Amigos que pasan y dejan su huella aqui. Gracias por estar .Paz a tu corazon

Recuerda amigo cuando entras a la Casa de Dios pisas Tierra Sagrada.

La Casa de Dios es el lugar más Santo de todo el universo. Cada vez que entres ,recuerda que allí ,vive Jesús en el Sagrario y te espera con AMOR.

Vístete decorosamente, apaga tu celular y ten fe que todo lo que pidas, si eres respetuoso , piadoso en tus actitudes y posturas en el Templo, sera recibido por el Señor con agrado .

Y tu alma ya no será la misma.

Haz silencio. Busca cerrar tus ojos y quédate quieto. Dios esta en su Casa. El Amor puede hablarte íntimamente .

Mi deseo es que Dios se manifieste en ti.


Cristo Resucito, DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

miércoles, 28 de abril de 2010

Santa Catalina de Siena 29 de Abril

Doctora de la Iglesia. Año 1380.

Catalina significa: la pura, la inocente.

Catalina y Santa Teresa, son quizás las dos mujeres más famosas de la Iglesia Católica, después de la Santísima Virgen María.

Año 1347: Nace en Siena, Italia, hija menor en un hogar de 25 hijos. La espaciosa casa de sus padres, en la altura de la ciudad, ha sido conservada muy cuidadosamente por los sieneses y es visitada cada día por centenares de peregrinos.

De su padre heredó la bondad de corazón, la caridad para con los pobres y una bondad inalterable. De la mamá heredó un gran amor por el trabajo y una admirable energía para emprender labores difíciles y vencer dificultadas.

Año 1353. A los seis años, Catalina tiene la primera experiencia sobrenatural. Era una niña alegre, bulliciosa y vivaracha. Pero viajando con su hermano Esteban, de pronto se quedó como clavada en el suelo y no respondía a los llamados del hermano. Al fin éste logró a empujones sacarla de su éxtasis. La niña empezó a llorar y a decir: ""Oh Esteban: ¿Por qué me quitaste la hermosa visión que estaba contemplando?"". Se le había aparecido Jesucristo en un trono de gloria, rodeado por los Apóstoles San Pedro, San Pablo y San Juan y le había pedido que dedicara su vida entera a amarlo a El y a hacerlo conocer y amar por los demás. Desde ese día Catalina es una persona totalmente distinta. Parece que ya no vive para lo material sino sólo para lo espiritual. Aun en sus juegos con las otras niñas lo que busca siempre es hacer conocer y amar más a Jesucristo.

Año 1459. Por consejo de sus padres y ante la insistencia continua de su hermana, Catalina empieza a arreglase, vestir a la moda, a teñirse el pelo y a llenarse de coloretes. Tiene 12 años. Pero de repente, su hermana, que estaba recién casada, muere al dar a luz el primer hijo. Ante el cadáver de esa joven a la cual ella tanto amaba, Catalina promete que no buscará más lo mundanal y material sino solamente lo espiritual y sobrenatural. Es lo que ella llamará su ""conversión"".

Se corta su larga cabellera. Deja de adornarse y se retira frecuentemente a una piecita solitaria del solar de su casa, a orar, meditar y hacer penitencia. Pero sus padres y hermanos que desean para ella un brillante matrimonio se dedican a hacerle insoportable esa vida de espiritualidad. La humillan, le dicen que ese modo de vivir es una locura. Le dejan todos los oficios más humillantes de esa inmensa casa, y llega a ser una pobre y simple sirvienta y cocinera de sus numerosos familiares. Y hasta llegan a destruir la piecita donde ella se retiraba a orar.

Pero Catalina no cede. ""Al destruirme la celda o piecita donde me retiraba a orar, me di cuanta que tenía que construirme una "celda interior", o sea acostumbrarme a recogerme a orar en lo más profundo de mi alma, aunque tuviera que vivir entre gente charlatana y dedicada a montones de oficios materiales"".

1363. Terciaria dominica. Las Comunidades religiosas tienen unas asociaciones de seglares que se proponen vivir las enseñanzas del santo fundador de la Comunidad, pero viviendo en su familia y dedicándose a labores materiales. Esto es lo que se llama la Tercera Orden. Y así hay Terciarios franciscanos, Terciarios dominicos, etc. En Siena había una asociación de mujeres piadosas que se llamaban Terciarias dominicas y la gente las llamaba las del Manto, porque llevaban un manto negro sobre una túnica blanca a imitación del modo como vestían los Padres Dominicos, fundados por Santo Domingo de Guzmán. Aquella asociación era muy seria. Tenían un director espiritual, una superiora, un Reglamento rígido y se dedicaban a obras de caridad, especialmente en favor de los enfermos y de los pobres. Y en esa asociación de laicos fue admitida Catalina cuando ya había cumplido sus 15 años. En adelante vestirá siempre de blanco y llevará un manto oscuro y un velo sobre la cabeza, pero seguirá trabajando en su casa y entre la gente más necesitada de su ciudad.

Sus primeros cuatro años de Terciaria Dominica son de intensos sufrimientos, persecuciones de los familiares, burlas, calumnias e incomprensiones de la gente. Sus instintos de maternidad renacen con toda la furia de la naturaleza juvenil. Una angustia continua por la conversión de los pecadores la hace sufrir intensamente. Muchos sacerdotes dudan de ella. Los sabios doctores dicen que es una pobre ignorante que se las quiere dar de sabia mística. Los corrillos de los lavaderos, de las esquinas y de las reuniones elegantes hablan muy mal de ella. Tentaciones terribles la asaltan. A veces pierde el gusto por la oración y por la meditación. Es lo que los santos llaman ""la noche oscura del alma"", un martirio íntimo que la está preparando para recibir grandes mensajes de Dios.

La madre no la comprende. Los hermanos la humillan. Pero el papá se da cuenta de que su hija necesita libertad espiritual para dedicarse a sus oraciones, meditaciones y obras buenas y le concede permiso para seguir las inspiraciones que el cielo le está mandando y practicar la vida espiritual a la cual se siente llamada. Se construye de nuevo su antigua piecita en un rincón del solar de su casa y allí se dedica a orar, a meditar y a mortificarse. Y se suceden con frecuencia las visiones celestiales.

Un día al empezar la Cuaresma de 1366 se le aparece Nuestro Señor Jesucristo acompañado de su Santísima Madre la Virgen María, y le acepta la consagración total que ella ha hecho de su vida en honor del Redentor y le coloca un anillo esponsal en un dedo de la mano, prometiéndole que su amistad será eterna y totalmente fiel. Desde ese día hasta su muerte, Catalina sentirá siempre en un dedo un anillo, que nadie ve, pero que ella siente perfectamente. Jesucristo le ha pedido que se dedique a atender a los pobres. A tratar de convertir pecadores y a dar buenos consejos a los que lo necesiten. Ella apenas va a cumplir sus veinte años, y desde ese día se dedica a buscar enfermos para atender, pobres para ayudar, pecadores para convertir y gentes para aconsejar. Jesús le hizo una promesa admirable: ""Cuida de Mí y de mis intereses que yo cuidaré de ti y de los tuyos"". Eso se cumplió admirablemente.

Uno de los tormentos que más hicieron sufrir a esta santa fueron las tentaciones contra la pureza. El demonio le presentaba las escenas más infames, y ella sentía un horror inmenso. Un día le dijo a Nuestro Señor: ""Oh Cristo, ¿a dónde te fuiste cuando me asaltaban esos pensamientos tan terriblemente impuros?"", y Jesús le respondió: ""Yo no me fui lejos. Yo estaba dentro de tu corazón presenciando tus combates"". Pero Señor: ¿cómo te podías estar allí ante la presencia de tentaciones tan horrendas? Y Cristo le respondió: ""¿Qué sentías ante esas imaginaciones, gusto o asco? El asco más repugnante que imaginarse pueda. Pues ese asco te lo daba yo"", le dijo Jesús. ""Ahora ya me has demostrado que sí me amas de verdad, al rechazar las tales tentaciones"".

Dios empezó a conceder a Catalina luces y sabiduría del todo especiales. Y por la calle pendiente que lleva a la casa de la humilde santa, empiezan a desfilar señoras ricas, sacerdotes, obispos, senadores, estudiantes, doctores, obreros y muchas personas más que alegres van a consultar. ¿A quién? A una pobre muchacha de poco más de 20 años, analfabeta que en su casa ha tenido que dedicarse a cocinar, lavar, coser y hacer mandados y que no ha ido a la escuela ni ha leído libro alguno, porque no sabe leer. Pero es que Dios le ha concedido a Catalina ""El don de consejo"", que consiste en saber dar soluciones oportunas para los problemas de la vida. Es un regalo del Espíritu Santo.

Y va creciendo inconteniblemente el número de sus amistades, el número de los que la aceptan como madre espiritual. Ahora las gentes la llaman sencillamente ""Mamá"", y ella es todavía una humilde muchacha de barrio popular. Pero ha hecho el enorme sacrificio de renunciar a las fortísimas inclinaciones que tenía hacia la maternidad corporal y Dios en cambio le ha concedido una fertilísima maternidad espiritual. Es que Cristo sigue cumpliendo aquella promesa suya: ""Quien renuncie a algo importante por amor a Mí, recibirá cien veces más"".

Catalina pasa días y semanas sin comer nada. Solamente se alimenta con la Santa Hostia que recibe por la mañana en la Santa Misa. Un director espiritual le ordena que tiene que comer algo. Una vez por orden suya come unas habas y todo el día lo pasa vomitando y hasta que no vomita la última haba no puede volver a tener salud. Vivía únicamente con la Sagrada Comunión.

Los Padres Dominicos la invitan a su Reunión o Capítulo General y allí examinan su vida y sus enseñanzas y al darse cuenta de que se trata de un caso extraordinario de vida espiritual le conceden el permiso para seguir enseñando y aconsejando y le nombran como director espiritual a un verdadero santo, al beato Raimundo de Capua, que será después Superior General de esa Comunidad y que escribirá más tarde todos los datos que sabemos hoy de esta gran santa. Para ella fue un verdadero regalo de Dios haberse encontrado con este director espiritual tan santo, tan sabio y tan comprensivo. Pero Raimundo de Capua, aunque muchos años mayor que ella, y con altos estudios, la considerará siempre como su verdadera ""Mamá"", espiritual. Para ellos dos se cumplió lo que dice la S. Biblia: ""Hallar una buena amistad es mejor que encontrarse un tesoro"".

Después de la comunión casi siempre quedaba en éxtasis. Muchas gentes la vieron elevarse del suelo mientras hacía oración. Al padre Raimundo decía que toda su ciencia teológica la había recibido directamente de Dios. Muchos enfermos recibieron la curación, al rezar Catalina por ellos.

Fue necesario conseguir tres sacerdotes para confesar a los pecadores que iban a consultar a la santa, porque se convertían de manera admirable y deseaban hacer confesión de toda la vida. A los pueblos a donde ella llegaba a hablarle a la gente había que llevar muchos confesores, porque todo el mundo quería confesarse.

A un joven lo sentenciaron a muerte por haber hablado un poco fuerte contra los jefes políticos de la ciudad. Aquel hombre no aceptaba esa condena que le parecía injusta y no quería confesarse. Enviaron entonces a Catalina a hablarle. Oigamos cómo narra ella este caso:.

""He ido a visitar al condenado a muerte y experimentó tal cambio y tal contrición que se confesó y comulgó fervorosamente. Me hizo prometerle que yo estaría cerca de él cuando lo llevaran a la ejecución. Me decía: "Por favor, no me abandone, porque tengo miedo de que me falte el valor suficiente a la última hora". Yo le decía "No tenga temor, que en la eternidad se va a encontrar con el amabilísimo Jesús, que es todo bondad y misericordia". El se llenó de entusiasmo y me preguntaba "¿Cómo es posible que siente ahora tanta alegría". Y bendecía a Dios. yo lo esperé en el sitio del ajustamiento y rezaba mucho por él a la Virgen Santísima. Al verme, se sonrió y me pidió que le hiciera la señal de la cruz en la frente. Así lo hice. Al dobral la cabeza para que se la cortaran iba repitiendo: "Jesús, Jesús". Yo le oí decir a Nuestro Señor: "Esta alma se salvó, no por los merecimientos de él, sino por la gran misericordia de Dios""".

1371. Empieza la acción política de Santa Catalina.

El Sumo Pontífice vivía fuera de Roma en Avignon y esto traía muchos males a la Iglesia Católica. Catalina empezó una cruzada o movimiento nacional para obtener que el Papa volviera a la Ciudad Eterna.

1374. El Papa empieza a escribirle a Catalina. Le ruega que rece mucho por él y por la Iglesia Católica. La santa le escribe rogándole que vuelva a Roma.

1375. Se le graban las heridas de Cristo.

Estando rezando ante un crucifijo, ve salir unos rayos de luz de las cinco heridas de Jesús y se le forman a ella las heridas en las manos, los pies y el costado. La gente no las ve, pero ella sí las siente al vivo.

1376. El Papa, por influencia de Catalina, vuelve a Roma. Esto alegra muchísimo a la cristiandad. El Sumo Pontífice Gregorio XI le pide que se vaya también a Roma a colaborar con la tarea de enfervorizar a las gentes y obtener que haya paz.

1377. A los 30 años aprende a leer. Hasta ese entonces toda su ciencia la había aprendido oyendo a Dios y escuchando sermones y clases de catecismo ""Mi maestro ha sido el Espíritu Santo"", decía.

1378. Redacta su famoso libro, Los Diálogos.

Va dictando a dos secretarios todo lo que Dios le va iluminando que debe decir. Este libro ""Los Diálogos"" se volvió famoso y ha hecho enorme bien por más de seis siglos. San Antonio M. Claret decía que él cuando leía el libro de Santa Catalina tenía que tener en la mano un pañuelo porque no hacía sino llorar de emoción.

1379. Habla ante todos los Cardenales reunidos. Les dice que el mejor remedio para los males de la Iglesia Católica es que cada uno se esfuerce por ser santo.

Recorre varias ciudades poniendo la paz entre los bandos que se combatían. La gente la considera una gran santa. Llega la peste, el tifo negro, y mueren miles y miles de personas. Ella va de enfermo en enfermo atendiendo, día y noche. Y a varios les consigue la curación. Ella misma cava las tumbas para los más necesitados y abandondados.

Dicta 400 cartas dando consejos y tratando de convertir y de obtener la paz donde había divisiones y peleas. Sus cartas son notables por la belleza de su estilo. Se cree una gran pecadora y llora mucho de arrepentimiento. Repite miles de veces aquella frase del Salmo 51 ""Oh Señor, crea en mí un corazón puro y no alejes de mí tu Santo Espíritu"".

Por petición del Sumo Pontífice se va a vivir a Roma. Pasa horas y horas rezando en San Pedro. ""Mi más grande deseo es que la Iglesia Católica se vuelva santa"", repetía. ""Oh Cristo: yo deseo amarte cada vez más y sufrir todo por Ti"". ""Si preguntan ¿por qué ha muerto? Digan: ofreció su vida por la Iglesia"".

Año 1380. El 29 de abril muere en Roma a la edad de 33 años.

El Papa Pío II la declaró santa y Pablo VI la proclamó ""Doctora de la Iglesia"".

El cantante Sting homenajea a martir jesuita. Gracias Señor por este testimonio de fe

martes, 27 de abril de 2010

Santa Zita. 27 de abril

(1278)

Una sencilla sirvienta del hogar. Desde los 12 años hasta su muerte sirvió en casa de los Fatinelli de Lucca (Italia), siendo a veces humillada y criticada por ellos. Mereció, no obstante, su respeto gracias a la sincera devoción y a la entrega a su trabajo. El Señor le favoreció con el don de los milagros y carismas extraordinarios. El culto a la sierva de Dios comenzó poco después de su muerte en 1272. Su tumba en la iglesia de San Fridiano fue objeto de veneración y peregrinación por toda clase de gente.
Canonizada en 1696, su nombre entró en el calendario Romano en 1748. Desde Italia su culto pasó ya desde la edad media a todas partes de Europa, sobre todo dentro de las clases populares. Muy vinculada a las asociaciones de jóvenes del servicio domestico.

Historia

Cristo en La CruzSanta Zita nació en Lucca, Italia, en 1218, de una familia campesina pobre, pero muy piadosa.
De pequeñita, bastaba que la mamá le dijera: "Esto agrada a Dios", para que la niña lo hiciera. Y bastaba decirle: "Esto no agrada a Nuestro Señor", para que dejara de hacerlo.
A los 12 años, a causa de la pobreza de la familia tuvo que emplearse de sirvienta en una familia rica. El consejo que le dio la mamá al despedirse de ella fue esto: "En tus acciones y palabras debes pensar: ¿Esto agradará a Dios?". Fue un consejo que le ayudó machismo a comportarse bien.
El jefe de la familia donde Zita fue a trabajar, era de temperamento violento y mandaba con gritos y palabras muy humillantes. Todos los empleados protestaban por este trato tan áspero, menos Zita que lo aceptaba de buena gana para asemejarse a Cristo Jesús que fue humillado y ultrajado.
Las demás empleadas le tenían envidia y la humillaban continuamente con palabras hirientes. Pero jamás Zita respondía a sus ofensas ni guardaba rencor o resentimiento. Los obreros se disgustaban porque ella demostraba aversión a las palabras groseras y a los cuentos inmorales. La tildaban de "besaladrillos" y de "beata". Pero con el correr de los años, todos se fueron dando cuenta de que era una verdadera santa, una gran amiga de Dios.Santa Zita
Era la más consagrada a sus oficios en toda esa inmensa casa y repetía que una piedad que lo lleva a uno a descuidar los deberes y oficios que tiene que cumplir, no es verdadera piedad.
Un hombre quiso irrespetarla en su castidad, y ella le arañó la cara, y lo hizo alejarse. El otro fue con calumnias ante el dueño de la casa y éste la insultó horriblemente. Zita no dijo ni una sola palabra para defenderse. Dejaba a Dios que se encargara de su defensa. Y después se supo toda la verdad y el patrón tuvo que arrepentirse del trato tan injusto que le había dado y creció enormemente su aprecio por aquella humilde sirvienta.
El dinero de su sueldo lo gastaba casi todo en ayudar a los pobres. Dormía en una estera en el puro suelo porque su catre y colchón los había regalado a una familia muy necesitada.
Un día en pleno invierno con varios grados bajo cero, la señora de la casa le prestó su manto de lana para que fuera al templo a oír misa. Pero en la puerta del templo encontró a un pobre tiritando de frío y le dejó el manto. Al volver a casa fue terriblemente regañada por haber dado aquella tela, pero poco después apareció en la puerta de la casa un señor misterioso a traer un hermoso manto de lana. Y no quiso decir quién era él. La gente decía: "Un ángel del Señor vino a visitarnos".
Un día llevaba para los pobres entre los pliegues de su delantal, todo lo que había sobrado del almuerzo, y por el camino se encontró con el furioso jefe de la casa, el cual le preguntó: - ¿Qué lleva ahí?. Ella abrió el delantal y solamente apareció allí un montón de flores.
En época de gran escasez y hambre Zita repartió entre los más pobres unos costales de grano que había en la despensa. Cuando llegó el furibundo capataz de la casa a contar cuántos costales de grado quedaban en el granero, la santa se puso a rezar a Dios para que le solucionara aquel problema. El hombre encontró allí todos los costales de grano. No faltaba ni uno solo. Y nadie se pudo explicar cómo ni cuándo fueron repuestos los que la joven había repartido entre los pobres.
Cuando le quedaba un día libre, lo empleaba en visitar pobres, enfermos y presos, en ayudar a los condenados a muerte.
Estuvo 48 años de sirvienta, demostrando que en cualquier oficio y profesión que sea del agrado de Dios, se puede llegar a una gran santidad.
Murió el 27 de abril de 1278.
Fueron tantos los milagros que se obraron por su intercesión que el Papa Inocencio XII la declaró santa. Y su cuerpo se conservaba incorrupto cuando fue sacado del sepulcro, más de 300 años después de su muerte.
Todavía son miles y miles los peregrinos que van a visitar el sepulcro y el templo de Santa Zita. Y ella sigue dándonos esta gran lección: que en un trabajo humilde se puede ganar una gran gloria para el cielo.

lunes, 26 de abril de 2010

Santo Tomas de Aquino y el Tantum Ergo

Discipulo de San Ignacio de Loyola , San Roberto

-San Toribio de Mogrovejo

El X Congreso Eucarístico Nacional


Congreso Eucarístico Nacional en Toledo (Mayo, 2010): Dicen nuestros Obispos
Al finalizar la última Asamblea Plenaria nuestros Obispos publicaron un Mensaje sobre el Congreso eucarístico nacional que tendrá lugar en Toledo del 27 al 30 de mayo. Conscientes de la importancia de un acto así, del impulso evangelizador que puede tener, y el hecho mismo de reunirse la Iglesia en España para celebrar a Cristo-Eucaristía, preparémonos para este Congreso, oremos por él y por sus frutos, y en la medida de lo posible, asistamos.

Decían nuestros Obispos:


"Queridos hermanos:

“La Eucaristía, presencia salvadora de Jesús en la comunidad de los fieles y su alimento espiritual, es de lo más precioso que la Iglesia puede tener en su caminar por la historia”. (Ecclesia de Eucharistia, 9). Para profundizar en su conocimiento, revitalizar la celebración y la adoración eucarísticas, y vivir la Eucaristía como signo de caridad, los Pastores de la Iglesia en España os invitamos a todos a participar en el X Congreso Eucarístico Nacional, que tendrá lugar en Toledo del 27 al 30 del próximo mes de mayo. Jesucristo, que se entrega por entero en el sacrificio eucarístico, es nuestro alimento y compañía permanente, en el sacramento del amor; un amor que llega hasta el extremo y no conoce medida.



La Conferencia Episcopal Española, siguiendo el itinerario marcado por su Plan Pastoral 2006-2010, cuyo título es precisamente “Yo soy el pan de vida” (Jn. 6, 35), se dispone a celebrar un Congreso Eucarístico que ayude a los católicos españoles a vivir la Eucaristía que nos dejó el Señor, con una mayor intensidad. De este modo, la contemplación, la evangelización que transmite la fe, la vivencia de la esperanza y el servicio de la caridad se fortalecerán en el pueblo cristiano.

Este será el X Congreso Eucarístico Nacional que se celebre en España. El último tuvo lugar en Santiago de Compostela, cuyo lema: “La Eucaristía, alimento del pueblo peregrino”, despierta ahora para nosotros, en pleno Año Santo Jubilar, un eco especial.
El Congreso se ofrece a todos los fieles cristianos, pero los obispos españoles deseamos que llegue sobre todo a los jóvenes. Por eso, el lema está tomado del Salmo 43,4: “Me acercaré al altar de Dios, la alegría de mi juventud”, para poner a los jóvenes también como destinatarios, con la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 en el horizonte. Las palabras del Salmo expresan así mismo que en el creyente hay un profundo deseo de paz y de unidad cuando accede a la fuente de la vida eterna, a la alegría definitiva que hace exclamar al salmista: “Como busca la cierva las corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Señor Dios mío” (Salmo 42, 3)".

domingo, 25 de abril de 2010

Mensaje de amor que el Sagrado Corazón de Jesús lanza al mundo para salvarlo.

Mientras el mundo se atomiza y desintegra por el odio de los hombres y de los pueblos, Jesucristo quiere renovarlo y salvarlo por el amor.

Quiere que se eleven hacia el cielo llamas de amor que neutralicen las llamas del odio y del egoísmo.

A tal efecto, enseñó a Sor M. Consolata Bertrone un Acto de Amor sencillísimo que debía repetir frecuentemente, prometiéndole que cada Acto de Amor salvaría el alma de un pecador y que repararía mil blasfemias.



La fórmula de este Acto es:

"Jesús, María, os amo, salvad las almas"



Allí están los tres amores: Jesús, María, las almas que tanto ama Nuestro Señor y no quiere que se pierdan, habiendo por ellas derramado Su Sangre.

Le decía Jesús: "Piensa en Mí y en las almas. En Mí, para amarme; en las almas para salvarlas (22 de agosto de 1934). Añadía: la renovación de este Acto debe ser frecuente, incesante: Día por día, hora por hora, minuto por minuto"(21 de mayo de 1936).

"Consolata, di a las almas que prefiero un Acto de amor a cualquier otro don que pueda ofrecerme"... "Tengo sed de amor"... (16 de diciembre de 1935).

Este Acto señala el camino del cielo. Con él cumplimos con el mandamiento principal de la Ley: “Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente"... y a tu prójimo como a ti mismo.

Con este continuo Acto de Amor damos a Dios lo más excelente: que es amor a las almas. Con esta Jaculatoria nos podemos comunicar constantemente con Dios. Cada hora, cada minuto, es decir, siempre que lo queremos. Y lo podemos hacer sin esfuerzo, con facilidad. Es una oración perfecta; muy fácil para un sabio como para un ignorante. Tan fácil para un niño como para un anciano; cualquiera que sea puede elevarse a Dios mediante esta forma. Hasta un moribundo puede pronunciarla más con el corazón que con los labios.

Esta oración comprende todo:

Las almas del Purgatorio, las de la Iglesia militante, las almas inocentes, los pecadores, los moribundos, los paganos, todas las almas. Con ella podemos pedir la conversión de los pecadores, la unión de las Iglesias, por la santificación de los sacerdotes, por las vocaciones del estado sacerdotal y religioso. En un acto subido de amor a Dios y a la Santísima Virgen María y puede decidir la salvación de un moribundo, reparar por mil blasfemias, como ha dicho Jesús a Sor Consolata, etc., etc.

"¿Quieres hacer penitencia? ¡Ámame!", dijo Nuestro Señor a Sor Consolata. A propósito, recordemos las palabras de Jesucristo al Fariseo Simón sobre Magdalena penitente: "Le son perdonados muchos pecados, porque ha amado mucho".

Un "Jesús, María, os amo, salvad las almas" pronunciado al levantarse, nos hará sonreír durante el día; nos ayudará a cumplir mejor nuestros deberes, en la oficina, en el campo, en la calle, etc. Se pronuncia con facilidad, sin distraerse y con agrado.

Un "Jesús, María, os amo, salvad las almas", santifica los sudores, suaviza las penas. Convierte la tristeza en alegría. Sostiene y consuela luchas de la vida. Ayuda en las tentaciones. Hace agradable el trabajo. Convierte en alegría el llanto. Fortalece y consuela en las enfermedades. Y trae las bendiciones sobre los trabajos y sobre las familias.

Un "Jesús, María, os amo, salvad las almas". Ayudará a calmar tu indignación, a convertir tu ira en mansedumbre. Sabrás mostrarte benévolo al que te ofende. Devolver bien por mal. Conduce a efectos nobles; palabras verdaderas, obras grandes y sacrificios heroicos, iluminará tu entendimiento con luces sobrenaturales; estimulará el bien, retraerá el mal. Obtendrá el arrepentimiento al pecador; en el justo avivará la fe y le hará suspirar por la felicidad eterna.

Dios merece ser amado por ser nuestro Sumo Bien. Esta Jaculatoria es un dulce cántico para Jesús y María.

¡Cuán dulce es repetirlo frecuentemente! ¡Cuán agradable es avivar el fuego de amor a Dios!

Y habiéndolo pronunciado millares de veces durante tu vida, ¡cuán alegre será tu hora de la muerte, y qué gozosa volará tu alma al abrazo de Jesús y María en el cielo!

Dijo Jesús a Sor Consolata:

"Recuerda que un Acto de amor decide la salvación eterna de un alma y, vale como reparación de mil blasfemias. Sólo en el cielo conocerás su valor y fecundidad para salvar almas".

"No pierdas tiempo, todo Acto de amor es un alma". Cuando tengas tiempo libre y no tengas otra cosa que hacer, toma tu corona del Rosario en tus manos y a cada cuenta repite: "Jesús, María, os amo, salvad las almas"... En cuatro o cinco minutos habrás hecho pasar por tus dedos todas las cuentas y habrás salvado 55 almas de pecadores, habrás reparado por 55.000 blasfemias.

Dice San Agustín: "Quien salva un alma, asegura su propia salvación", y quien salva centenares y millares y hasta millones de almas, con un medio tan fácil y tan sencillo, sin salir de su casa, ¿que premio no tendrá en el cielo?

Nuestro Señor le pedía a Sor Consolata que repitiera frecuentemente ese acto de amor hasta ser incesante, es decir, continuamente, porque continuamente van muchas almas al infierno porque no hay quién las salve... Repitamos todo lo que podamos este Acto de amor: "JESÚS, MARIA, OS AMO SALVAD LAS ALMAS", para que sean muchas las almas que arranquemos al infierno para hacerlas felices eternamente en el cielo. Las almas que salvamos con este Acto de Amor, será un día nuestra corona de gloria en el cielo.

Cuando uno está ocupado con trabajos manuales, se puede repetir este Acto de Amor con la mente y tiene su mismo valor como lo dijo un día Nuestro Señor Jesucristo a Sor Consolata.

Y nosotros por qué no podríamos hacer lo mismo en lugar de perder un tiempo tan precioso en charlas inútiles; repitamos frecuentemente este Acto de Amor, y así acumularemos tesoros preciosísimos para el Cielo.

Los que se salvaron están en el cielo por haber amado a Dios. Los grados de gloria en el cielo se miden por la intensidad del amor que las almas practicaron en la vida.

Sólo entonces nos daremos cuenta de lo que vale un Acto de Amor y de su fecundidad en salvar almas.

Sor Consolata le pidió un día a Jesús: "Jesús enséñame a orar". Y he aquí la Divina respuesta: "¿No sabes orar? ¿Hay acaso oración más hermosa y que sea más grata que el Acto de Amor?"

Aclaración:

Transcribo aquí la pregunta que hice sobre este Acto de Amor, y la respuesta que me dieron las religiosas:



PREGUNTA:

Quisiera saber si la promesa de salvar un alma y reparar por 1000 blasfemias que tiene cada acto de amor "Jesús Maria os amo salvad las almas" es valido también si la repito yo o cualquier persona.

Muchas gracias



RESPUESTA:

Querido Cesar, la promesa de salvar un alma y reparar por 1000 blasfemias que tiene cada acto de amor "Jesús Maria os amo salvad las almas" es valido si tu estás en gracia de Dios.

Para ser una alma pequeñísima no hay que cumplir con ninguna formalidad especial, es suficiente vivir la vida de amor que Jesús ha enseñado a Sor Consolata. Un alma pequeñísima es un alma que quiere amar a Jesús y, como bien sabes, no se puede pensar de amar a Jesús sino cumpliendo todo lo que El quiere, viviendo evangélicamente, frecuentando los sacramentos, sobre todo la confesión frecuente, participando en la Santa Misa, al menos el domingo, rezando diariamente, en fin, viviendo y siendo un buen cristiano.

El pequeño camino de amor es para todas las categorías de personas que se sientan llamadas a caminar en esta vía, incluso para los niños.

Unidas en oración en el Sagrado Corazón de Jesús

Jesús, María os amo, salvad almas!

Las Hermanas Clarisas Capuchinas

Sueño de San Juan Bosco:

LAS DOS COLUMNAS

(Memorias Biográficas de San Juan Bosco, Tomo VII, págs. 169-171)

El 26 de mayo de 1862 Don Bosco había prometido a sus jóvenes que les narraría algo muy agradable en los últimos días del mes. El 30 de mayo, pues, por la noche les contó una parábola o semejanza según él quiso denominarla. He aquí sus palabras: «Os quiero contar un sueño. Es cierto que el que sueña no razona; con todo, yo que os contaría a Vosotros hasta mis pecados si no temiera que salieran huyendo asustados, o que se cayera la casa, se lo voy a contar para su bien espiritual. Este sueño lo tuve hace algunos días. Figúrense que están conmigo a la orilla del mar, o mejor, sobre un escollo aislado, desde el cual no ven más tierra que la que tienen debajo de los pies. En toda aquella superficie líquida se ve una multitud incontable de naves dispuestas en orden de batalla, cuyas proas terminan en un afilado espolón de hierro a modo de lanza que hiere y traspasa todo aquello contra lo cual llega a chocar. Dichas naves están armadas de cañones, cargadas de fusiles y de armas de diferentes clases; de material incendiario y también de libros (televisión, radio, internet, cine, teatro, prensa), y se dirigen contra otra embarcación mucho más grande y más alta, intentando clavarle el espolón, incendiarla o al menos hacerle el mayor daño posible.

A esta majestuosa nave, provista de todo, hacen escolta numerosas navecillas que de ella reciben las órdenes, realizando las oportunas maniobras para defenderse de la flota enemiga. El viento le es adverso y la agitación del mar favorece a los enemigos. En medio de la inmensidad del mar se levantan, sobre las olas, dos robustas columnas, muy altas, poco distante la una de la otra. Sobre una de ellas campea la estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: Auxilium Christianorum. Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con estas palabras: Salus credentium. El comandante supremo de la nave mayor, que es el Romano Pontífice, al apreciar el furor de los enemigos y la situación apurada en que se encuentran sus leales, piensa en convocar a su alrededor a los pilotos de las naves subalternas para celebrar consejo y decidir la conducta a seguir. Todos los pilotos suben a la nave capitaneada y se congregan alrededor del Papa. Celebran consejo; pero al comprobar que el viento arrecia cada vez más y que la tempestad es cada vez más violenta, son enviados a tomar nuevamente el mando de sus naves respectivas.

Restablecida por un momento la calma, el Papa reúne por segunda vez a los pilotos, mientras la nave capitana continúa su curso; pero la borrasca se torna nuevamente espantosa. El Pontífice empuña el timón y todos sus esfuerzos van encaminados a dirigir la nave hacia el espacio existente entre aquellas dos columnas, de cuya parte superior todo en redondo penden numerosas áncoras y gruesas argollas unidas a robustas cadenas. Las naves enemigas dispónense todas a asaltarla, haciendo lo posible por detener su marcha y por hundirla. Unas con los escritos, otras con los libros, con materiales incendiarios de los que cuentan gran abundancia, materiales que intentan arrojar a bordo; otras con los cañones, con los fusiles, con los espolones: el combate se torna cada vez más encarnizado. Las proas enemigas chocan contra ella violentamente, pero sus esfuerzos y su ímpetu resultan inútiles. En vano reanudan el ataque y gastan energías y municiones: la gigantesca nave prosigue segura y serena su camino. A veces sucede que por efecto de las acometidas de que se le hace objeto, muestra en sus flancos una larga y profunda hendidura; pero apenas producido el daño, sopla un viento suave de las dos columnas y las vías de agua se cierran y las brechas desaparecen.

Disparan entretanto los cañones de los asaltantes, y al hacerlo revientan, se rompen los fusiles, lo mismo que las demás armas y espolones. Muchas naves se abren y se hunden en el mar. Entonces, los enemigos, encendidos de furor comienzan a luchar empleando el arma corta, las manos, los puños, las injurias, las blasfemias, maldiciones, y así continúa el combate. Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente. Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan. El Pontífice es herido una segunda vez, cae nuevamente y muere. Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible. Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante. Los pilotos reunidos lo han elegido inmediatamente; de suerte que la noticia de la muerte del Papa llega con la de la elección de su sucesor. Los enemigos comienzan a desanimarse. El nuevo Pontífice, venciendo y superando todos los obstáculos, guía la nave hacia las dos columnas, y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende de la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia; y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada. Entonces se produce una gran confusión.

Todas las naves que hasta aquel momento habían luchado contra la embarcación capitaneada por el Papa, se dan a la huida, se dispersan, chocan entre sí y se destruyen mutuamente. Unas al hundirse procuran hundir a las demás. Otras navecillas que han combatido valerosamente a las órdenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas. Otras naves, que por miedo al combate se habían retirado y que se encuentran muy distantes, continúan observando prudentemente los acontecimientos, hasta que, al desaparecer en los abismos del mar los restos de las naves destruidas, bogan aceleradamente hacia las dos columnas, llegando a las cuales se aseguran a los garfios pendientes de las mismas y allí permanecen tranquilas y seguras, en compañía de la nave capitana ocupada por el Papa. En el mar reina una calma absoluta. Al llegar a este punto del relato, San Juan Bosco preguntó a Beato Miguel Rúa: —¿Qué piensas de esta narración? Beato Miguel Rúa contestó: —Me parece que la nave del Papa es la Iglesia de la que es Cabeza: las otras naves representan a los hombres y el mar al mundo. Los que defienden a la embarcación del Pontífice son los leales a la Santa Sede; los otros, sus enemigos, que con toda suerte de armas intentan aniquilarla.

Las dos columnas salvadoras me parece que son la devoción a María Santísima y al Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Beato Miguel Rúa no hizo referencia al Papa caído y muerto y San Juan Bosco nada dijo tampoco sobre este particular. Solamente añadió: —Has dicho bien. Solamente habría que corregir una expresión. Las naves de los enemigos son las persecuciones. Se preparan días difíciles para la Iglesia. Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación a lo que tiene que suceder. Los enemigos de la Iglesia están representados por las naves que intentan hundir la nave principal y aniquilarla si pudiesen. ¡Sólo quedan dos medios para salvarse en medio de tanto desconcierto! Devoción a María Santísima. Frecuencia de Sacramentos: Comunión frecuente, empleando todos los recursos para practicarlos nosotros y para hacerlos practicar a los demás siempre y en todo momento. ¡Buenas noches! Las conjeturas que hicieron los jóvenes sobre este sueño fueron muchísimas, especialmente en lo referente al Papa; pero Don Bosco no añadió ninguna otra explicación. Cuarenta y ocho años después —en A.D. 1907— el antiguo alumno, canónigo Don Juan Ma. Bourlot, recordaba perfectamente las palabras de San Juan Bosco. Hemos de concluir diciendo que César Chiala y sus compañeros, consideraron este sueño como una verdadera visión o profecía.

viernes, 23 de abril de 2010

Homenaje filial de desagravio a Su Santidad Benedicto XVI


Ubi Petrus, ibi Ecclesia

Homenaje filial de desagravio a Su Santidad Benedicto XVI

En las últimas semanas, Su Santidad Benedicto XVI ha sido blanco de una odiosa campaña de ataques a propósito de los abusos cometidos por sacerdotes contra menores de edad, que el Papa se ha esforzado notoriamente en investigar, castigar y reparar.

Con el apoyo pernicioso de ciertos sectores de la prensa y de grupos que se ufanan en atacar todo lo que se refiere a Dios y a la Iglesia, este verdadero “tsunami publicitario” busca ultrajar la dignidad y la santidad de la Cátedra de Pedro, para minar la influencia de la Iglesia en la sociedad.
Por eso le invitamos a enviar su firma de apoyo y desagravio al Santo Padre.

Es necesario mostrar a los perseguidores de la Iglesia que no pueden contar con nuestra omisión o indiferencia.

Vea aquí cómo Ud. puede firmar este desagravio a Benedicto XVI ante los ataques y calumnias de las últimas semanas.

Después de enviar la carta, vuelva a esta página y recomiéndela a sus amigos para que ellos puedan participar. Para hacerlo, pulse el vínculo “Recomiende esta página” y rellene el formulario. Puede repetir la operación para enviar a más gente.

jueves, 22 de abril de 2010

COMO SE HA DE HACER LA CONFESION GENERAL. San Francisco de Sales nos da consejos

He aquí, pues, amada Filotea, las meditaciones que se requieren para nuestro objeto. Una vez hechas, ve, con espíritu de humildad, a hacer tu confesión general; pero te ruego que no te dejes perturbar por ninguna aprensión. El escorpión, que nos ha herido, es venenoso cuando nos pica, pero, una vez reducido a aceite, es un remedio contra su propia picadura. Sólo cuando lo cometemos, es vergonzoso el pecado, pero, al convertirse en confesión y en penitencia, es honroso y saludable. La confesión y la contrición son tan bellas y de tan buen olor, que borran la fealdad y disipan el hedor del pecado. Simón el leproso dijo que Magdalena era pecadora, pero Nuestro Señor dijo que no, y ya no habló de otra cosa sino de los perfumes que derramó y de la grandeza de su amor. Si somos humildes, Filotea, nuestro pecado nos desagradará infinitamente, porque es ofensa de Dios; pero la acusación de nuestro pecado nos será dulce y amable, porque Dios es honrado en ella: decir al médico lo que nos molesta es, en cierta manera, un alivio. Cuando llegues a la presencia de tu padre espiritual, imagínate que te encuentras en la montaña del Calvario, a los pies de Jesucristo crucíficado, destilando por todas partes su preciosísima sangre, para lavar tus iniquidades; porque, aunque no sea la propia sangre del Salvador, es, empero, el mérito de su sangre derramada el que rocía abundantemente a los penitentes, alrededor de los confesionarios. Abre, pues, bien tu corazón, para que salgan de él los pecados, por la confesión, porque, conforme vayan saliendo, entrarán en él los méritos de la pasión divina para llenarlo de bendiciones.

Pero dilo todo sencilla e ingenuamente, tranquilizando de una vez tu conciencia. Y, hecho esto, escucha los avisos y lo que ordene el siervo de Dios, y di de todo corazón: «Habla, Señor, que tu sierva escucha». Sí, Fílotea, es Dios a quien escuchas, pues Él ha dicho a sus representantes: «El que a vosotros oye, a Mí me oye». Toma después, en tu mano, la siguiente promesa, que es el remate de toda tu contrición y que has de haber meditado y considerado antes; léela atentamente y con todo el sentimiento que te sea posible.

miércoles, 21 de abril de 2010

Cardenal Nguyen van Thuân: En un campo de concentración



Quiero rendirle homenanje a este Sacerdote Obispo Cardenal santo . Su vida fue un camino de esperanza.




Testigos de esperanza

Cuando en 1975 me metieron en la cárcel, se abrió camino dentro de mí una pregunta angustiosa: " ¿Podré seguir celebrando la Eucaristía?". Fue la misma pregunta que más tarde me hicieron los fieles. En cuento me vieron, me preguntaron: "¿Ha podido celebrar la Santa misa?".

En el momento en que vino a faltar todo, la Eucaristía estuvo en la cumbre de nuestros pensamientos: el pan de vida. "Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne por la villa del mundo" (Jn 6, 51).

¡Cuántas veces me acordé de la frase de los mártires de Abitene (s. IV), que decían: Sine Dominico non possumus! "¡No podemos vivir sin la celebración de la Eucaristía! ".

En todo tiempo, y especialmente en época de persecución, la Eucaristía ha sido el secreto de la villa de los cristianos: la comida de los testigos, el pan de la esperanza.

Eusebio de Cesarea recuerda que los cristianos no dejaban de celebrar la Eucaristía ni siquiera en medio de las persecuciones: "Cada lugar donde se sufría era para nosotros un sitio para celebrar..., ya fuese un campo, un desierto, un barco, una posada, una prisión...". El Martirologio del siglo XX está lleno de narraciones conmovedoras de celebraciones clandestinas de la Eucaristía en campos de concentración. ¡Porque sin la Eucaristía no podemos vivir la vida de Dios!


"En memoria mía"

En la última cena, Jesús vive el momento culminante de su experiencia terrena: la máxima entrega en el amor al Padre y a nosotros expresada en su sacrificio, que anticipa en el cuerpo entregado y en la sangre derramada.

Él nos deja el memorial de este momento culminante, no de otro, aunque sea espléndido y estelar, como la transfiguración o uno de sus milagros. Es decir, deja en la Iglesia el memorial presencia de ese momento supremo del amor y del dolor en la cruz, que el Padre hace perenne y glorioso con la resurrección. Para vivir de Él, para vivir y morir como Él.

Jesús quiere que la Iglesia haga memoria de El y viva sus sentimientos y sus consecuencias a través de su presencia viva. "Haced esto en memoria mía" (cf. I Co 11, 25).

Vuelvo a mi experiencia. Cuando me arrestaron, tuve que marcharme enseguida, con las manos vacías. Al día siguiente me permitieron escribir a los míos, para pedir lo más necesario: ropa, pasta de dientes... Les puse: "Por favor, enviadme un poco de vino como medicina contra el dolor de estómago". Los fieles comprendieron enseguida.

Me enviaron una botellita de vino de misa, con la etiqueta: "medicina contra el dolor de estómago", y hostias escondidas en una antorcha contra la humedad.

La policía me preguntó:

–¿Le duele el estómago?

–Sí.

–Aquí tiene una medicina para usted.

Nunca podré expresar mi gran alegría: diariamente, con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de la mano, celebré la misa. ¡Éste era mi altar y ésta era mi catedral! Era la verdadera medicina del alma y del cuerpo: "Medicina de inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir siempre en Jesucristo", como dice Ignacio de Antioquía.

A cada paso tenía ocasión de extender los brazos y clavarme en la cruz con Jesús, de beber con él el cáliz más amargo. Cada día, al recitar las palabras de la consagración, confirmaba con todo el corazón y con toda el alma un nuevo pacto, un pacto eterno entre Jesús y yo, mediante su sangre mezclada con la mía. ¡Han sido las misas más hermosas de mi vida!


Quien come de mí vivirá por mí

Así me alimenté durante años con el pan de la vida y el cáliz de la salvación.

Sabemos que el aspecto sacramental de la comida que alimenta y de la bebida que fortalece sugiere la vida que Cristo nos da y la transformación que él realiza: "El efecto propio de la Eucaristía es la transformación del hombre en Cristo", afirman los Padres. Dice León Magno: "La participación en el cuerpo y la sangre de Cristo no hace otra cosa que transformarnos en lo que tomamos". Agustín da voz a Jesús con esta frase: "Tú no me cambiarás en ti, como la comida de la carne, sino que serás transformado en mí". Mediante la Eucaristía nos hacemos ?como dice Cirilo de Jerusalén? "concorpóreos y consanguíneos con Cristo". Jesús vive en nosotros y nosotros en Él, en una especie de "simbiosis" y de mutua inmanencia: Él vive en mí, permanece en mí, actúa a través de mí.


La Eucaristía en el campo de reeducación

Así, en la prisión, sentía latir en mi corazón el corazón de Cristo. Sentía que mi vida era su vida, y la suya era la mía.

La Eucaristía se convirtió para mí y para los demás cristianos en una presencia escondida y alentadora en medio de todas las dificultades. Jesús en la Eucaristía fue adorado clandestinamente por los cristianos que vivían conmigo, como tantas veces ha sucedido en los campos de concentración del siglo XX.

En el campo de reeducación estábamos divididos en grupos de 50 personas; dormíamos en un lecho común; cada uno tenía derecho a 50 cm. Nos arreglamos para que hubiera cinco católicos conmigo. A las 21.30 había que apagar la luz y todos tenían que irse a dormir. En aquel momento me encogía en la cama para celebrar la misa, de memoria, y repartía la comunión pasando la mano por debajo de la mosquitera. Incluso fabricamos bolsitas con el papel de los paquetes de cigarrillos para conservar el Santísimo Sacramento y llevarlo a los demás. Jesús Eucaristía estaba siempre conmigo en el bolsillo de la camisa.

Una vez por semana había una sesión de adoctrinamiento en la que tenía que participar todo el campo. En el momento de la pausa, mis compañeros católicos y yo aprovechábamos para pasar un saquito a cada uno de los otros cuatro grupos de prisioneros: todos sabían que Jesús estaba en medio de ellos. Por la noche, los prisioneros se alternaban en turnos de adoración. Jesús eucarístico ayudaba de un modo inimaginable con su presencia silenciosa: muchos cristianos volvían al fervor de la fe. Su testimonio de servicio y de amor producía un impacto cada vez mayor en los demás prisioneros. Budistas y otros no cristianos alcanzaban la fe. La fuerza del amor de Jesús era irresistible.

Así la oscuridad de la cárcel se hizo luz pascual, y la semilla germinó bajo tierra, durante la tempestad. La prisión se transformó en escuela de catecismo. Los católicos bautizaron a sus compañeros; eran sus padrinos.

En conjunto fueron apresados cerca de 300 sacerdotes. Su presencia en varios campos fue providencial, no sólo para los católicos, sino que fue la ocasión para un prolongado diálogo interreligioso que creó comprensión y amistad con todos.

Así Jesús se convirtió –como decía Santa Teresa de Jesús– en el verdadero "compañero nuestro en el Santísimo Sacramento". Un solo pan, un solo cuerpo. Y Jesús nos ha hecho ser Iglesia. "Porque uno solo es el pan, aun siendo muchos, un solo cuerpo somos, pues todos participamos del mismo pan" (1 Co 10, 17). He ahí la Eucaristía que hace a la Iglesia: el cuerpo eucarístico que nos hace Cuerpo de Cristo. O con la imagen joánica: todos nosotros somos una misma vid, con la savia vital del Espíritu que circula en cada uno y en todos (cf. Jn 15).

Sí, la Eucaristía nos hace uno en Cristo. Cirilo de Alejandría recuerda: "Para fundirnos en unidad con Dios y entre nosotros, y para amalgamarnos unos con otros, el Hijo unigénito... inventó un medio maravilloso: por medio de un solo cuerpo, su propio cuerpo, él santifica a los fieles en la mística comunión, haciéndolos concorpóreos con él y entre ellos".

Somos una sola cosa: ese "uno" que se realiza en la participación en la Eucaristía". El Resucitado nos hace "uno" con Él y con el Padre en el Espíritu. En la unidad realizada por la Eucaristía y vivida en el amor recíproco, Cristo puede tomar en sus manos el destino de los hombres y llevarlos a su verdadera finalidad: un solo Padre y todos hermanos.


Padre nuestro, pan nuestro

Si tomamos conciencia de lo que realiza la Eucaristía, ésta nos hace enlazar inmediatamente las dos palabras de la oración dominical: "Padre nuestro" y "pan nuestro". Da testimonio de ello la Iglesia de los orígenes: "Se mantenían constantes... en la fracción del pan", narran los Hechos de los Apóstoles (2, 42). E indican su reflejo inmediato: "La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían en común" (Hch 4, 32).

Si Eucaristía y comunión son dos caras inseparables de la misma realidad, esta comunión no puede ser únicamente espiritual. Estamos llamados a dar al mundo el espectáculo de comunidades donde se tenga en común no sólo la fe, sino que se compartan verdaderamente gozos y penas, bienes y necesidades espirituales y materiales.

El ministerio que desarrollo dentro de la Curia Romana al servicio de la justicia y de la paz me hace especialmente sensible a esta instancia. Urge testimoniar que el cuerpo de Cristo es verdaderamente "carne para la vida del mundo".

Todos sabemos cómo, en los dos siglos que acaban de pasar, muchas personas que sentían la exigencia de una verdadera justicia social, al no hallar en el ámbito cristiano un testimonio claro y fuerte, han recurrido a falsas esperanzas. Y todos nosotros hemos asistido a verdaderas tragedias, bien sólo escuchando hablar de ellas, bien pagando personalmente.

En nuestros días el problema social no ha disminuido en absoluto. Desgraciadamente, gran parte de la población mundial sigue viviendo en la miseria más inhumana. Se está caminando hacia la globalización en todos los campos, pero esto puede agravar más que resolver los problemas. Falta un auténtico principio unificador, que una, valorando y no masificando a las personas. Falta el principio de la comunión y de la fraternidad universal: Cristo, pan eucarístico que non hace uno en él y non enseña a vivir según un estilo eucarístico de comunión.

Los cristianos estamos llamados a dar esta aportación esencial. Lo entendieron muy bien los cristianos de los primeros siglos. Leemos en la Didaché: "Pues si sois copartícipes en la inmortalidad, ¿cuánto más en los bienes corruptibles?". Juan Crisóstomo exhorta a estar atentos a la presencia de Cristo en el hermano cuando celebramos la Eucaristía: "Aquel que dijo: "Esto es mi cuerpo"... v que os ha garantizado con su palabra la verdad de las cosas, ha dicho también: lo que os hayáis negado a hacerle al más pequeño, me lo habéis negado a mí". Consciente de ello, Agustín había construido en Hipona una "domus caritatis" cerca de su catedral. Y san Basilio había creado una ciudadela de la caridad en Cesarea. Afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: "La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros, debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos (cf. Mt 25, 40)".

Pero la función social de la Eucaristía va más allá. Es necesario que la Iglesia que celebra la Eucaristía sea también capaz de cambiar las estructuras injustas de este mundo en formas nuevas de socialidad, en sistemas económicos donde prevalezca el sentido de la comunión y no del provecho.

Pablo VI acuñó este estupendo programa: "Hacer de la mina una escuela de profundidad espiritual y una tranquila pero comprometida palestra de sociología cristiana".

Jesús, Pan de vida, impulsa a trabajar para que no falte el pan que muchos necesitamos todavía: el pan de la justicia y de la paz, allá donde la guerra amenaza y no se respetan los derechos del hombre, de la familia, de los pueblos; el pan de la verdadera libertad, allí donde no rige una justa libertad religiosa para profesar abiertamente la propia fe; el pan de la fraternidad, donde no se reconoce y realiza el sentido de la comunión universal en la paz y en la concordia; el pan de la unidad entre los cristianos, aún divididos, en camino para compartir el mismo pan y el mismo cáliz.


Tomado de www.unav.es/capellaniauniversitaria
Las citas son de Testigos de esperanza, de Nguyen van Thuan, Edit. Ciudad Nueva, 2000

lunes, 19 de abril de 2010

Compartiremos poemas, dichos y todo sobre San Juan de la Cruz en este panel


¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!

(San Juan De La Cruz. Poema 3. Obras Completas, p. 56)

Compartiremos en esta entrada frases y dichos de Santa Teresa de Avila.

Hermano te espero participando.
Aqui va una frase compartida de la santa


“Andemos en verdad delante de Dios y de las gentes, en especial no queriendo que nos tengan por mejores de lo que somos, y en nuestras obras dando a Dios lo que es suyo y a nosotras lo que es nuestro y procurando sacar en todo la verdad..Nuestro Señor es tan amigo de la humildad, y la humildad es andar en verdad…plega ...a Dios, nos haga merced de no salir jamás de este propio conocimiento”.

viernes, 16 de abril de 2010

Feliz Cumpleaños Su Santidad Benedicto XVI


Hoy día 16 de abril es el cumpleaños de Su Santidad Benedicto XVI y el día 24 de este mismo mes será el quinto aniversario de la inauguración de su Pontificado.

Nos unimos en oracion con toda la Iglesia y celebramos su dia.
amen


Adriana

martes, 13 de abril de 2010

lunes, 12 de abril de 2010

La voz del Santo Padre Pio de Pietrelcina







DON ARTÉMIDES ZATTI. Un venerable argentino



Beato

El enfermero santo de la Patagonia


Algunos datos biográficos

Nació en Boretto (Reggio Emilia, Italia) el 12 de octu-
bre de 1880.
Llegó a la Argentina como inmigrante, a la ciudad de
Bahía Blanca, con sus padres y hermanos, en 1897.
Ingresó al aspirantado (seminario) salesiano, donde
enfermó de tuberculosis.
Trasladado a Viedma, pidió a la Virgen su curación y
prometió dedicarse a los enfermos que lo rodeaban.
Como Coadjutor Salesiano (laico consagrado) se dedi-
có durante más de 40 años a los enfermos del hospital
San José, de Viedma.
Fue encargado y administrador del hospital, que recibía
enfermos de toda la región, ante la indiferencia, y
a veces la oposición, de las autoridades locales.
Se ocupó celosamente de la salud corporal y espiritual
de todos los enfermos, especialmente de los más pobres.
Murió en Viedma, el 15 de marzo de 1951.

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Don Zatti


Sus restos descansan en el atrio de la parroquia San Juan Bosco de Viedma, en espera
del Día del Señor.
Enseguida se lo empezó a llamar "el enfermero santo de la Patagonia"
y "el pariente de todos los pobres".
Actualmente el hospital municipal de Viedma lleva el nombre de Artémides Zatti.
Lo mismo que una de las calles más importantes de la ciudad.
En la esquina del hospital, un monumento da testimonio del afecto de la población.





Oración para pedir gracias por su intercesión

Señor Jesús.
Tú llamaste a don Zatti, salesiano coadjutor,
para servir a los pobres y necesitados.
Tú le diste la fuerza para entregarse
con alegría y sin descanso a sus hermanos enfermos.
Tú lo hiciste un hombre bueno,
que supo vivir fielmente tu Evangelio
en el trabajo cotidiano y en el sacrificio escondido.
Te pedimos la alegría de verlo brillar en el cielo de tus santos
y de dar también nosotros testimonio de tu Luz.
Te pedimos por su intercesión la gracia de .....................
Amén.

Novena para pedir gracias
1. Rece la oración anterior, con fe y confianza, por 9 días seguidos.
2. Haga cada día una obra de caridad en favor de los enfermos y necesitados.
3. Tome el compromiso de confesarse y comulgar.
4. Si puede, dé a conocer la gracia recibida y colabore con una limosna.





Estado de la Causa de Canonización

En 1976 se solicita a la Conf. Episcopal Argentina la introducción de la Causa.
El 31 de mayo de 1977 el Obispo de Viedma solicita a la Congregación para las
Causas de los Santos la autorización para iniciar la Causa, la cual es concedida
el 1 de junio de 1979.

El 22 de marzo de 1980 se abre el Proceso de Reconocimiento en Viedma.
Y el 24 de mayo de 1981 se eleva lo actuado a la Congregación romana.
El 10 de diciembre se trasladan los restos a la iglesia del Sgdo. Corazón de Jesús,
en la Parroquia San Juan Bosco de Viedma.
En marzo de 1985, tras ser declarado válido el Proceso de Reconocimiento,
la Causa es confiada al Relator General, que termina su informe en junio de 1990.
El 7 de julio de 1997 Artémides Zatti es declarado Venerable.

El 14 de abril de 1998 se establece el Tribunal Eclesiástico en Buenos Aires para
estudiar un presunto milagro. Y el 27 de noviembre la Congregación para las
Causas de los Santos aprueba lo actuado.
El 9 de marzo del año 2000 este milagro es aceptado por los expertos.
El 24 de abril del 2001 el Papa firma el decreto de conclusión de la causa de beatificación.
El 14 de abril de 2002 Artémides Zatti es declarado Beato.
Su fiesta es el 15 de marzo.


Causa de canonización del venerable Artémides Zatti:
* Casilla de correo 52 - (8500) Viedma - Argentina
* Vieytes 150 - (8000) Bahía Blanca - Argentina
* O también puede ponerse en contacto con el Obispado de Viedma

Más información sobre su vida y obra
puede encontrarse en el libro Artémides Zatti, por Néstor Alfredo Noriega, Ed. Didascalia

La dificultad de lo sencillo por un cartujo

Esto es sencillo. Es infinitamente sencillo. Y eso es, tal vez, lo que hace la cosa tan difícil para mí. Se parece un poco a la historia de Naamán el Sirio que estaba dispuesto a someterse a cualquier tipo de pruebas difíciles pero que no aceptaba la idea de que Dios le podía curar tan solo con bañarse en el Jordán fiándose de la palabra de Eliseo.

Me gustaría mucho que me dijeran que la calidad de mi encuentro con Dios es obra mía. Serían mis cualidades, mis virtudes, las que agradarían a Dios y le atraerían a mi corazón. Gracias a mis esfuerzos yo llegaría a ser santo a mis propios ojos y ante los ojos del Todopoderoso. ¿No nos seduciría este programa, a pesar de ser costoso y exigente?

Por el contrario, el camino propuesto por Dios nos desvía tanto que dudamos muchísimo antes de lanzarnos en él y, si empezamos con un paso indeciso, nos quedamos con la impresión de que falta seriedad en nuestro deseo de gustar a Dios.

Sin embargo ¿no es éste el sentido de la primera de las bienaventuranzas? “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos será el Reino de los cielos” (Mt 5,3). ¿Que Reino es éste sino el que pedimos una y mil veces en el Padrenuestro? “Padre, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino”. El reino que se nos propone es poder glorificar el nombre del Padre; poder decirle que él es verdaderamente nuestro Padre porque nos engendra como a hijos suyos. Pero, para esto, hay que ser pobres y nosotros tenemos miedo. Estamos expuestos a la tentación del joven rico que se retiró hundido en la tristeza porque poseía grandes riquezas. Y aunque todas nuestras riquezas sean falsas, nos sentimos seguros teniéndolas porque en lo más profundo de nosotros mismos tenemos miedo a ser pobres en espíritu.

Tal vez éste es el principal obstáculo que nos disuade de entregarnos a la oración del corazón. Parece que es algo que está por encima de nuestras fuerzas presentarnos ante Dios sin tener nada más para ofrecerle que nuestra pobreza, una pobreza que nos da miedo porque es la de nuestras heridas, nuestra extrema indigencia espiritual, nuestra incapacidad para franquear por nuestras solas fuerzas la distancia que nos separa de la santidad de Dios.

Como hijos nacidos de la fe por un cartujo

A decir verdad, tengo la impresión de que no soy un socio muy atractivo para Dios. ¿Pero es ésta la respuesta que espera de mí? Dios ha enviado a su Hijo para encontrarme a mí, tal y como soy en la realidad que estoy viviendo hoy. Desde este punto hay que intentar tener una mirada de fe de la situación. ¿Consistirá el proyecto de Dios en ponerse en contacto con seres sin tacha, sin defectos y sin debilidades? ¿O más bien nos dice lo contrario? El Padre ha enviado a su Hijo para cogernos sobre sus hombros, perdidos y heridos como estamos, y llevarnos al aprisco donde se puede gozar de la inmensa alegría de ver cómo los pecadores acogen en sus corazones a Jesús.

Nos estamos aproximando paso a paso a lo que constituye la oración teologal: el encuentro en mi ser real de hoy con Dios que viene a mí no para rechazarme ni para condenarme, sino para hacer de mí su hijo nacido en la fe:

“A los que creen en su nombre los ha permitido llegar a ser hijos de Dios” (Jn 1,12).

El tres veces Santo no exige como preámbulo a nuestro encuentro que yo sea perfecto, que tenga obras importantes que ofrecerle ni que sea capaz de servirle en el futuro. Todo esto no le interesa. No me pone ninguna condición. El único elemento indispensable para que el nacimiento se produzca es que yo tenga fe en su amor y que desee sinceramente ser transformado. Si pudiera ofrecerle una huella de esta fe, todo sería posible.

El sacramento del hermano por un cartujo

Muchas veces me acuerdo de otra dificultad tanto en mi vida personal como en la existencia religiosa de los que están a mi alrededor. Aunque las relaciones que mantengamos con nuestro entorno sean cordiales, es difícil afirmar que siempre estamos dispuestos a establecer con ellos verdaderas relaciones de intimidad. Si ocurre así con un hermano mío al que puedo ver ¿cómo no imaginar que este mismo fenómeno no se produce también con Dios al que no veo? Si existe de verdad un lugar donde el sacramento del hermano sea eficaz es en el encuentro auténtico con nuestro amado Señor. La ventaja del sacramento del hermano consiste en que se sitúa en un nivel en el que nos resulta difícil negar un cierto número de evidencias que escapan fácilmente en nuestro corazón cuando intentamos preparar los caminos del Altísimo.

De hecho ¿qué me enseña la experiencia del encuentro con mi hermano? ¿Soy lo suficientemente acogedor como para dejarle penetrar en lo más profundo de mi ser? O, por el contrario, ¿tal vez estoy demasiado protegido, blindado, lleno de rechazos? Esas fortalezas interiores forman parte de mi fisonomía secreta; cumplen pues necesariamente su papel en la oración y son obstáculo para la marcha del Señor en la búsqueda del camino que conduce al santuario íntimo de mi corazón.

Si yo observo la marcha del encuentro con mi hermano en otro sentido, es decir, cuando yo soy la persona que se esfuerza en ir hacia él, ¿soy mejor actor? No lo creo. Estoy pensando por ejemplo en todas las formas de agresividad que instintivamente se movilizan en mí frente a cualquier otro ser humano: muy a menudo adopto una actitud lejana frente a la atención delicada y afectuosa que con razón se espera de mí. A lo mejor esto es una expresión del miedo de otro o mía pero el hecho es que esos reflejos entran en juego en mis relaciones con el hermano y con el Señor.

Perdóname por haber hablado tanto sobre esas observaciones que sin lugar a duda te parecerán fastidiosas o descorazonadoras, pero escucha lo que nos aconseja el mismo Jesús:

“¿Quién de vosotros si quiere edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” (Lc 14, 28).

Igual ocurre en el presente caso. ¿No parecería una broma pesada hablar de la construcción de una torre para el encuentro íntimo con Dios sin ni siquiera preocuparse por saber si tenemos el terreno libre para echar los cimientos? Es inútil intentar un verdadero encuentro de mi yo con el Padre en la libertad de los hijos de Dios si desde el principio no me doy cuenta de que estoy atado a miles de costumbres, y que liberarme de ellas representaría una tarea bastante dura que, en última instancia, es el Señor el único que puede realizarla completamente.

viernes, 9 de abril de 2010

Santa Teresita del Niño Jesus y los soldados de la primera guerra mundial

...Al comenzar la Primera Guerra Mundial en 1914, ¡Santa Teresa apareció unas 40 veces en varios campo de batalla, algunas veces llevando una cruz en su mano, otras un sable! Los soldados la vieron; ella habla con ellos tranquilamente, resuelve sus dudas, vence sus tentaciones y calma sus temores. Ella los protege, los consuela y los convierte.

Los soldados franceses la invocaban como “mi pequeña hermana de las trincheras“, “el ángel de las batallas” y “mi querido pequeño Capitán“. Un soldado escribió, “De hecho, esa gentil Santa será la gran heroína de esta guerra“. Otro comentó, “Pienso en ella cuando truena el cañón con gran estruendo“.

Son innumerables las piezas de artillería y los aviones bautizados con el nombre de Hermana Teresa; regimientos enteros fueron consagrados a ella. En su convento de Lisieux, se encuentran Incontables reliquias de la santa que detuvieron milagrosamente balas de fusil como un real escudo, salvando las vidas de los soldados que las portaban. Ellas son un testimonio de los grandes prodigios de aquella que, de hecho, “murió con las armas en la mano“. [11]

Autor: Luis C. Azevedo
extraido
http://santateresitadelisieux.blogspot.

LA CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA . Hacela a las tres de la tarde Jesus prometio grandes gracias para aquellos que lo hagan

(se reza utilizando el rosario)

Jesús dijo a Sor Faustina (1, 197): Rezarás este rosario de la siguiente forma:

Primero, dirás un PADRENUESTRO, un AVEMARÍA y un CREDO.

Después, en las cuentas del rosario correspondientes al PADRENUESTRO, dirás las siguientes palabras:

Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y de los del mundo entero.

En las cuentas del AVEMARÍA, dirás las siguientes palabras:

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Para terminar, díganse tres veces estas palabras:

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

LA FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA. Este domingo acerca a la Misa y recibe la gracia del perdon de todos los pecados.


"Deseo conceder el perdón total a las almas que se acerquen a la confesión,
y reciban la Santa Comunión el día de la Fiesta de Mi misericordia."

Santa Faustina - D. 1109



Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor, mi alma estaba llena del temor, pero también de una gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero. (47)

Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y sobretodo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como Mi gloria. (48)

Cuando lo dije al confesor (48), recibí como respuesta que ese se refería a mi alma. Me dijo: Pinta la imagen de Dios en tu alma. Cuando salí del confesionario, oí nuevamente estas palabras: Mi imagen está en tu alma. Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia. (49)

Hija Mía, mira hacia el abismo de Mi misericordia y rinde honor y gloria a esta misericordia Mía, y hazlo de este modo: Reúne a todos los pecadores del mundo entero y sumérgelos en el abismo de Mi misericordia. Deseo darme a las almas, deseo las almas, hija Mía. El día de Mi Fiesta, la Fiesta de la Misericordia - recorrerás el mundo entero y traerás a las almas desfallecidas a la fuente de Mi Misericordia. Yo las sanaré y las fortificaré. (206)

Una vez, cuando el confesor me mandó preguntar al Señor Jesús por el significado de los dos rayos que están en esta imagen; contesté que sí, que se lo preguntaría al Señor.

Durante la oración oí interiormente estas palabras: Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas...

Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza.

Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios. Deseo que el primer domingo después de la Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia. (299)

+ Pide a Mi siervo fiel (132) que en aquel día hable al mundo entero de esta gran misericordia Mía; que quien se acerque ese día a la Fuente de Vida, recibirá el perdón total de las culpas y de las penas. (300)

El primer domingo después de la Pascua de Resurrección, es decir, Fiesta de la Misericordia del Señor, clausura del Jubileo de Redención. Cuando fuimos a esta solemnidad, el corazón me latía de alegría por estar unidas estas dos solemnidades tan estrechamente. Pedí a Dios la misericordia para las almas pecadoras. Cuando terminó el oficio y el sacerdote tomó el Santísimo Sacramento para impartir la bendición, súbitamente vi al Señor Jesús con el mismo aspecto que tiene en esta imagen. El Señor impartió la bendición y los rayos se extendieron sobre todo el mundo. De repente vi una claridad inaccesible en forma de una habitación de cristal, tejida de ondas de luz impenetrable a cualquier criatura o espíritu. Para entrar en la claridad había tres puertas y en ese instante Jesús, con el mismo aspecto que tiene en la imagen, entró en aquel resplandor a través de la segunda puerta, hasta el interior de la unidad. Es la Unidad Trinitaria que es inconcebible, infinita. Oí la voz: Esta Fiesta ha salido de las entrañas de Mi misericordia y está confirmada en el abismo de Mis gracias. Toda alma que cree y tiene confianza en Mi misericordia, la obtendrá. Me alegré enormemente de la bondad y de la grandeza de mi Dios. (420)

No encontrará alma ninguna la justificación hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia y por eso el primer domingo después de Pascua ha de ser la Fiesta de la Misericordia. Ese día los sacerdotes han de hablar a las almas sobre Mi misericordia infinita. Dile al confesor que la imagen esté expuesta en la Iglesia y no en el convento dentro de la clausura. Por medio de esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias, por eso, que cada alma tenga acceso a ella. (570)

Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi misericordia. Si no adoran Mi misericordia, morirán para siempre. Secretaria de Mi misericordia, escribe, habla a las almas de esta gran misericordia Mía, porque está cercano el día terrible, el día de Mi justicia. (965)

Deseo conceder el perdón total a las almas que se acerquen a la confesión y reciban la Santa Comunión el día de la Fiesta de Mi misericordia. (1109)

En 1997, en peregrinación al Santuario de Jesús Misericordioso en Cracovia, ante la tumba de la Santa Faustina Kowalska, Juan Pablo II agradeció el haber podido "contribuir personalmente al cumplimiento de la voluntad de Cristo, mediante la institución de la fiesta de la Divina Misericordia", que de la Diócesis de Cracovia, donde él era Arzobispo, se difundió en tantas otras diócesis del mundo entero. Es difícil estimar cuántos millones de fieles, cada año, celebran en la Iglesia universal, bajo la guía de los propios Pastores, la fiesta de la Misericordia en el primer Domingo después de Pascua.

Realmente esta devoción de la Divina Misericordia se difundió rápidamente por un impulso divino, como Juan Pablo II dijo en el día de la beatificación de la Hna. Faustina, el 18 de abril de 1993: "¡Es verdaderamente maravilloso el modo en el que la devoción a Jesús Misericordioso se abre camino en el mundo contemporáneo y conquista tantos corazones humanos! Esto es, sin duda, un signo de los tiempos, un signo de nuestro siglo XX".

El Santo Padre, en la Audiencia general del 12 de enero de 1994, también decía que: "el mensaje de la Misericordia de Dios es una fuerte llamada a una confianza más viva, "Jesús, ¡confío en Ti!". Es difícil encontrar palabras más elocuentes de las transmitidas a nosotros por la Hna. Faustina". Por esto, "La Iglesia relee el Mensaje de la Misericordia para llevar con más eficacia a la generación de finales del milenio y las futuras, la luz de la esperanza" (Juan Pablo II en Cracovia, el 7 de junio de 1997). Para la hora de la Misericordia, baste recordar que el Señor dijo a la Hna. Faustina: "Cada vez que sientas el reloj dar las tres, acuérdate de introducirte totalmente en mi Misericordia, adorándola y exaltándola; invoca Su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, porque fue en aquella hora cuando fue abierta para todas las almas". Por la difusión del culto de la Divina Misericordia, Jesús confió que, "A las almas que difunden el culto de mi Misericordia, las protegeré toda la vida, como una tierna madre (protege) a su hijo todavía lactante y en la hora de la muerte no seré para ellas Juez, sino Salvador misericordioso"... "En aquella hora obtendrás todo para ti misma y para los demás; en aquella hora se otorgó gracia al mundo entero; la misericordia venció a la justicia".

Letanía de los Ángeles y de los Santos

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios, ten misericordia de nosotros.



Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Reina de todos los Ángeles, ruega por nosotros.

Todos los Santos Angeles y Arcángeles, rueguen por nosotros.
Todos los santos coros de los bienaventurados Espíritus, rueguen por nosotros.
Santos Querubines, Ángeles de la Palabra, rueguen por nosotros.
Santos Tronos, Angeles de la Vida, rueguen por nosotros.
Santos Ángeles de la Adoración, rueguen por nosotros.
Santas Dominaciones, rueguen por nosotros.
Santas Potestades, rueguen por nosotros.
Santos Principados del Cielo, rueguen por nosotros.
Santas Virtudes, rueguen por nosotros.

San Miguel, ruega por nosotros.
Vencedor de Lucifer, ruega por nosotros.
Ángel de la fe y de la humildad, ruega por nosotros.
Preservador de la santa unción, ruega por nosotros.
Patrono de los moribundos, ruega por nosotros.
Príncipe de los ejércitos celestes, ruega por nosotros.
Compañero de las almas de los difuntos, ruega por nosotros.

San Gabriel, ruega por nosotros.
Santo Ángel de la Encarnación, ruega por nosotros.
Fiel mensajero de Dios, ruega por nosotros.
Ángel de la esperanza y de la paz, ruega por nosotros.
Protector de todos los siervos y siervas de Dios, ruega por nosotros.
Guardián del santo Bautismo, ruega por nosotros.
Patrono de los Sacerdotes, ruega por nosotros.

San Rafael, ruega por nosotros.
Ángel del Amor divino, ruega por nosotros.
Vencedor del enemigo malo, ruega por nosotros.
Auxiliador en la gran necesidad, ruega por nosotros.
Ángel del dolor y de la curación, ruega por nosotros.
Patrono de los médicos, de los caminantes y de los viajeros, ruega por nosotros.

Grandes Arcángeles Santos, rueguen por nosotros.
Ángeles del servicio ante el trono de Dios, rueguen por nosotros.
Angeles del servicio para los hombres, rueguen por nosotros.
Santos Angeles Custodios, rueguen por nosotros.
Auxiliadores en nuestras necesidades, rueguen por nosotros.
Luz en nuestra oscuridad, rueguen por nosotros.
Apoyo en todo peligro, rueguen por nosotros.
Exhortadores de nuestra conciencia, rueguen por nosotros.
Intercesores ante el trono de Dios, rueguen por nosotros.
Escudo de defensa contra el enemigo maligno, rueguen por nosotros.
Constantes compañeros nuestros, rueguen por nosotros.
Segurísimos conductores nuestros, rueguen por nosotros.
Fidelísimos amigos nuestros, rueguen por nosotros.
Sabios consejeros nuestros, rueguen por nosotros.
Ejemplos de nuestra obediencia, rueguen por nosotros.
Consoladores en el abandono, rueguen por nosotros.
Espejo de humildad y de pureza, rueguen por nosotros.
Angeles de nuestras familias, rueguen por nosotros.
Ángeles de nuestros Sacerdotes y pastores, rueguen por nosotros.
Angeles de nuestros niños, rueguen por nosotros.
Ángeles de nuestra tierra y Patria, rueguen por nosotros.
Ángeles de la Santa Iglesia, rueguen por nosotros.
Todos los Santos Angeles, rueguen por nosotros.
Asístannos en la vida, rueguen por nosotros.
Asístannos en la muerte, rueguen por nosotros.

San Juan Bautista, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Todos los Santos Patriarcas y Profetas, rueguen por nosotros.
San Pedro, ruega por nosotros.
San Pablo, ruega por nosotros.
San Andrés, ruega por nosotros.
San Juan, ruega por nosotros.
Santo Tomás, ruega por nosotros.
Santiago, ruega por nosotros.
San Felipe, ruega por nosotros.
San Bartolomé, ruega por nosotros.
San Mateo, ruega por nosotros.
San Simón, ruega por nosotros.
San Tadeo, ruega por nosotros.
San Matías, ruega por nosotros.
San Bernabé, ruega por nosotros.
San Lucas, ruega por nosotros.
San Marcos, ruega por nosotros.
Todos los santos Apóstoles y Evangelistas, rueguen por nosotros.
Todos los santos Discípulos del Señor, rueguen por nosotros.
Todos los santos Inocentes, rueguen por nosotros.
San Esteban, ruega por nosotros.
San Lorenzo, ruega por nosotros.
San Vicente, ruega por nosotros.
San Fabián y San Sebastián, rueguen por nosotros.
San Juan y San Pablo, rueguen por nosotros.
San Damián y San Cosme, rueguen por nosotros.
San Gervasio, ruega por nosotros.
Todos los santos Mártires, rueguen por nosotros.
San Silvestre, ruega por nosotros.
San Gregorio, ruega por nosotros.
San Ambrosio, ruega por nosotros.
San Agustín, ruega por nosotros.
San Jerónimo, ruega por nosotros.
San Martín, ruega por nosotros.
San Nicolás, ruega por nosotros.
Todos los santos Pontífices y Confesores, rueguen por nosotros.
Todos los santos Doctores, rueguen por nosotros.
San Antonio, ruega por nosotros.
San Benito, ruega por nosotros.
San Bernardo, ruega por nosotros.
Santo Domingo, ruega por nosotros.
San Francisco de Asís, ruega por nosotros.
San Francisco Javier, ruega por nosotros.
San Ignacio, ruega por nosotros.
San Enrique, ruega por nosotros.
Santo Toribio, ruega por nosotros.
San José de Calasanz, ruega por nosotros.
Todos los santos Sacerdotes y Levitas, rueguen por nosotros.
Todos los santos Monjes y Ermitaños, rueguen por nosotros.
Santa María Magdalena, ruega por nosotros.
Santa Agueda, ruega por nosotros.
Santa Lucía, ruega por nosotros.
Santa Inés, ruega por nosotros.
Santa Cecilia, ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús, ruega por nosotros.
Santa Rita, ruega por nosotros.
Santa Catalina, ruega por nosotros.
Santa Anastasia, ruega por nosotros.
Santa Rosa de Lima, ruega por nosotros.
Santa Teresa de los Andes, ruega por nosotros.
San Alberto Hurtado, ruega por nosotros.
Todas las santas Vírgenes, y Viudas, rueguen por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rueguen por nosotros.

Muéstrate propicio, perdónanos, Señor,
Muéstrate propicio, óyenos, Señor,
De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De tu ira, líbranos, Señor.
De una muerte repentina e imprevista, líbranos, Señor.
De las asechanzas del demonio, líbranos, Señor.
De toda ira, odio y mala voluntad, líbranos Señor.
Del espíritu de fornicación, líbranos Señor.
Del rayo y de la tempestad, líbranos Señor.
De la muerte eterna, líbranos Señor.
Por el misterio de tu santa Encarnación, líbranos, Señor.
Por tu venida, líbranos, Señor.
Por tu Natividad, líbranos, Señor.
Por tu Bautismo y santo ayuno, líbranos, Señor.
Por tu Cruz y Pasión, líbranos, Señor.
Por tu Muerte y Sepultura, líbranos, Señor.
Por tu santa Resurrección, líbranos, Señor.
Por tu admirable Ascensión, líbranos, Señor.
Por la venida del Espíritu Santo Consolador, líbranos, Señor.

Que levantes nuestros corazones a desear las cosas celestiales, te rogamos, Señor.
Que te dignes recompensar con bienes eternos a todos nuestros bienhechores, te rogamos, Señor.
Que libres de la muerte eterna a nuestras almas y las de nuestros hermanos y parientes, te rogamos, Señor.
Que te dignes darnos y conservarnos los frutos de la tierra, te rogamos, Señor.
Que te dignes conceder el eterno descanso a todos los fieles difuntos, te rogamos, Señor.
Que te dignes oírnos, te rogamos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.
Y no nos dejes caer en la tentación. Líbranos, Señor, de todo mal. Amén

jueves, 8 de abril de 2010

Fallece esposo de Santa Gianna Beretta Molla





El esposo de Santa Gianna Beretta Molla, Pietro, falleció a la edad de 97 años en Sábado Santo, un día de especial importancia para esta familia. "Pietro Molla fue un pilar y una roca, un hombre de extraordinaria fe, simplicidad y santidad", escribe el P. Thomas Rosica, Director de Salt and Light TV al saber de la noticia.

Para el sacerdote, Pietro vivió "una vida de santidad y como su amada esposa, Gianna, hizo de la santidad algo que nosotros también podemos alcanzar".

Pietro pasó mucho de su vida como viudo luego de la muerte de su esposa en 1962, quien prefirió dar a luz a su hija rechazando el aborto que algunos médicos le sugerían, rechazando también el tratamiento que podría haberle salvado la vida a ella. Gianna, también doctora, falleció sólo una semana después de que naciera su bebé. Su esposo se quedó con sus cuatro hijos y nunca se volvió a casar. Para el P. Rosica "esta historia de santidad no ha terminado con Santa Gianna Beretta Molla".

"Tengo la certeza de que la causa de beatificación y canonización será abierta pronto. ¡Qué poderoso testigo será esto para la dignidad del matrimonio y la vida familiar!", manifestó.

La relación de los Molla con el Sábado Santo está en que fue precisamente ese día, en 1962, cuando Gianna dio a luz a Gianna Emanuela. Una semana después, ya en Pascua, Santa Gianna falleció. "Santa Gianna dio su vida para que el bebé en su veintre pudiera vivir. Ahora Pietro vuelve a la Casa del Padre en la mañana del Sábado Santo de 2010", explica.

Los funerales de Pietro se celebrarán en Mesero, Italia, el día de hoy. Luego será enterrado en el cementerio del pueblo junto a su esposa.

Para conocer más de la vida de Santa Gianna, ingrese a: http://www.aciprensa.com/testigosdefe/beretta.htm TORONTO, 06 Abr. 10 / 09:29 am (ACI)

Gianna Beretta Molla (1922-1962)




Gianna Beretta nació en Magenta (provincia de Milán) el día 4 de octubre de 1922. Desde su tierna infancia, acoge el don de la fe y la educación cristiana que recibe de sus padres. Considera la vida como un don maravilloso de Dios, confiándose plenamente a la Providencia, y convencida de la necesidad y de la eficacia de la oración.

Durante los años de Liceo y de Universidad, en los que se dedica con diligencia a los estudios, traduce su fe en fruto generoso de apostolado en la Acción católica y en la Sociedad de San Vicente de Paúl, dedicándose a los jóvenes y al servicio caritativo con los ancianos y necesitados. Habiendo obtenido el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de Pavía, abre en 1950 un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a Magenta. En 1952 se especializa en Pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, presta una atención particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres.

Su trabajo profesional, que considera como una «misión», no le impide el dedicarse más y más a la Acción católica, intensificando su apostolado entre las jovencitas.

Se dedica también a sus deportes favoritos, el esquí y el alpinismo, encontrando en ellos una ocasión para expresar su alegría de vivir, recreándose ante el encanto de la creación.

Se interroga sobre su porvenir, reza y pide oraciones, para conocer la voluntad de Dios. Llega a la conclusión de que Dios la llama al matrimonio. Llena de entusiasmo, se entrega a esta vocación, con voluntad firme y decidida de formar una familia verdaderamente cristiana.

Conoce al ingeniero Pietro Molla. Comienza el período de noviazgo, tiempo de gozo y alegría, de profundización en la vida espiritual, de oración y de acción de gracias al Señor. El día 24 de septiembre de 1955, Gianna y Pietro contraen matrimonio en Magenta, en la Basílica de S. Martín. Los nuevos esposos se sienten felices. En noviembre de 1956, Gianna da a luz a su primer hijo, Pierluigi. En diciembre de 1957 viene al mundo Mariolina y en julio de 1959, Laura. Gianna armoniza, con simplicidad y equilibrio, los deberes de madre, de esposa, de médico y la alegría de vivir.

En septiembre de 1961, al cumplirse el segundo mes de embarazo, es presa del sufrimiento. El diagnóstico: un tumor en el útero. Se hace necesaria una intervención quirúrgica. Antes de ser intervenida, suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno, y se confía a la oración y a la Providencia. Se salva la vida de la criatura. Ella da gracias al Señor y pasa los siete meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y con plena dedicación a sus deberes de madre y de médico. Se estremece al pensar que la criatura pueda nacer enferma, y pide al Señor que no suceda tal cosa.

Algunos días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, está dispuesta a dar su vida para salvar la de la criatura: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid -lo exijo- la suya. Salvadlo».

La mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la mañana, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», muere santamente. Tenía 39 años.

Sus funerales fueron una gran manifestación llena de emoción profunda, de fe y de oración. La Sierva de Dios reposa en el cementerio de Mésero, a 4 kilómetros de Magenta.

«Meditada inmolación», Pablo VI definió con esta frase el gesto de la beata Gianna recordando, en el Ángelus del domingo 23 de septiembre de 1973: «una joven madre de la diócesis de Milán que, por dar la vida a su hija, sacrificaba, con meditada inmolación, la propia». Es evidente, en las palabras del Santo Padre, la referencia cristológica al Calvario y a la Eucaristía.

Fue beatificada por Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, Año Internacional de la Familia.

miércoles, 7 de abril de 2010

Santo Tomás de Aquino decia

"Orar es amar, y "amar a Dios es la más alta perfección de la criatura racional, ya que por el amor se une en cierta manera a Dios". "Y la más alta perfección del hombre consiste en que el hombre tenga su mente atenta a Dios" (Santo Tomás de Aquino, C. Gentes, lib. I, cap. 80. y Lib. III, cap. 130)

domingo, 4 de abril de 2010

Continúa la pascua: Dios lo resucitó y nosotros somos testigos

Hechos, 2, 14.22-32;

Sal. 15;

Mt. 28, 8-15


Estamos entrando en la octava de Pascua. Eso significa que seguimos viviendo el mismo gozo y alegría por la resurrección del Señor que se van a prolongar por estos ocho días con una intensidad semejante.
Realmente ayer tanto en la palabra proclamada en la noche de la vigilia pascual como en la Misa de Pascua lo que escuchamos en el evangelio era el anuncio de los ángeles de que Cristo había resucitado y el testimonio de la tumba vacía. Tanto María Magdalena que llora porque se han llevado el cuerpo de Jesús y no saben donde lo han puesto, como el testimonio de Pedro y Juan que simplemente encuentran la tumba vacía y las vendas por el suelo y el sudario enrollado aparte. Sin embargo Juan vio y creyó y comenzaron a entender lo anunciado por la Escritura, que Jesús había de resucitar de entre los muertos.
Ahora durante la semana en la Eucaristía de cada día en el evangelio proclamado iremos ya contemplando las diversas manifestaciones de Cristo resucitado que irán haciéndonos ahondar en nuestra fe en Jesús, resucitado de entre los muertos. No es hora de hacer excesivos comentarios sino yo diría de ir rumiando lo que nuestra fe nos dice y lo que vamos contemplando en el evangelio, esas diferentes manifestaciones de Cristo resucitado. No es momento de entrar en demasiados razonamientos sino en este caso dejarnos impregnar por la presencia de Cristo resucitado en medio de nosotros, tal como lo vamos contemplando en el evangelio.
Iremos escuchando los relatos de los diferentes evangelistas que de alguna manera se complementan unos a otros. Según lo que nos dice hoy Mateo, después del anuncio del ángel que les manifiesta que si buscan a Jesús, el crucificado allí no lo van a encontrar porque ha resucitado y les señala que anuncien a los discípulos este mensaje para que vayan a Galilea donde le verán, ‘se marcharon a toda prisa del sepulcro, impresionados y llenas de alegría, y corrieron a anunciárselo a los discípulos’.
Pero ahora es Jesús el que les sale al encuentro. ‘Alegráos… No tengáis miedo…’ es el saludo de Jesús. Con Jesús se alejan todos los temores; con Jesús nos llenaremos siempre de alegría y de paz. Pero también el mismo encargo. ‘Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea: allí me verán’. Son mensajeras que han de llevar este anuncio a los apóstoles. Luego serán ellos los testigos de Cristo resucitado que lo anunciarán al mundo.
Es lo que hemos escuchado en la primera lectura y seguiremos escuchando durante esta semana y todo el tiempo pascual que iremos leyendo como primera lectura el libro de los Hechos de los Apóstoles. ‘Os hablo de Jesús nazareno… a quien Dios resucitó rompiendo las ataduras de la muerte… Dios resucitó a este Jesús y nosotros somos testigos’. Es el primer anuncio que Pedro hace en Pentecostés después de recibir al Espíritu Santo.
Ahí nos quedamos nosotros contemplando y convirtiéndonos también en testigos. Somos testigos de Cristo resucitado porque bien hondo lo hemos sentido dentro de nosotros en estos días. Y ese ha de ser también nuestro anuncio constante. Empapémonos de Cristo resucitado para que lo llevemos a los demás con el testimonio de nuestra vida.

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Aqui estoy solo para Glorificar a Dios y hacerlo Amar.