Amigos que pasan y dejan su huella aqui. Gracias por estar .Paz a tu corazon

Recuerda amigo cuando entras a la Casa de Dios pisas Tierra Sagrada.

La Casa de Dios es el lugar más Santo de todo el universo. Cada vez que entres ,recuerda que allí ,vive Jesús en el Sagrario y te espera con AMOR.

Vístete decorosamente, apaga tu celular y ten fe que todo lo que pidas, si eres respetuoso , piadoso en tus actitudes y posturas en el Templo, sera recibido por el Señor con agrado .

Y tu alma ya no será la misma.

Haz silencio. Busca cerrar tus ojos y quédate quieto. Dios esta en su Casa. El Amor puede hablarte íntimamente .

Mi deseo es que Dios se manifieste en ti.


Cristo Resucito, DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

lunes, 12 de abril de 2010

La voz del Santo Padre Pio de Pietrelcina







DON ARTÉMIDES ZATTI. Un venerable argentino



Beato

El enfermero santo de la Patagonia


Algunos datos biográficos

Nació en Boretto (Reggio Emilia, Italia) el 12 de octu-
bre de 1880.
Llegó a la Argentina como inmigrante, a la ciudad de
Bahía Blanca, con sus padres y hermanos, en 1897.
Ingresó al aspirantado (seminario) salesiano, donde
enfermó de tuberculosis.
Trasladado a Viedma, pidió a la Virgen su curación y
prometió dedicarse a los enfermos que lo rodeaban.
Como Coadjutor Salesiano (laico consagrado) se dedi-
có durante más de 40 años a los enfermos del hospital
San José, de Viedma.
Fue encargado y administrador del hospital, que recibía
enfermos de toda la región, ante la indiferencia, y
a veces la oposición, de las autoridades locales.
Se ocupó celosamente de la salud corporal y espiritual
de todos los enfermos, especialmente de los más pobres.
Murió en Viedma, el 15 de marzo de 1951.

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Don Zatti


Sus restos descansan en el atrio de la parroquia San Juan Bosco de Viedma, en espera
del Día del Señor.
Enseguida se lo empezó a llamar "el enfermero santo de la Patagonia"
y "el pariente de todos los pobres".
Actualmente el hospital municipal de Viedma lleva el nombre de Artémides Zatti.
Lo mismo que una de las calles más importantes de la ciudad.
En la esquina del hospital, un monumento da testimonio del afecto de la población.





Oración para pedir gracias por su intercesión

Señor Jesús.
Tú llamaste a don Zatti, salesiano coadjutor,
para servir a los pobres y necesitados.
Tú le diste la fuerza para entregarse
con alegría y sin descanso a sus hermanos enfermos.
Tú lo hiciste un hombre bueno,
que supo vivir fielmente tu Evangelio
en el trabajo cotidiano y en el sacrificio escondido.
Te pedimos la alegría de verlo brillar en el cielo de tus santos
y de dar también nosotros testimonio de tu Luz.
Te pedimos por su intercesión la gracia de .....................
Amén.

Novena para pedir gracias
1. Rece la oración anterior, con fe y confianza, por 9 días seguidos.
2. Haga cada día una obra de caridad en favor de los enfermos y necesitados.
3. Tome el compromiso de confesarse y comulgar.
4. Si puede, dé a conocer la gracia recibida y colabore con una limosna.





Estado de la Causa de Canonización

En 1976 se solicita a la Conf. Episcopal Argentina la introducción de la Causa.
El 31 de mayo de 1977 el Obispo de Viedma solicita a la Congregación para las
Causas de los Santos la autorización para iniciar la Causa, la cual es concedida
el 1 de junio de 1979.

El 22 de marzo de 1980 se abre el Proceso de Reconocimiento en Viedma.
Y el 24 de mayo de 1981 se eleva lo actuado a la Congregación romana.
El 10 de diciembre se trasladan los restos a la iglesia del Sgdo. Corazón de Jesús,
en la Parroquia San Juan Bosco de Viedma.
En marzo de 1985, tras ser declarado válido el Proceso de Reconocimiento,
la Causa es confiada al Relator General, que termina su informe en junio de 1990.
El 7 de julio de 1997 Artémides Zatti es declarado Venerable.

El 14 de abril de 1998 se establece el Tribunal Eclesiástico en Buenos Aires para
estudiar un presunto milagro. Y el 27 de noviembre la Congregación para las
Causas de los Santos aprueba lo actuado.
El 9 de marzo del año 2000 este milagro es aceptado por los expertos.
El 24 de abril del 2001 el Papa firma el decreto de conclusión de la causa de beatificación.
El 14 de abril de 2002 Artémides Zatti es declarado Beato.
Su fiesta es el 15 de marzo.


Causa de canonización del venerable Artémides Zatti:
* Casilla de correo 52 - (8500) Viedma - Argentina
* Vieytes 150 - (8000) Bahía Blanca - Argentina
* O también puede ponerse en contacto con el Obispado de Viedma

Más información sobre su vida y obra
puede encontrarse en el libro Artémides Zatti, por Néstor Alfredo Noriega, Ed. Didascalia

La dificultad de lo sencillo por un cartujo

Esto es sencillo. Es infinitamente sencillo. Y eso es, tal vez, lo que hace la cosa tan difícil para mí. Se parece un poco a la historia de Naamán el Sirio que estaba dispuesto a someterse a cualquier tipo de pruebas difíciles pero que no aceptaba la idea de que Dios le podía curar tan solo con bañarse en el Jordán fiándose de la palabra de Eliseo.

Me gustaría mucho que me dijeran que la calidad de mi encuentro con Dios es obra mía. Serían mis cualidades, mis virtudes, las que agradarían a Dios y le atraerían a mi corazón. Gracias a mis esfuerzos yo llegaría a ser santo a mis propios ojos y ante los ojos del Todopoderoso. ¿No nos seduciría este programa, a pesar de ser costoso y exigente?

Por el contrario, el camino propuesto por Dios nos desvía tanto que dudamos muchísimo antes de lanzarnos en él y, si empezamos con un paso indeciso, nos quedamos con la impresión de que falta seriedad en nuestro deseo de gustar a Dios.

Sin embargo ¿no es éste el sentido de la primera de las bienaventuranzas? “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos será el Reino de los cielos” (Mt 5,3). ¿Que Reino es éste sino el que pedimos una y mil veces en el Padrenuestro? “Padre, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino”. El reino que se nos propone es poder glorificar el nombre del Padre; poder decirle que él es verdaderamente nuestro Padre porque nos engendra como a hijos suyos. Pero, para esto, hay que ser pobres y nosotros tenemos miedo. Estamos expuestos a la tentación del joven rico que se retiró hundido en la tristeza porque poseía grandes riquezas. Y aunque todas nuestras riquezas sean falsas, nos sentimos seguros teniéndolas porque en lo más profundo de nosotros mismos tenemos miedo a ser pobres en espíritu.

Tal vez éste es el principal obstáculo que nos disuade de entregarnos a la oración del corazón. Parece que es algo que está por encima de nuestras fuerzas presentarnos ante Dios sin tener nada más para ofrecerle que nuestra pobreza, una pobreza que nos da miedo porque es la de nuestras heridas, nuestra extrema indigencia espiritual, nuestra incapacidad para franquear por nuestras solas fuerzas la distancia que nos separa de la santidad de Dios.

Como hijos nacidos de la fe por un cartujo

A decir verdad, tengo la impresión de que no soy un socio muy atractivo para Dios. ¿Pero es ésta la respuesta que espera de mí? Dios ha enviado a su Hijo para encontrarme a mí, tal y como soy en la realidad que estoy viviendo hoy. Desde este punto hay que intentar tener una mirada de fe de la situación. ¿Consistirá el proyecto de Dios en ponerse en contacto con seres sin tacha, sin defectos y sin debilidades? ¿O más bien nos dice lo contrario? El Padre ha enviado a su Hijo para cogernos sobre sus hombros, perdidos y heridos como estamos, y llevarnos al aprisco donde se puede gozar de la inmensa alegría de ver cómo los pecadores acogen en sus corazones a Jesús.

Nos estamos aproximando paso a paso a lo que constituye la oración teologal: el encuentro en mi ser real de hoy con Dios que viene a mí no para rechazarme ni para condenarme, sino para hacer de mí su hijo nacido en la fe:

“A los que creen en su nombre los ha permitido llegar a ser hijos de Dios” (Jn 1,12).

El tres veces Santo no exige como preámbulo a nuestro encuentro que yo sea perfecto, que tenga obras importantes que ofrecerle ni que sea capaz de servirle en el futuro. Todo esto no le interesa. No me pone ninguna condición. El único elemento indispensable para que el nacimiento se produzca es que yo tenga fe en su amor y que desee sinceramente ser transformado. Si pudiera ofrecerle una huella de esta fe, todo sería posible.

El sacramento del hermano por un cartujo

Muchas veces me acuerdo de otra dificultad tanto en mi vida personal como en la existencia religiosa de los que están a mi alrededor. Aunque las relaciones que mantengamos con nuestro entorno sean cordiales, es difícil afirmar que siempre estamos dispuestos a establecer con ellos verdaderas relaciones de intimidad. Si ocurre así con un hermano mío al que puedo ver ¿cómo no imaginar que este mismo fenómeno no se produce también con Dios al que no veo? Si existe de verdad un lugar donde el sacramento del hermano sea eficaz es en el encuentro auténtico con nuestro amado Señor. La ventaja del sacramento del hermano consiste en que se sitúa en un nivel en el que nos resulta difícil negar un cierto número de evidencias que escapan fácilmente en nuestro corazón cuando intentamos preparar los caminos del Altísimo.

De hecho ¿qué me enseña la experiencia del encuentro con mi hermano? ¿Soy lo suficientemente acogedor como para dejarle penetrar en lo más profundo de mi ser? O, por el contrario, ¿tal vez estoy demasiado protegido, blindado, lleno de rechazos? Esas fortalezas interiores forman parte de mi fisonomía secreta; cumplen pues necesariamente su papel en la oración y son obstáculo para la marcha del Señor en la búsqueda del camino que conduce al santuario íntimo de mi corazón.

Si yo observo la marcha del encuentro con mi hermano en otro sentido, es decir, cuando yo soy la persona que se esfuerza en ir hacia él, ¿soy mejor actor? No lo creo. Estoy pensando por ejemplo en todas las formas de agresividad que instintivamente se movilizan en mí frente a cualquier otro ser humano: muy a menudo adopto una actitud lejana frente a la atención delicada y afectuosa que con razón se espera de mí. A lo mejor esto es una expresión del miedo de otro o mía pero el hecho es que esos reflejos entran en juego en mis relaciones con el hermano y con el Señor.

Perdóname por haber hablado tanto sobre esas observaciones que sin lugar a duda te parecerán fastidiosas o descorazonadoras, pero escucha lo que nos aconseja el mismo Jesús:

“¿Quién de vosotros si quiere edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” (Lc 14, 28).

Igual ocurre en el presente caso. ¿No parecería una broma pesada hablar de la construcción de una torre para el encuentro íntimo con Dios sin ni siquiera preocuparse por saber si tenemos el terreno libre para echar los cimientos? Es inútil intentar un verdadero encuentro de mi yo con el Padre en la libertad de los hijos de Dios si desde el principio no me doy cuenta de que estoy atado a miles de costumbres, y que liberarme de ellas representaría una tarea bastante dura que, en última instancia, es el Señor el único que puede realizarla completamente.

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Aqui estoy solo para Glorificar a Dios y hacerlo Amar.