Amigos que pasan y dejan su huella aqui. Gracias por estar .Paz a tu corazon

Recuerda amigo cuando entras a la Casa de Dios pisas Tierra Sagrada.

La Casa de Dios es el lugar más Santo de todo el universo. Cada vez que entres ,recuerda que allí ,vive Jesús en el Sagrario y te espera con AMOR.

Vístete decorosamente, apaga tu celular y ten fe que todo lo que pidas, si eres respetuoso , piadoso en tus actitudes y posturas en el Templo, sera recibido por el Señor con agrado .

Y tu alma ya no será la misma.

Haz silencio. Busca cerrar tus ojos y quédate quieto. Dios esta en su Casa. El Amor puede hablarte íntimamente .

Mi deseo es que Dios se manifieste en ti.


Cristo Resucito, DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

lunes, 12 de abril de 2010

La dificultad de lo sencillo por un cartujo

Esto es sencillo. Es infinitamente sencillo. Y eso es, tal vez, lo que hace la cosa tan difícil para mí. Se parece un poco a la historia de Naamán el Sirio que estaba dispuesto a someterse a cualquier tipo de pruebas difíciles pero que no aceptaba la idea de que Dios le podía curar tan solo con bañarse en el Jordán fiándose de la palabra de Eliseo.

Me gustaría mucho que me dijeran que la calidad de mi encuentro con Dios es obra mía. Serían mis cualidades, mis virtudes, las que agradarían a Dios y le atraerían a mi corazón. Gracias a mis esfuerzos yo llegaría a ser santo a mis propios ojos y ante los ojos del Todopoderoso. ¿No nos seduciría este programa, a pesar de ser costoso y exigente?

Por el contrario, el camino propuesto por Dios nos desvía tanto que dudamos muchísimo antes de lanzarnos en él y, si empezamos con un paso indeciso, nos quedamos con la impresión de que falta seriedad en nuestro deseo de gustar a Dios.

Sin embargo ¿no es éste el sentido de la primera de las bienaventuranzas? “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos será el Reino de los cielos” (Mt 5,3). ¿Que Reino es éste sino el que pedimos una y mil veces en el Padrenuestro? “Padre, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino”. El reino que se nos propone es poder glorificar el nombre del Padre; poder decirle que él es verdaderamente nuestro Padre porque nos engendra como a hijos suyos. Pero, para esto, hay que ser pobres y nosotros tenemos miedo. Estamos expuestos a la tentación del joven rico que se retiró hundido en la tristeza porque poseía grandes riquezas. Y aunque todas nuestras riquezas sean falsas, nos sentimos seguros teniéndolas porque en lo más profundo de nosotros mismos tenemos miedo a ser pobres en espíritu.

Tal vez éste es el principal obstáculo que nos disuade de entregarnos a la oración del corazón. Parece que es algo que está por encima de nuestras fuerzas presentarnos ante Dios sin tener nada más para ofrecerle que nuestra pobreza, una pobreza que nos da miedo porque es la de nuestras heridas, nuestra extrema indigencia espiritual, nuestra incapacidad para franquear por nuestras solas fuerzas la distancia que nos separa de la santidad de Dios.

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Un abrazo

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