Dios esta en su Casa. El Amor puede hablarte íntimamente .

Mi deseo es que Dios se manifieste en ti.


Cristo Resucito, DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

jueves, 18 de agosto de 2011

PADRE PIO Y LA NOCHE OSCURA


   La idea de la noche oscura, o alta noche del espíritu, nace en la mística cristiana y remonta, de modo particular, a Gregorio de Nissa, aunque es Juan de la Cruz, que le otorga un valor primario por la vida espiritual y por la experiencia mística.  

Donato Calabrese
   La noche oscura o Noche del espíritu, es una experiencia desoladora y mientras tanto privilegiada por la vida misma del alma, en la que Dios purifica y renueva, dejando “el intelecto en las tinieblas, la voluntad en la aridez, la memoria sin recuerdos y los cariños inmersos en el dolor y en la angustia”.  
   Efectivamente, “el alma no puede adherirse a Dios a través de una unión trasformante o boda espiritual hasta cuando no se purifica de todas sus miserias y debilidades”.
    En esta Noche espiritual Dios dona de vez en vez un poco de alivio; pero el alma volverá enseguida a sentirse inmersa en las tinieblas, hasta cuando no entre en la última fase de la vida de perfección que es la unión trasformante.   
   Las primeras señales, si así podemos llamarle, de la que Padre Pio llama la noche del alma, remontan al año anterior, y precisamente en la carta escrita a padre a Benedetto de san Marco en Lamis, dónde puntea, a tintes hoscos, el estado íntimo de su espíritu y los efectos de la oscuridad desoladora en la que sabia afanosamente la “lejanía” de Dios. Una tal situación provoca un dúplice efecto en su íntimo: el pensamiento que la misma alma haya sido infiel con su Dios y la cognición que el amor misericordioso de Jesús no deja de hacerse sentir en su corazón agitado, aunque él percibe intensamente la oscura noche del espíritu, por la que no filtra tampoco un rayo de luz divina.  
   Es la “noche oscura”. Hasta ahora el alma ha vivido alegrándose  consuelos divinos y dejándose mecer del amor de Dios. Ahora, en cambio, las alegrías y los consuelos desaparecen completamente, y se encuentra hundida en la oscuridad más oscura de la fe, con un tormento que Padre Pio reputa parecido a las as almas que han perdido para siempre el Dios.   
   La idea de la noche oscura, o alta noche del espíritu, nace en la mística cristiana y remonta, de modo particular, a Gregorio de Nissa, aunque es Juan de la Cruz, que le otorga un valor primario por la vida espiritual y por la experiencia mística.  
   La “noche oscura” no debe ser interpretada sólo en sentido negativo, a causa del aridez espiritual que vive el alma, pero también como tiempo privilegiado en que la misma es purificada y transformada por el amor, uniéndose a Dios, como se entreve admirablemente en estas versículas poéticas de Juan de la Cruz, el que la Iglesia Católica honra del título de Doctor Mysticus: “¡Oh noche que me guiaste!, ¡oh noche amable más que el alborada!, ¡oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada.
La "Noche" "consiste en una prolongada y profunda purificación de las facultades o potencias del alma: intelecto, memoria y voluntad. En este estado Bien la Cumbre purifica la sustancia del alma como el oro purifica en el crisol, haciendo experimentarlas el vacío interior, para llenarla de si. Soy la fe, la esperanza y la caridad, que tienen por sede el intelecto, la memoria y la voluntad, a purificar concretamente estas facultades del alma, por luego disponerla a la unión con Dios. 
   La luz de la contemplación infusa y la oscuridad de las mismas imperfecciones conducen el alma a un profundo tormento de amor, ya que percibe sus límites naturales que las impiden ser unidale a Dios. Eso aún más empuja el alma a desear el amor de perfección que todo lava y purifica. Atravesando tal noche, el alma se pone resplandeciente como ocurre por la madera que, a contacto con el fuego, se transforma, primera perdiendo su humedad, luego secándose hasta a arder de luz nueva”.
   La Noche del espíritu no es, por lo tanto, una simple abstracción, pero pertenece a la vida cristiana y de modo particular a la experiencia sumamente espiritual. Como los escaladores de las cumbres alpinas, las almas místicas se encaraman sobre las cumbres del espíritu, a la búsqueda anhelante de aquel Dios que llama a la alegría y a la comunión, donando la ternura, el amor  y el consuelo de su presencia; luego la purifíca en la “Noche oscura”. No al azar, Juan de la Cruz utiliza las mismases estrofas citadas antes, en otra suyo obra que evoca la escalada de un monte: La Subida del monte Carmelo. 
   En describirle a padre a Benedetto la alta noche del espíritu, Padre Pio afirma que, salida “el alma de esta prueba de fuego, se hace siempre aliviada principalmente por los vestidos del hombre viejo”. 
     Padre Pio está solo. Sólo e inmerso en la desolación más desgarradora, continuando a querer creer y querer aquel mismo Dios que parece negarse de contestar a sus extenuantes invocaciones. No deja de creer y querer, “esperando” contra cada esperanza. Sin embargo, también en él están realizándolas lentamente admirables estrofas poéticas de Juan del Cruz: "¡oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada!”.     
   La noche oscura del alma es el último de un largo camino de purificación que Padre Pío vive en Pietrelcina.
   Durante la misión del Gargano, la noche oscura noche dará paso a otra prueba que lo acompañará durante casi toda su vida. 
 
Deseo agradecer a la Sra. María Ángeles Faus por haberme ayudado en la traducción de este artículo
 

Padre Pio

 


   Es Cristo Jesús que Padre Pio puerta en su cuerpo estigmatizado. Es siempre Cristo, con Su Corazón ardiente de amor, que vive en su corazón trasverberado, donándolo, a su vez, con la palabra y el amor sacerdotal, a las miríadas de almas que recurren a Él. Muchas de ellas lo seguirán en el camino emprendido, consagrándose a Dios. 
Donato Calabrese
 
  Junio es el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, cuyo culto, risalente a la tarda edad media, se difundió sobretodo en el siglo XVII, en consecuencia de las apariciones de Jesús a Santa Margherita Maria Alacoque.   
   Uno de los grandes devoto del Sagrado Corazón es Padre Pio de Pietrelcina. Uno de los momentos cruciales de su vida es atado a una aparición de Jesús y es bien representado sobre la en la ventana historiada del la pequeña iglesia de Santa a Anna en Pietrelcina. Francesco tiene cinco o seis años, y es recogido en ruego en el pequeño templo del Burgo Castillo, cuando ve aparecer uno extraño personaje cerca del altar. Es el Sagrado Corazón de Jesús que lo mira colmado de cariño, haciendole señalo de acercarse.  
   Levantado, Francesco se dirige lentamente hacia de Él. Sus ojos inocentes y puros se encuentran con los de Jesús. Francesco se arrodilla delante, mientras que Jesús lo bendice poniéndole delicadamente su mano sobre la cabeza. En este momento íntimo y conmovedor de su infancia, en su corazón es instilado el germen de aquella contemplación infusa que lo devolverá excepcional y visible icono de las maravillas de Cristo y de Su Pasión. De ahora en luego Francesco Forgione vivirá todo para Jesús, sólo deseando de ser otro Jesús, todo Jesús, siempre Jesús", como confiará después muchos años a Cleonice Morcaldi, su hija espiritual.  
   Padre Pio siempre custodiará celosamente, en su corazón, el tesoro escondido de esta aparición del Sagrado Corazón. Toda su existencia será una carrera incesante hacia el amor de Cristo; una identificación vital, un cambio de los corazones, con la presencia de Jesús en su corazón y la suya en el corazón de Cristo. He aquí las causas y los efectos inefables de la unión transformante, por la  que lo que es más profundo en el hombre, y es decir el corazón, se encuentra y se identifica con lo que es de más profundido en Cristo: su corazón, imagen visible de lo que supera cada percepción: su amor misericordioso. Es esta comunión de los corazones que el apóstol Paolo empujó a proclamarles a los cristianos de Galazia: "Ya no soy yo que vivo, es Cristo que me vive en mí". Y es esta unión que le permite a Padre Pio de vivir intensamente, en su querida Pietrelcina, la experiencia mística de la fusión de su corazón con aquel de Cristo: “Con mucho esfuerzo y sufrimiento, me fui a la iglesia para celebrar. Acabada la misa, me retuve con Jesús para el rendimiento de gracias. ¡Ay cuánto fue suave el coloquio con el paraíso en esta mañana! Fue tal que incluso queriendo probarme a querer dir todo no lo podría; hubieron cosas que no pueden traducirse en un lenguaje humano, sin perder su sentido profundo y celeste. El corazón de Jesús y mi corazón, se derritieron. No fueron dos más los corazones que golpearon, pero un solista. Mi corazón desapareció, como una gota de agua que se extravía en un mar. Jesús n'era el paraíso, el rey. La alegría en mí fue sí intensa y sí profunda, que más no [yo] pude contener; las lágrimas más deliciosas me inundaron el rostro".  
   Aquella de Padre Pio es una espiritualidad focalizada sobre la contemplación de la humanidad de Jesús. Querer a Jesús es sentir el propio corazón palpitar al unísono con su corazón: "También entre muchos sufrimientos - le escribe al Director espiritual - soy feliz porque me pareces de sentir mi corazón palpitar con el de Jesús." 
   Es Cristo Jesús que Padre Pia puerta en su cuerpo estigmatizado. Es siempre Cristo, con Su Corazón ardiente de amor, que vive en su corazón trasverberado, donándolo, a su vez, con la palabra y el amor sacerdotal, a las miríadas de almas que recurren a Él. Muchas de ellas lo seguirán en el camino emprendido, consagrándose a Dios. A una de estas almas, Maria Gargani Padre Pio escribirá: “Jesús ha elegido tu alma para ser la benjamina de su Corazón adorable. En este Corazón tú tienes que esconderte; en este Corazón desahogar tus ardientes deseos; en este Corazón todavía vivir aquellos días que la providencia te concederá; en este Corazón morir, cuando al Dios gustará".  
   A otra hija espiritual, Padre Pio preguntará de entregarse toda a Jesús, siempre acordándose de siempre pertenecer a Él: "Él pensará en sustentarte, y ayudarte. A menudo renueva tal dedicación y como auténtico anillo de su sacratissimo Corazón, depende de sus señas, de sus deseos que se manifestarán en tu" corazón.  
   El ruego preferido por Padre Pio, aquéllos que se sustenta sobre la Palabra de Jesús presiente en los Evangelios, es el rosario del Sagrado Corazón, rezado para todos los que se entregan siempre a sus ruegos. La extraordinaria eficacia de la intercesión cerca del Corazón de Cristo no está sino el fruto producido por el connubio entre tal ruego y el total abandono a la voluntad Divina, expresión de un amor todo donado, hasta la última gota de sangre fluida por sus estigmas, al Novio Divino, vida del alma que “muere”.   

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