Amigos que pasan y dejan su huella aqui. Gracias por estar .Paz a tu corazon

Recuerda amigo cuando entras a la Casa de Dios pisas Tierra Sagrada.

La Casa de Dios es el lugar más Santo de todo el universo. Cada vez que entres ,recuerda que allí ,vive Jesús en el Sagrario y te espera con AMOR.

Vístete decorosamente, apaga tu celular y ten fe que todo lo que pidas, si eres respetuoso , piadoso en tus actitudes y posturas en el Templo, sera recibido por el Señor con agrado .

Y tu alma ya no será la misma.

Haz silencio. Busca cerrar tus ojos y quédate quieto. Dios esta en su Casa. El Amor puede hablarte íntimamente .

Mi deseo es que Dios se manifieste en ti.


Cristo Resucito, DIOS VIVE ENTRE NOSOTROS

miércoles, 8 de diciembre de 2010


"A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy
devoto de la Virgen María".

                                               - San Luis de Montfort

Antes de ir a regiones peligrosas o a sitios donde mucho se pecaba, rezaba con fervor a la Sma. Virgen, y adelante que "donde la Madre de Dios llega, no hay diablo que se resista". Las personas que habían sido víctimas de la perdición se quedaban admiradas de la manera tan franca como les hablaba este hombre de Dios. Y la Virgen María se encargaba de conseguir la eficacia para sus predicaciones.
San Luis de Montfort fundó unas Comunidades religiosas que han hecho inmenso bien en las almas. Los Padres Montfortianos (a cuya comunidad le puso por nombre "Compañía de María") y las Hermanas de la Sabiduría.

lunes, 29 de noviembre de 2010

La sensualidad corta las alas del amor. San Jose Maria Escriva

A todos –solteros, casados, novios, sacerdotes– les movió siempre a bucear en las profundidades del amor, les previno contra la gran tentación del egoísmo –que impide resolver los problemas que esa pasión crea–, y les animó a huir de la sensualidad, porque –solía repetir– corta las alas del amor y empequeñece las cosas grandes para las que es capaz el corazón humano.

A los más jóvenes enseñaba lo que recogió en Camino, y reiteraba en 1974 con otras palabras a un grupo numeroso de muchachos en San Paulo: Pido al Arcángel San Rafael que, como a Tobías, a los que hayan de formar una familia los lleve al encuentro de un amor de la tierra, limpio y bueno. Bendigo ese amor terreno vuestro, y bendigo vuestro futuro hogar. Y al Apóstol Juan, que tanto se enamoró de Cristo Jesús, y que fue valiente –el único hombre: los demás se escaparon– al pie de la Cruz de Cristo, cuando el Redentor era victorioso y parecía vencido; a ese discípulo joven, pero fuerte, le digo que os ayude, si es que el Señor os pide más.

El Fundador del Opus Dei se despidió de estos chicos con la bendición que se imparte a los que emprenden un viaje: Todos estamos camino adelante por la vida... Es la bendición que Tobías dio a su hijo cuando –acompañado por el Arcángel San Rafael– fue a recoger un dinero que debían a su padre. En realidad, porque fue además, sin saberlo, a buscar la novia, y encontró una que era guapa y buena y rica. Es toda una bonita historia de limpieza, de amor noble, casto y fecundo, como el amor de nuestros padres, que yo bendigo.

Pocos días antes, también en San Paulo –como hizo siempre a lo largo de su vida–, proponía a personas casadas el cariño del noviazgo como modelo de su amor: Que os queráis mucho. El amor de los cónyuges cristianos –sobre todo, si son hijos de Dios en el Opus Dei– es como el vino, que se mejora con los años, y gana valor... Pues el amor vuestro es mucho más importante que el mejor vino del mundo. Es un tesoro espléndido, que el Señor os ha querido conceder. Conservadlo bien. ;No lo tiréis! ;Guardadlo!

Más adelante, en aquella misma conversación, respondiendo a otra pregunta, Mons. Escrivá de Balaguer insistiría: No es malo que os manifestéis ese cariño limpio entre vosotros, delante de los hijos: malo sería que no lo mostraseis. No hagáis delante de los niños manifestaciones de afecto extraordinario, por pudor; pero quereos mucho, que el Señor está muy contento cuando os amáis. Y cuando pasen los años –ahora sois todos muy jóvenes– no tengáis miedo: vuestro cariño no se hará peor, sino mejor. Se hará incluso más entusiasta, volverá a ser el cariño del noviazgo.

martes, 16 de noviembre de 2010

Santa Gertrudis la Grande ruega por todos nosotros

(+1301)
Fiesta 16 de Noviembre
Religiosa de clausura, virgen, vidente del Sagrado Corazón,

-SCTJM

Santa Gertrudis la Grande (1256-1301(2)). Religiosa benedictina alemana, de gran cultura filosófica y literaria, que destacó por su don de contemplación. Una de los primeros apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús.

Del su libro de las Insinuaciones de la divina piedad: Tuviste sobre mí designios de paz y no de aflicción

Nació el 6 de enero de 1256 en Eisleben (Turingia). A los cinco años de edad, fue enviada a estudiar al monasterio benedictino de Helfta donde su maestra, Santa Matilde, era su hermana de sangre y abadesa. Las dos santas eran muy unidas en el amor al Señor. Gertrudis era muy atractiva e inteligente. Con el tiempo tomó el hábito en el mismo convento. Era amiga de Santa Mechtilde of Hackeborn +1298, quien era de la misma comunidad y también tenía una especial devoción al Corazón de Jesús.

Aun antes que Nuestro Señor se apareciera a Santa Margarita María, Santa Gertrudis la Grande tuvo una experiencia mística del Sagrado Corazón de Jesús.

Santa Gertrudis se adelantó a su tiempo en ciertos puntos, como la comunión frecuente, la devoción a San José y la devoción al Sagrado Corazón. Con frecuencia hablaba del Sagrado Corazón con Santa Matilde y se cuenta que en dos visiones diferentes reclino la cabeza sobre el pecho del Señor y oyó los latidos de su corazón.

Muri'o el 17 de Noviembre del 1301

Se discute si Santa Gertrudis fue benedictina o cisterciense ya que ambas órdenes reclaman la pertenencia de su convento en aquella época y ambas veneran a Santa Gertrudis.

Exposición sobre los mártires católicos de la reforma protestante

VERDADEROS CRISTIANOS

lunes, 15 de noviembre de 2010

miércoles, 10 de noviembre de 2010

sábado, 6 de noviembre de 2010

La mejor obra de caridad - Conferencia del Padre Loring

La mejor obra de caridad que podemos hacer es ayudar a una persona a bien morir, y ayudar a un alma que está en el purgatorio.
Autor: P. Jorge Loring | Fuente: Catholic.net


Quiero informarles a ustedes de un par de cosas que yo descubrí en mis primeros años de jesuita, y que a lo largo de la vida me han llenado de consuelo apostólico. Por eso las conservo hasta hoy. Las practico hasta hoy. Y pienso seguir practicándolas.

Es el modo de ayudar a los moribundos, y el modo de ayudar a los difuntos: las dos partes que va a tener esta conferencia. Creo que la mejor obra de caridad que podemos hacer es ayudar a una persona a bien morir, y ayudar a un alma que está en el purgatorio, que no puede hacer nada por ella misma, pero que desde aquí le podemos ayudar muchísimo. Pues vamos a ver si digo algo de esto.

***

Primero: Ayudar a los moribundos.

Miren ustedes, evidentemente que los colegios son una gran obra. Y por eso la Iglesia defiende la enseñanza religiosa frente a todos esos que quieren barrer de España la enseñanza religiosa. Ella mantiene los colegios por encima de todo, porque es una obra fundamental en la educación católica. Esto es clarísimo.

También es clarísimo que muchas personas que han pasado por un colegio de religiosos, mantienen a lo largo de su vida esa formación que recibieron en el colegio de religiosos. Mantienen una fe. Mantienen un hogar cristiano, porque desde pequeños los educaron así. Por lo tanto, no hay duda la gran labor que realizan los colegios religiosos. Ahora bien, hay mucha gente que pasó por colegios religiosos y después se les olvida todo, lo tiran todo por la borda y orientan su vida por caminos totalmente distintos de todo lo que aprendieron en el colegio de religiosos. Esto es así. Y todos conocemos nombres de personas famosas que han seguido este segundo camino.

***

¿Qué quiero decir? Que los colegios son una gran cosa, y la Iglesia quiere que haya colegios y haya educación religiosa. Pero, hay un riesgo siempre. Estos niños, estos jóvenes, a quienes les dedicamos tanto tiempo, tanto esfuerzo, tanto sacrificio, tanto interés, ¿se van a mantener toda la vida en este camino? Quizás, si. Algunos, quizás no.

Pero, lo que yo hago con un moribundo, eso no se estropea ya. Si yo logro que un moribundo se arrepienta de sus pecados, pida perdón a Dios, muera en gracia y se salve, eso no se estropea ya. El interés que yo pongo por ayudar a un moribundo es la obra de caridad más eficaz y más apostólica de todas las que puedo hacer. Porque todas las demás personas a quienes yo procuro ayudar apostólicamente, quizás conserven todo lo que trabajo con ellas; pero no sé. No sé qué rumbo van a tomar a lo largo de su vida Ahora, lo que haga yo con un moribundo, ése es trabajo seguro. Si yo logro ayudar a un moribundo a que muera en gracia, es solución definitiva.

Eso ya no se estropea. Por eso es tan eficaz apostólicamente ayudar a bien morir a las personas. Es el mayor favor que yo puedo hacer a una persona. Lo va a disfrutar toda la eternidad. Esto puedo hacerlo de palabra con un familiar, o con un amigo a quien visito en su lecho de muerte. Pero también puedo ayudar a los moribundos de todo el mundo.

¿Cómo les ayudo a bien morir? Rezando por ellos. Pidiendo por ellos. Sencillo. Si la oración es eficaz, si la oración es infalible en algo, es cuando pido por un moribundo. Cristo en el Evangelio nos habla muchísimo de «Pedid y recibiréis», «Buscad y hallaréis»: de la fuerza de la oración. Cristo habla en el Evangelio incluso con frases hiperbólicas: «Pídele a esa higuera que se traslade al mar, y la higuera se trasladará al mar». La fuerza de la oración es impresionante.

Sólo hace falta una condición para que la oración sea eficaz: que yo pida lo que conviene; porque si yo pido lo que no conviene, Dios, naturalmente, no me hace caso. Como la madre de familia, que cuando el niño se echa a llorar porque quiere el cuchillo de cocina, la madre no le da el cuchillo de cocina, porque se va a cortar. Le da un sonajero, le da un juguete; pero no le da el cuchillo de cocina.

Si nosotros pedimos a Dios lo que no conviene, Dios no nos lo da. Nos dará otra cosa, pero no lo que pedimos. ¿Me conviene o no me conviene? Yo no sé, Dios sabrá. Yo pido que me toque la lotería: ¡a ver si me toca el gordo! A cuántas personas, a lo mejor, no les conviene que les toque el gordo! Puede ser su ruina espiritual. Yo pido la salud. En orden a la vida eterna, que es lo importante, a lo mejor gano más cielo con la enfermedad.

Ahora, lo que sí sé, es que si yo pido la conversión de un moribundo, eso conviene seguro. La condición indispensable es que yo pida una cosa buena. Esta condición se cumple si yo pido la conversión de un moribundo. Eficacia segura, infalibilidad segura. No hay más que una dificultad: que el otro quiera. Si el otro no quiere, no hay nada que hacer. Porque Dios no salva a nadie contra su voluntad. Dios no mete a la gente a empujones en el cielo. Hace falta que el otro quiera. Porque si el otro rechaza la gracia, nada.

Pero es evidente que si yo pido para un moribundo un aumento de gracia, ese moribundo recibe el aumento de gracia. Eso es infalible. Ahora, ese moribundo, ¿aceptará el aumento de gracia, o no lo aceptará? No sé. Quizás el otro rechace el aumento de gracia. Entonces no sirve. Pero como yo pido por todos los que van a morir hoy en el mundo, no todos van a rechazar la gracia recibida. Mañana pediré por los de mañana. Y pasado por los de pasado. Pero hoy, voy a pedir por todos los que van a morir hoy. Yo pido un aumento de gracia para todos los que van a morir hoy. Y Dios, seguro que les da ese aumento de gracia, porque pido una cosa buena.

Por lo tanto, gracias a mi oración, todos los que van a morir hoy, van a recibir un aumento de gracia. ¿Algunos la rechazarán? Pues quizás, sí. Pero, ¿y el que la aproveche? Alguno se aprovechará. ¿Cuántos? No sé. ¿Uno? ¿Cien? ¿Mil?. Alguno se aprovechará. Algunos de esos hombres iban a rechazar una gracia, que era suficiente, pero no era eficaz; no les bastaba. Pero al recibir esa nueva gracia que yo les consigo, piden perdón, se arrepientan, y se salvan. Y se han salvado gracias a mí. Gracias a la oración que yo he hecho por ellos Porque han correspondido a una gracia que no tenían.

Dios les había dado la gracia suficiente. Pero este aumento de gracia que yo he pedido para ellos, y que Dios no me la niega, hace que la gracia suficiente haya resultado eficaz. Si yo logro con mi oración de todos los días, un aumento de gracia, y algún moribundo cada día gracias a ese aumento de gracia pide perdón, se arrepiente y se salva, fijaos, ¡la cantidad de gente que se puede haber salvado gracias a mi oración!

***

Y, ¿qué oración hago para que se salven? ¿Cuándo hago esa oración? Yo la hago en la santa Misa. En el punto central de la Misa. En el momento de la consagración. En la elevación, cuando estoy elevando la Sagrada Forma, y cuando estoy elevando la sangre de Cristo en el cáliz, yo digo esto:

«Señor mío y Dios mío: que tu santa redención consiga mi salvación eterna y la de todos los que van a morir hoy. Amén».

«Señor mío y Dios mío» que es un acto de fe evangélico. Lo dijo Santo Tomás. Además es una devoción muy española y muy popular. Siempre nos han enseñado de pequeños que en la elevación digamos mirando a la Sagrada Forma y mirando al cáliz: «Señor mío y Dios mío». Después de este acto de fe tan bonito, tan español y tan evangélico «Señor mío y Dios mío», añado: «que tu santa redención» que se está repitiendo en la misa. El sacrificio de la misa es la repetición de la muerte de Cristo en la cruz.

Sigo: «...que tu santa redención consiga mi salvación eterna». Todos podemos tener un mal cuarto de hora. ¡Dios nos tenga de su mano! Hay que ser humildes y reconocer nuestra fragilidad. Tendría poca gracia que ayudemos a otros a morir, y nos condenemos nosotros: «triste cosa será, pero posible». Termino: «...que tu santa redención consiga mi salvación eterna y la de todos los que van a morir hoy Amén».

Esto lo digo todos los días en la Santa Misa, mientras tengo la Sagrada Forma en mis manos, y mientras tengo el cáliz. Dice San Alfonso María de Ligorio que quien pide su salvación, se salva. Por mi salvación y por la de los demás. Hoy por los de hoy, mañana por los de mañana y pasado por los de pasado.

Evidente, que mi oración conseguirá que alguno, que iba a morir en pecado, porque la gracia que tenía no le bastaba, con el aumento de gracia que yo le consigo pida perdón y se salve. Qué fenomenal obra de caridad con ese moribundo que se iba a condenar y gracias a mí se ha salvado. Y cuando él en el cielo sepa que se salvó gracias a mí, porque he pedido por él, y le he conseguido un aumento de gracia, ¡fijaos el ejército de amigos que tendremos en el cielo pidiendo a Dios e interesándose por nuestras cosas!

Por eso digo, qué eficaz obra de caridad, qué fenomenal obra de apostolado, pedir cada día por todos los que van a morir hoy. No hay duda que alguno se aprovechará de ese aumento de gracia que le hemos conseguido con nuestra oración.

***

Segundo: ayudar a los difuntos.

Para ayudar a los difuntos la Iglesia tiene el tesoro de las indulgencias. Es un tesoro espiritual que tiene la Iglesia. A mí me da pena cuando veo católicos que menosprecian las indulgencias. Prescinden de las indulgencias. Como si no existieran. Es despreciar un capitalazo espiritual.

Yo digo una cosa: si la Iglesia legisla sobre las indulgencias, es porque son una realidad. La Iglesia no nos va a engañar. Cuando la Iglesia dispone, reforma y aplica las indulgencias, es porque esto es una realidad. No vamos a pensar que la Iglesia nos está engañando, y nos habla de una cosa que es pura imaginación. Y la Iglesia legisla sobre las indulgencias.

Acaba de hacer una reforma de las indulgencias. En esta reforma de las indulgencias que ha hecho la Iglesia, ha quitado aquello que decíamos antes: «Trescientos días de indulgencia», «Siete años de indulgencia». Aquello lo ha quitado porque se prestaba a confusiones. La gente se creía que esos trescientos días eran trescientos días de purgatorio. Realmente no era eso. Era otra cosa más complicada. Prescindo. No digo lo que había antes, que lo han reformado, sino lo que hay ahora.

***

Hoy la Iglesia ha dejado dos tipos de indulgencia: indulgencia parcial, indulgencia plenaria. Y nada más. ¿Qué es indulgencia parcial? Lo voy a explicar de modo que me entendáis, no con las palabras teológicas y técnicas.

Indulgencia parcial significa que la Iglesia me duplica mi mérito. Lo multiplica por dos. Si yo doy un beso a una medalla, ese beso vale según mi fervor. Si yo doy un beso muy frío, vale mucho menos que si doy un beso fervoroso. Entonces el valor de mi beso a la medalla, a la estampa, al crucifijo, a la Virgen, el valor de mi beso en orden a la vida eterna, depende de mi fervor. Si este objeto está indulgenciado con indulgencia parcial, se merece el doble. El fervor que yo pongo, se multiplica por dos. Ésa es la indulgencia parcial.

¿Y qué es indulgencia plenaria? Indulgencia plenaria es que suprime el purgatorio. Si la gana un moribundo no pasa por el purgatorio. Si la aplicamos a uno que está en el purgatorio, sale del purgatorio.

Primero, hay que decirlo, porque no todo el mundo lo sabe, el purgatorio es dogma de fe. La existencia del purgatorio es dogma de fe. La gente se cree que el purgatorio es lo mismo que el limbo. ¡No señor! El limbo no es dogma de fe y el purgatorio, sí. Está definido en los Concilios de Lyón y de Florencia.

San Pablo habla de que podemos ayudar a los difuntos. Pues si podemos ayudar a los difuntos, es a los del purgatorio. Los que están en el cielo, no necesitan ayuda. Y a los que están en el infierno, no les sirve de nada. Por lo tanto, si podemos ayudar a los difuntos, es a los que están en el purgatorio. El purgatorio es dogma de fe.

El alma que está en el purgatorio, sufre mucho; pero no le sirve a sí misma. No puede merecer para sí. El tiempo de mérito es la Tierra. En la vida terrena podemos merecer, para bien o para mal. Pero una vez que se acaba la vida, con la muerte, ya no se merece más. En el purgatorio, no se puede merecer. Pero nosotros podemos merecer para ellos. Les podemos aplicar una indulgencia plenaria. ¿Qué significa que yo gane para ellos una indulgencia plenaria? Que la saco del purgatorio.

Voy a explicar esto un poco más, en plan popular. Me gusta siempre buscar ejemplos que se entiendan. ¿Qué es eso de la indulgencia plenaria? Con la indulgencia plenaria se te quitan las cicatrices que dejaron en tu alma los pecados cometidos. Tú cometes un pecado mortal, y es una herida mortal. Esa herida mata tu alma. Si no te arrepientes, te condenas. Si te confiesas del pecado mortal, y se te cura la herida, ya no te condenas. Te han cerrado la herida, te han curado la herida; pero te han dejado una cicatriz. Los pecados perdonados dejan cicatrices, y de esas cicatrices te purificas en el purgatorio, antes de entrar en el cielo; porque en el cielo no puedes entrar con el rostro lleno de cicatrices. En el cielo hay que entrar presentable.

Os voy a contar una anécdota. Conozco yo a una señora, muy elegante. Tuvo un accidente de coche y se hizo una tremenda cicatriz en la cara, que la afeaba enormemente. Y yo no sé qué tratamiento de belleza, qué masaje eléctrico, yo no sé cómo se las arregló, que hoy no tiene cicatriz. Yo, porque lo sé, veo la cicatriz. Pero sólo le queda una leve línea. Se ha sometido a un tratamiento de belleza, y le han quitado la cicatriz. Y ahora ha recuperado la belleza que tenía antes.

Eso es el purgatorio: un tratamiento de belleza para el alma. Ese alma que está llena de cicatrices por todos los pecados mortales perdonados, pero que han dejado cicatrices. En el purgatorio, se purifican las cicatrices, se limpian las cicatrices, desaparecen las cicatrices. Y ya puedes entrar en el cielo presentable, que es cómo hay que entrar en el cielo.

***

Pues esta indulgencia plenaria, yo la puedo ganar o para mí, o para otro. ¿La puedo ganar para mí? Sí señor. Pero hay un problema. Para que yo gane una indulgencia plenaria para mí, tengo que tener total aborrecimiento de todo desorden. Porque si yo tengo un afecto desordenado, ya estoy mereciendo el purgatorio. Quizás, no infierno; pero por lo menos purgatorio. Porque tengo un afecto desordenado. Si yo tengo un afecto desordenado, no gano la indulgencia plenaria para mí.

Pero si yo aplico a otro una indulgencia plenaria, no importa que yo tenga un afecto desordenado. Si yo tengo un afecto desordenado, ya lo pagaré en el purgatorio. Pero, ¿qué culpa tiene el otro? Yo puedo ganar una indulgencia plenaria y aplicársela a otro. Es mucho más fácil ganar la indulgencia plenaria para otro, que para uno mismo. Para uno mismo es mucho más difícil. Pero para otro, facilísimo. Basta con hacer la obra indulgenciada y poner las condiciones.

En la reforma de indulgencias han quitado las indulgencias plenarias diarias, que había muchas, y han dejado cuatro. Nada más que cuatro. Que son: rezar el rosario en común o delante del Sagrario; media hora de oración delante del Santísimo; media hora de lectura de Biblia; y hacer el Vía-Crucis. Cualquiera de estas cuatro cosas tiene indulgencia plenaria cada día.

Una de las reformas es que sólo se puede ganar una indulgencia plenaria al día. Antes había las «Toties quoties» como la Porciúncula: que podías ganar un montón de indulgencias plenarias en un día. Ahora no. La Iglesia ha decidido dejar una sola plenaria al día. El Vía-Crucis, que es lo que yo hago todos los días, es rapidísimo de hacer. Yo no sé si tardo cinco minutos. No tardo más. En el Vía-Crucis no hay que pararse en las catorce estaciones. Ni rezar una cosa en cada estación. Basta recorrer las estaciones pensando en la Pasión. Y en una capilla pequeña, como la que tenemos los jesuitas en nuestras casas, la capilla la recorro en cinco minutos. En cinco minutos recorro, meditando en la Pasión, las estaciones del Vía-Crucis. Muy sencillo. Y gano la indulgencia plenaria.

Hacer la obra indulgenciada y después, ¿qué condiciones? Pues hay que confesar los ocho días antes o los ocho días después. Si confieso cada quince días, vale. Una comunión por cada indulgencia plenaria. Si comulgo todos los días, vale. Hay que rezar algo por el Papa. Un padrenuestro por las intenciones del Papa, que lo rezamos siempre, después del rosario o después del Vía-Crucis.

Fijaos que las condiciones no pueden ser más sencillas. Si yo todos los días hago un acto que tenga indulgencia plenaria, yo puedo sacar un alma del purgatorio cada día. Fijaos si esto no es fenomenal. Basta que me preocupe de rezar el rosario delante del Santísimo o en común; media hora de oración delante del Santísimo, que lo hacen montones de personas; leer la Biblia durante media hora o el Vía-Crucis. Con que te preocupes un poquitín, puedes sacar del purgatorio un alma al día.

Fijaos si esto no es una obra de caridad impresionante. Y después lo que significa tener en el cielo ese ejército de amigos que saben que tú los sacaste del purgatorio. Fíjate cómo estarán pidiendo a Dios por tus necesidades. Esto que digo, de preocuparse de las almas del purgatorio, me parece interesantísimo, por lo que tiene de caridad. Podemos aplicarla a un ser querido; pero también podemos dejarla en manos de Dios y de la Virgen para que las apliquen a las almas más necesitadas del purgatorio.

***

Hay una cosa que se llama « El voto de ánimas» que lo llaman «acto heroico de caridad». Yo, sinceramente, pienso que de heroicidad nada.

¿En qué consiste el voto de ánimas? No es voto, se llama así, pero no obliga bajo pecado. Y puede uno rectificarlo cuando quiera. Pero se llama «voto de ánimas». ¿Qué significa el voto de ánimas? Significa que yo renuncio a todos los méritos renunciables, porque hay méritos que son irrenunciables. En mis buenas obras, yo tengo méritos que son intransferibles. Pero hay otros méritos que yo puedo renunciar. Pues yo renuncio a todos los méritos que yo pueda renunciar, y los pongo en manos del Señor y de la Virgen, para que ellos los distribuyan entre las almas del purgatorio más necesitadas. Que ellos distribuyan como quieran los méritos míos.

Se llama «acto heroico de caridad», por lo que yo renuncio en favor de las almas del purgatorio. Pero yo digo: esto de heroico nada. Porque si dice Cristo: «Los misericordiosos alcanzarán misericordia», y si por hacer yo este acto de misericordia, después voy a tener la misericordia de Dios para conmigo, ¿qué más quiero? Soy yo el que salgo ganando, haciendo un acto de misericordia. Porque Dios después tendrá misericordia conmigo.

Si yo renuncio a ese tesoro espiritual mío, que he ganado con mis buenas obras, si con esa pequeña renuncia de mis pobres obras, logro ayudar a tantas almas que suban a la gloria, y después se interesan por mí, decidme si no es fenomenal tener en el cielo ese ejército de amigos míos, que saben que yo les ayudé a entrar en la gloria. Lo que se van a preocupar por mí.

Por eso decía el Padre Eduardo Fernández Regatillo, S.I., que era un teólogo de gran notoriedad: «Muchas personas de gran categoría espiritual y teológica, han hecho el voto de ánimas». Basta que un día en la misa se haga este ofrecimiento: «Señor, te ofrezco todo lo que yo pueda renunciar, en beneficio de las almas del purgatorio». ¡Los misericordiosos alcanzarán misericordia!

A ver si os animáis a ayudar a los moribundos y a las almas del purgatorio. Que vosotros saldréis ganando. Y ellos también. Muchas gracias.

martes, 2 de noviembre de 2010

La misa, una cuestión de amor

Consejos de monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei

- La santa misa es una cuestión de amor, responde monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, cuando se le pide un consejo para todos aquellos que alguna vez se han aburrido en la celebración eucarística.

A este sacramento, monseñor Echevarría, que junto a monseñor Álvaro del Portillo fue la persona más cercana a san Josemaría Escrivá de Balaguer, dedica su último libro, que lleva por título Vivir la santa misa (RIALP, 2010, 196 páginas).

Monseñor Echevarría, miembro de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos y del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, consultor de la Congregación vaticana para el Clero y miembro honorario de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino, busca con este libro redescubrir el amor a la Eucaristía, “que debe ser el centro de nuestra vida”, según explica en esta entrevista concedida a ZENIT.
-¿Qué recomendaría a los católicos que dicen que se “aburren” en misa?

Monseñor Echevarría: Yo les recomendaría que participaran con sinceridad en la misa, buscando y amando a Jesús. Escribió san Josemaría en Camino: “La Misa es larga, dices, y añado yo: porque tu amor es corto”.

No hay que dar demasiada importancia al sentimiento: entusiasmo o apatía, ganas o desgana. La misa es sacrificio: Cristo se entrega por amor. Es una acción de Dios, y no podemos captar plenamente su grandeza, por nuestra condición limitada de criaturas. Pero hemos de hacer el esfuerzo no sólo de estar en misa, sino de vivir la misa en unión con Cristo y con la Iglesia.

-¿Cuándo descubrió usted el misterio que esconde y revela la Eucaristía?

Monseñor Echevarría: Gracias a Dios, procuro redescubrirlo todos los días: en la liturgia de la palabra —que ayuda a mantener la conversación con Dios durante la jornada— y en la liturgia eucarística. Deberíamos admirarnos siempre de nuevo ante esa realidad que nos supera, pero en la que el Señor nos permite participar, mejor dicho, nos invita a participar.

En la misa no sólo se cumple una comunicación descendente del don redentor de Dios, sino también una mediación ascendente, ofrecimiento del hombre a Dios: su trabajo y sus padecimientos, sus penas y sus alegrías, todo eso unido a Cristo: por Él, con Él y en Él. No puedo callar que ver cómo San Josemaría celebraba el Santo Sacrificio me produjo un serio impacto, al contemplar cómo era su devoción eucarística diaria.

Remueve hondamente la consideración de que en la presentación de las ofrendas, el sacerdote pide a Dios que acoja el pan y el vino, que son “fruto de la tierra (o de la vid) y del trabajo de los hombres”. En cualquier circunstancia puede el hombre ofrecer su trabajo a Dios, pero en la misa esa ofrenda alcanza su pleno sentido y valor, porque Cristo la une a su sacrificio, que ofrece al Padre por la salvación de los hombres.

Cuando la misa es el centro y la raíz de la jornada del cristiano, cuando todo su quehacer está orientado al sacrificio eucarístico, se puede afirmar que todo su día es una misa y que su lugar de trabajo es un altar, donde se entrega plenamente a Dios como amado hijo suyo.

-Benedicto XVI, en su pontificado, está impulsando un redescubrimiento de la inmensidad de este Sacramento. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de las palabras o gestos del Papa sobre la Eucaristía?

Monseñor Echevarría: Me parece especialmente importante, en estos momentos, su insistencia en que la liturgia es acción de Dios y, como tal, es recibida en la continuidad de la Iglesia.

El Papa ha escrito que la mejor catequesis sobre la Eucaristía es la Eucaristía misma bien celebrada. Por tanto, el primer deber de piedad del sacerdote que celebra o del fiel que participa en la misa es la observancia atenta, devota, de las prescripciones litúrgicas: la obediencia de la pietas.

Por otro lado, el Papa también insiste en que la Eucaristía es el corazón de la Iglesia: Dios presente en el altar, el Dios cercano, edifica la Iglesia, congrega a los fieles y los envía a todos los hombres.

-Algo más personal. Según sus recuerdos, ¿qué era para san Josemaría la Eucaristía? ¿Qué papel tenía en su jornada?

Monseñor Echevarría: He ayudado a misa a san Josemaría muchas veces. En esas ocasiones me solía pedir que rezara para que no se acostumbrara a celebrar aquella acción tan sublime, tan sagrada. He podido comprobar, en efecto, algo que dijo alguna vez: que experimentaba la misa como trabajo: un esfuerzo a veces extenuante, tal era la intensidad con que la vivía.

A lo largo del día, solía recordar los textos que había leído, en particular el Evangelio, y muchas veces los comentaba, con naturalidad, como un alimento de su vida espiritual y humana.

Era consciente de que en la misa el protagonista es Jesucristo, no el ministro, y de que el cumplimiento fiel de las prescripciones permite al sacerdote “desaparecer”, para que sólo Jesús brille. Muchas personas que asistieron a su misa —incluso en las circunstancias difíciles de la guerra civil española— comentaban luego que su modo de celebrarla poseía algo que les había removido hondamente, y se sentían invitados a crecer en su devoción al Santo Sacrificio. Estoy convencido de que lo que removía a quienes participaban —a quienes participábamos— en su misa era precisamente eso: que dejaba que apareciera Cristo y no su persona.
ROMA, miércoles 31 de marzo de 2010 (ZENIT.org).
Por Jesús Colina

Cuando pienso en la muerte, me pregunto: ¿Qué pasará después? ¿Cómo me juzgará Dios? ¿Cómo será la vida después de la muerte? ¿Seré sólo alma?

¿Cómo y cuando será el fin del mundo ? El catecismo sobre el juicio particular, el juicio final, la resurrección de los muertos y la comunión de los santos.


EL JUICIO PARTICULAR

- Cada hombre inmediatamente después de morir, tiene un juicio particular. Se presentará él solo delante de Dios, referirá toda su vida: en ese momento tendrá que dar cuenta de las obras buenas que hizo, de las obras buenas que pudo haber hecho y no quiso y también de todo el mal que haya obrado.

- Sabes que te preguntará Dios ante todo ese día : ¿ Cuánto has amado hijo mío ?

- después de este juicio el alma recibe inmediatamente su premio o su castigo eterno inmediatamente: el cielo, el infierno o el purgatorio.

LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

- En el credo que rezamos en la misa decimos: ¨Creo en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro¨.
- Los católicos creemos que después de la muerte, no habrá solamente vida del alma, sino que también nuestros ¨cuerpos mortales¨ volverán a tener vida.


¿ QUÉ ES RESUCITAR ?

Con la muerte, el alma se separa del cuerpo y éste cae en la corrupción ( es decir se deshace, se hace cenizas) mientras el alma va al encuentro de Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Resucitar significa que el cuerpo volverá a tener vida.

¿ QUIÉN RESUCITARÁ ?

Todos los hombres que han muerto: ¨Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación¨ (Jn 5,29; cf.Dn 12,2)

¿ CÓMO RESUCITARÁN ?

Cristo resucitó con su propio cuerpo: ¨Mirad mis manos y mis pies; soy el mismo¨. (Lc 24,39) pero El no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo ¨todos resucitarán con su propio cuerpo, que tienen ahora, pero este cuerpo será ¨transfigurado en un cuerpo de gloria¨ , resplandeciente.

¿ CUÁNDO SERÁ LAS RESURRECIÓN ?

Será el último día¨(Jn 6.39-40), ¨al fin del mundo¨ . El alma se reunirá con su cuerpo el día de la resurrección de los muertos.
La resurrección de los muertos será ¨ la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán la voz de Cristo y resucitarán. Esto será justo antes del JUICIO FINAL.

EL JUICIO FINAL

- Cuando se acabe el mundo y vuelva Cristo glorioso acompañado de todos sus ángeles, entonces sucederá que todos los hombres aparecerán con su cuerpo ante el tribunal del Cristo para dar cuenta de sus propias acciones.
Sólo el Padre conoce el día y la hora en que esto tendrá lugar.

- El Evangelio nos dice:

¨ Serán congregadas delante de él todas las
naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa a las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda... e irán éstos al castigo eterno y los justos a una vida eterna ¨.


- El juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho o haya dejado de hacer durante su vida terrena.

LOS CIELOS NUEVOS Y LA TIERRA NUEVA

- después del juicio final, el universo será renovado, es decir, cambiado. El mundo será diferente.
- Al final de la Biblia, en un libro llamado Apocalipsis, se nos explica que en este ¨universo nuevo¨ Dios tendrá su morada entre los hombres. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado.
- No sabemos el momento del fin del mundo y de la humanidad, tampoco conocemos cómo se transformará el universo. Solo sabemos que Dios ha preparado algo maravilloso: una nueva morada y una nueva Tierra en la que habita una justicia, una alegría y una paz que superan todos los deseos de los corazones de los hombres.

lunes, 1 de noviembre de 2010

¿Hay santos aun en la tierra?


Sin duda los hay. En todas partes hay personas santas. Los hay enfermos, madres y padres que viven la vida cotidiana con gran fidelidad, jóvenes que mantienen el ideal de ser cristianos y no se dejan arrastrar por la cultura, niños y ancianos.... Creo que el Papa actual está entre los santos en la tierra. Dios quiera que aprovechemos la sabiduría y el ejemplo que nos da como buen padre.

¿Porque no hay mas santos?
Podemos constatar con tristeza que pocos buscan la santidad. ¿Cuantos entre las multitudes de seres humanos buscan primero el Reino de Dios?. Mas importante, me debo preguntar: ¿Por que no soy YO santo?. Hace mucho comprendí, intelectualmente, la razón: Requiere un amor hecho sacrificio. Pero, ¡que poco lo vivo! La realidad es que muchos profesamos amor a Dios pero en realidad hay en nosotros una fuerza mayor: la auto-preservación de nuestro ego y el deseo de evitar el sufrimiento aunque este sea necesario para ser fiel.

Es posible envolverse en el servicio a Cristo y hasta sacrificarnos por la misión, pero al mismo tiempo no renunciar al control de nuestro ego sobre lo que hacemos. Seguimos por lo tanto actuando en gran parte según la carne y lo hacemos porque encontramos en la religión lo que todo hombre busca en el mundo: su interés y satisfacción. Para continuar esta "vida de bien" nos cuidamos de no caer en pecado grave, de mantener los compromisos según sean provechosos para nuestra imagen. PERO..... cuando viene la prueba que requiere morir a nosotros mismos y sufrir.... POCOS se abrazan a la cruz.

domingo, 31 de octubre de 2010

Dios es glorificado en la asamblea de los Santos


Apoc. 7, 2-4.9-14;
Sal. 23;
1Jn. 3, 1-3;
Mt. 5, 1-12

‘A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, la multitud admirable de los profetas, el blanco ejercito de los mártires; todos los santos y elegidos te proclaman a una sola voz, Santa Trinidad, único Dios… venid adoremos a Dios que es glorificado en la asamblea de los santos…’
Así nos invita la liturgia en sus diversas antífonas a adorar, alabar, bendecir y cantar la gloria de Dios. Hoy es la fiesta grande, la solemnidad de Todos los Santos. Esa muchedumbre inmensa que nadie podía contar de la que nos habla el libro del Apocalipsis cuando nos describe la liturgia celestial. Esa asamblea festiva a la que nosotros queremos unirnos también. Esa multitud admirable de los que ahora cantan eternamente la gloria de Dios, son intercesores nuestros que desde el cielo nos ayudan en nuestras necesidades y en nuestra debilidad, y son el más hermoso ejemplo y estímulo para los que aún peregrinamos en la tierra con ansias de cielo.
Es la Iglesia celestial, la Jerusalén celeste, la asamblea festiva de todos los santos que ya eternamente alaba al Señor en el cielo. Nosotros somos aún la iglesia peregrina, pero llena de esperanza, alegre y guiada por la fe aspira a formar parte un día de esa asamblea festiva del cielo. Esperanza que nos anima en nuestro caminar. Fe y esperanza que nos hace mirar hacia lo alto y nos ayuda a darle profunda trascendencia al camino que ahora hacemos por la vida. Fe y esperanza que nos hacen pregustar ya esa alegría del cielo aunque aún en este camino estemos rodeados de sufrimientos o nos sintamos tentados por el mal para abandonar el camino.
Es una fiesta hermosa a la que la Iglesia nos invita en este día. Pero es al mismo tiempo una invitación a que le demos tal sentido y profundidad a nuestra vida ahora que podamos aspirar a esos bienes del cielo, aspirar a participar un día de esa gloria del Señor. Por eso el contemplar esta asamblea festiva de todos los santos es para nosotros una invitación, un estímulo para que busquemos, tratemos de todos modos de vivir una vida santa. Que por la santidad con que ahora vivamos nuestra vida un día podamos contemplar a Dios y disfrutar de su gloria.
A esto nos conduce toda la Palabra de Dios que hoy se nos ha proclamado en esta fiesta de Todos los Santos. San Juan nos ha hablado del amor que Dios nos tiene tan grande que nos llama hijos, porque en realidad nos ha hecho hijos. ‘Somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste seremos semejantes a El, porque le veremos tal cual es’. Si nos detenemos un momento a considerar esto tan hermoso que nos está diciendo el apóstol, no podemos menos que dar gracias al Señor por la dignidad tan grande que nos ha concedido, pero aún más por la promesa que nos hace de que nos uniremos de tal manera a El que le podremos ‘ver tal cual es’. Si esa es nuestra meta, ¿cómo no vivir santamente?
¿En qué consiste ese camino de santidad que hemos de recorrer, que hemos de vivir? Podríamos decir sencillamente, parecernos a Jesús. No es otra cosa lo que tenemos que hacer sino vivir su vida, configurarnos con El. ¿No nos decía Pablo que su vivir era Cristo? Es lo que tenemos que hacer, copiar totalmente su vida en nosotros, meternos en El, como quien se mete en un molde, para que nuestro querer y nuestro vivir, nuestros sentimientos y nuestras actitudes, lo que hacemos o lo que pensamos no sea otra cosa sino reflejar a Cristo, vivir a Cristo.
¿Cómo podremos irnos impregnando de Cristo? El evangelio de hoy nos lo dice. Encarnar en nuestra vida el espíritu de las Bienaventuranzas. Recordemos que Jesús desde el inicio de su predicación nos invitaba a convertirnos a la Buena Noticia porque llegaba el Reino de Dios. Pues cuando nos proclama las Bienaventuranzas en el Sermón del Monte nos dirá que ‘de ellos es el Reino de los cielos’. Los que viven el espíritu de las bienaventuranzas están viviendo, están ya participando del Reino de los cielos.
Y nos dirá que ‘de los pobres de espíritu y los que lloran, de los que sufren o los que tienen hambre y sed de justicia, de los que obran con misericordia o son limpios de corazón, de los que trabajan por la paz y a los que incluso les toca sufrir todo tipo de persecución a causa de su nombre, de ellos es el Reino de los cielos’.
Pobres porque nada tenemos o de todo nos desprendemos en la generosidad del amor; sufridos porque el dolor y el sufrimiento nos puede aparecer en nuestra vida o porque somos capaces de compartirlo con los que sufren a nuestro lado de tal manera que hacemos nuestro su sufrimiento; lloramos porque tenemos ansias de más y de lo mejor no ya sólo para nosotros sino porque buscamos siempre lo bueno y lo justo para los otros para que sean siempre felices; buscamos el bien aunque sea con sufrimiento, llenamos nuestro corazón de compasión y misericordia y lo mantenemos siempre limpio de toda maldad; o vamos a padecer la incomprensión y hasta la persecución de aquellos que quizá no entiendan nuestra manera de vivir según el sentido y estilo del evangelio.
Por ahí va el espíritu de las bienaventuranzas. Y Jesús nos dice que así estamos construyendo el Reino de Dios y que no temamos porque no nos faltará consuelo, y paz, y misericordia, y gozo hondo en el alma que nos dará las mayores satisfacciones, y que un día, porque somos limpios de corazón, podremos ver a Dios.
Es el camino que hizo Jesús delante de nosotros. Es el camino de dicha y de felicidad al que El nos invita. Es el camino que podremos hacer sin decaer ni desanimarnos porque le sentiremos a El siempre a nuestro lado. Es el camino que haremos gozosos, aunque broten lágrimas en ocasiones de nuestros ojos, pero que en la trascendencia que le damos a nuestra vida, sabemos que un día podemos vivirlo todo en plenitud junto a Dios. Si no tuviéramos esa esperanza y no le diéramos esa trascendencia a nuestra vida quizá no seríamos capaces de hacerlo.
Es el camino de santidad al que hoy nos está invitando esta fiesta de Todos los Santos. En ellos nos sentimos estimulados y ellos desde el cielo son intercesores de gracia para nosotros. ‘Concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón’, pedíamos en la oración litúrgica. Y en la oración de las ofrendas vamos a pedir ‘que sintamos interceder por nuestra salvación a todos aquellos que ya gozan de la gloria de la inmortalidad’.
Que en ese sentido vaya siempre la oración que hacemos a los santos para que intercedan por nosotros. Algunas veces parece que no hemos llegado a entender bien lo que tiene que ser esa intercesión que de ellos deseamos. Nos preocupamos de pedirles principalmente por nuestras necesidades materiales pero le pedimos poco para que nos alcancen la gracia del Señor para ser nosotros cada día más santos, que tiene que ser siempre lo más importante de nuestra vida. Les pedimos a ellos como si fueran los poderosos y algunas veces pareciera que los hacemos dioses que nos tienen que conceder lo que necesitamos, y nos olvidamos de que ellos sólo son unos intercesores por nosotros ante el Señor. Y no olvidemos que son intercesores, sí, pero son modelos y ejemplo para nosotros de esa santidad a la que estamos llamados y que tenemos que aprender a ver reflejada en sus vidas.
Como pediremos en la última oración de la Eucaristía que ‘realizando nuestra santidad por la participación en la plenitud de tu amor, pasemos de esta mesa de la Iglesia peregrina al banquete del Reino de los cielos’.

viernes, 29 de octubre de 2010

domingo, 24 de octubre de 2010

No juzgues SOLO DIOS

No pienses que porque en aquél no relucen las virtudes que tú piensas, no será precioso delante de Dios por lo que tú no piensas.Juan de la cruz

jueves, 21 de octubre de 2010

Niños Santos

  • Santa Filomena. , - , Italia
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    Joven mártir de cuya vida se conoce poco, salvo las inscripciones en su tumba y los restos mortales que en ella fueron encontrados. (ver más)
  • Santa Bárula mártir. , - ,
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    Bárula
  • San Dióscoro. Alejandría, Egipto - Alejandría, Egipto ( †250 )
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    Dióscoro
    En Alejandría, en Egipto, conmemoración de los santos Herón, Ateo e Isidoro, y el niño de doce años Dióscoro, mártires durante la persecución bajo Decio. Cuando el juez vio a los tres primeros fuertes en la fe y destrozados por los varios tormentos, los mandó quemar, pero a san Dióscoro, flagelado, le diferió la muerte. (ver más)
  • Santa Eulalia de Barcelona. Barcelona, España - Barcelona, España (nació 290 †304 )
    , ,
    Eulalia
    En la ciudad de Barcelona, en la Hispania Tarraconense, memoria de santa Eulalia (Eulàlia, Laia), virgen y mártir (in. s. IV). Virgen mártir, patrona de Barcelona y Perpiñán (ver más)
  • San Felipe de Alejandríay diez niños mártires. , - Alejandría, Egipto
    ,
    Felipe
    En Alejandría, ciudad de Egipto, santos mártires Felipe y diez niños (c. s. IV). (ver más)
  • Beata Fina de San Geminiano. Toscana, Italia - San Geminiano, Italia (nació 1238 †1253 )
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    Fina significa Hebreo
    En la ciudad de San Geminiano, en la Toscana, beata Fina, virgen, que desde sus tiernos años sobrellevó con invicta paciencia, apoyada en sólo Dios, una prolongada y grave enfermedad. (ver más)
  • San Gerulfo de Tronchiennes. , - Tronchiennes, Bélgica ( †750 )
    ,
    Gerulfo
    En Tronchiennes, en Flandes, de Austrasia (hoy Bélgica), san Gerulfo, mártir, adolescente (c. 750). (ver más)
  • Santa Inés. , - Roma, Italia
    , ,
    Inés significa Cordero (agnus)
    Memoria de santa Inés, virgen y mártir, que siendo aún adolescente, ofreció en Roma el supremo testimonio de la fe, consagrando con el martirio el título de la castidad. Obtuvo victoria sobre su edad y sobre el tirano, suscitó una gran admiración ante el pueblo y adquirió una mayor gloria ante el Señor. Patrona de los adolescentes. (ver más)
  • Santa Juliana de Nicodemia. , - Nicomedia, Turquía ( †308 )
    , ,
    Juliana
    Convertida al cristianismo, se destacó por su entusiasmo y ardor en la difusión de la fe, por lo que fue encarcelada, torturada y finalmente decapitada el año 305. Su cuerpo fue trasladado a Cumas, en Italia, y posteriormente su reliquias llegaron a España, donde en su honor los condes de Castilla levantaron el célebre monasterio de Santillana (Santa Ileana), uno de los mejores monumentos de la Edad Media española (ver más)
  • Santa María Goretti. Corinaldo, Italia - Corinaldo, Italia (nació 1890 †1902 )
    , ,
    María
    Santa María Goretti, virgen y mártir, que en una época infantil dura, donde se vio en la necesidad de ayudar a su madre en las labores de la casa, distinguiéndose ya por su piedad, cuando no contaba más que doce años murió en defensa de su castidad a causa de las heridas que le produjo con un punzón un joven que intentaba violarla cuando estaba sola en su casa, cercana a la localidad de Nettuno, en el Lacio, de Italia. (ver más)
  • San Mauro. Roma, Italia - Roma, Italia
    ,
    Mauro
    En Roma, en el cementerio de Trasona, de la vía Salaria Nueva, san Mauro, mártir, a quien el papa san Dámaso celebra como un niño inocente, al que los tormentos no lograron aparatar de la fe (c. s. IV). (ver más)
  • San Pancracio de Roma. Phrygia, Turquía - Roma, Italia (nació 290 †304 )
    ,
    Pancracio
    San Pancracio, mártir, que, según la tradición, murió en Roma en plena adolescencia (14 años) por su fe en Cristo, siendo sepultado en la vía Aurelia, a dos miliarios de la Urbe. El papa san Símaco levantó una célebre basílica sobre su sepulcro y el papa san Gregorio I Magno convocaba a menudo al pueblo en torno al mismo sepulcro, para que recibieran el testimonio del verdadero amor cristiano. En este día se conmemora la sepultura de este mártir romano (s. IV in.). Patrón de los Pasteleros. (ver más)
  • San Pedro Yu Tae-ch’l. , Corea del Sur - Seúl, Corea del Sur ( †1839 )
    ,
    Pedro
    En Seúl, en Corea, san Pedro Yu Tae-ch’l, mártir, que a los trece años exhortaba a los compañeros de cárcel a aceptar los tormentos, consumando su martirio al recibir cien azotes y ser estrangulado. (ver más)
  • San Pelayo de Córdoba. Albeos, Galicia, España - Córdoba, España (nació 911 †925 )
    ,
    Pelayo
    En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Pelayo, mártir, que a los trece años, por querer conservar su fe en Cristo y su castidad ante las costumbres deshonestas de Abd al-Rahmán III, califa de los musulmanes, consumó su martirio glorioso al ser despedazado con tenazas. (ver más)
  • Santa Prisca. Roma, Italia - Roma, Italia (nació 486 †499 )
    ,
    Prisca
  • San Tarcisio. Roma, Italia - Roma, Italia
    ,
    Tarcisio significa Valeroso
    En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, conmemoración de san Tarsicio, mártir, que por defender la santísima Eucaristía de Cristo, que una furiosa turba de gentiles intentaba profanar, prefirió ser inmolado, muriendo apedreado antes que entregar a los perros las cosas santas (c. 257). Patrono de los Servidores del Altar (monaguillos). (ver más)
  • San Ulpiano de Tiro. , - Tiro, Siria ( †306 )
    ,
    Ulpiano
    En Tiro, de Fenicia, san Ulpiano, mártir, que, siendo aún adolescente, durante la persecución bajo el emperador Maximino Daza fue encerrado en un odre con un áspid y un perro y sumergido en el mar, completando así su martirio. (ver más)
  • Santa Úrsula y compañeras mártires. Colonia, Alemania - Colonia, Alemania
    , ,
    Úrsula significa Osita
    En la ciudad de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo (c. s. IV). (ver más)
  • San Vito de Lucania. , - Lucania, Italia ( †303 )
    ,
    Vito
    En Lucania, san Vito, adolescente mártir. (ver más)

Cardenales Santos

  • San Bernardo cardenal. Parma, Italia - Parma, Italia ( †1133 )
    , ,
    Bernardo
    En Parma, de la Emilia, san Bernardo, obispo, el cual, siendo monje, se aplicó a una vida de perfección, y después, como cardenal, buscó el bien de la Iglesia, para, finalmente, ya obispo, procurar la salvación de las almas. (ver más)
  • San Carlos Borromeo. Arona, Italia - Milán, Italia (nació 1538 †1584 )
    ,
    Carlos significa Poderoso
    Nació en Arona (Italia) en 1538. Acabados sus estudios de derecho pasó a cardenal, de allí a Secretario de Estado del Papa y finamente a obispo de Milán, donde se entregó con espero a sus fieles. Su labor supuso una mejora de las costumbres y un incremento de la vida cristiana en su diócesis. Fue uno de los principales promotores del concilio de Trento e intentó poner en práctica todas las importantes reformas allí surgidas. Murió con tan solo 46 años. (ver más)
  • San José Benito Cottolengo. Bra, Italia - Chieri, Italia (nació 1786 †1842 canonizado 1934)
    , ,
    José
    En Chieri, cerca de Turín, en el Piamonte, san José Benito Cottolengo (Giusseppe Benedetto Cottolengo), presbítero, que, confiando solamente en el auxilio de la Divina Providencia, abrió una casa para acoger a toda clase de pobres, enfermos y abandonados. (ver más)
  • San José María Tomasi. , - Roma, Italia ( †1713 )
    , de los Clérigos Regulares (Teatinos)
    José
    En Roma, san José María Tomasi, presbítero de la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos y cardenal, que, deseando ardientemente la instauración del culto divino, se dedicó con tesón a la investigación y publicación de textos y monumentos litúrgicos antiguos, así como a la catequesis de niños. (ver más)
  • San Ramón Nonato. Portell, Lérida, España - Cardona, España (nació 1200 †1240 canonizado 1657)
    , de la Orden de la Merced (Mercedarios)
    Ramón
    En Cardona, de Cataluña, san Ramón Nonato, que fue uno de los primeros socios de san Pedro Nolasco en la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos (c. 1240). (ver más)

VEN ESPÍRITU SANTO!!-

lunes, 18 de octubre de 2010

La Iglesia católica tiene ahora seis nuevos santos Ciudad del Vaticano, 18 Oct. 10 (AICA)





Benedicto XVI presidio las canonizaciones en San Pedro
Benedicto XVI presidio las canonizaciones en San Pedro
Varias decenas de miles de fieles llegados sobre todo de España, Polonia, Canadá, Australia e Italia, se reunieron ayer en la plaza de San Pedro para asistir a la misa presidida por Benedicto XVI en el curso de la cual el Pontífice canonizó a seis nuevos santos. Se trata de dos religiosos: uno polaco y otro canadiense; y de cuatro religiosas: dos italianas, una australiana y una española.

     En su homilía el Santo Padre resaltó la necesidad de rezar siempre, sin cansarse, y alertó acerca del hecho que "a veces nosotros nos cansamos de rezar, tenemos la impresión de que la oración no es tan útil en la vida, que es poco eficaz. Por eso somos tentados de dedicarnos a la actividad, de emplear todos los medios humanos para alcanzar nuestros objetivos, y no recurrimos a Dios. Jesús en cambio afirma que es necesario rezar siempre".

     Los grandes retratos de los seis nuevos santos se destacaban colgados en la fachada de la basílica vaticana. La solemne ceremonia litúrgica fue concelebrada por cinco cardenales, diez arzobispos, 13 obispos y veinte sacerdotes. En la plaza de san Pedro estaban también presentes las delegaciones oficiales de los cinco países de procedencia de los nuevos santos. Con su subida a la gloria de los altares, indicó el Papa “se renueva la fiesta de la santidad en la plaza de san Pedro”.

     La enseñanza acerca de la oración, explicó el Papa, el Señor la presenta con el rezo constante de una viuda que pide que un juez que no teme a Dios la oiga: "si un juez deshonesto al final se deja convencer del pedido de una viuda, cuanto más Dios, que es bueno, escuchará a quien le pide. Dios de hecho es la generosidad en persona, es misericordioso, y por tanto está siempre dispuesto a escuchar la oración. Por ello no debemos desesperar, sino insistir en la oración", señaló.

     Luego el Papa resaltó que "la oración debe ser expresión de fe, de otro modo no es verdadera oración. Si uno no cree en la bondad de Dios, no puede rezar en un modo adecuado. La fe es esencial como base de la actitud de la oración. Es lo que hicieron estos seis nuevos santos que hoy son propuestos a la veneración de la Iglesia universal: Stanis³aw Kazimierczyk So³tys, André Bessette, Cándida María de Jesús Cipitria y Barriola, Mary of the Cross MacKillop, Giulia Salzano y Battista Camilla da Varano".

     A continuación el Papa explicó algunas de las características de cada uno de los nuevos santos.
San Estanislao Kazimierczyk     Sobre San Estanislao, señaló el Papa hablando en polaco, fue un religioso del siglo XV, que puede ser también para nosotros un ejemplo a seguir. Toda su vida estuvo ligada a la Eucaristía. Junto a sus padres, aprendió la fe y la piedad. Tomó los votos religiosos en la Orden de los Canónigos Regulares en Kazimierz, la actual Cracovia, donde se desempeñó como sacerdote, educador, dedicado al cuidado de los necesitados. Sin embargo, estaba ligado de forma especial a la Eucaristía mediante un amor ardiente por Cristo presente bajo la especie del pan y del vino; viviendo el misterio de la muerte y de la resurrección, que de modo incruento se cumple en la Santa Misa; a través de la práctica del amor al prójimo, del cual la Comunión es fuente y signo.
San Andrés Bessette     El Papa prosiguió comentando la vida del Hermano André Bessette, nacido en Quebec, Canadá. Fue un religioso de la Congregación de la Santa Cruz, que conoció muy pronto el sufrimiento y la pobreza. Sin embargo, esta situación “lo llevó a recurrir a Dios mediante la oración y una vida interior intensa”. Portero del colegio de Notre Dame de Montreal manifestó una caridad sin límites y se esforzó por aliviar las angustias de quienes se confiaban a él. Para él, todo hablaba de Dios y de su presencia. Muy poco instruido, comprendió así dónde se situaba lo esencial de su fe. Para él, creer significa someterse libremente y por amor a la voluntad divina. Lleno del misterio de Jesús, vivió la bienaventuranza de los corazones puros, la de la rectitud personal. Gracias a esta sencillez hizo que muchos vieran a Dios. Hizo construir el Oratorio Saint Joseph de Mont Royal del que será guardián fiel hasta su muerte en 1937. Fue testigo de innumerables curaciones y conversiones. “No intenten evitar las pruebas” decía, “más bien pidan la gracia de soportarlas”.
Santa Cándida María de Jesús     Seguidamente, Benedicto XVI ilustró las virtudes de santidad de las cuatro nuevas santas, enumerando las razones ejemplares de sus vidas y hablando de ellas también en sus respectivas lenguas. Empezó por la española, la Madre Cándida María de Jesús Cipitria y Barriola, muchacha de origen sencillo, con un corazón en el que Dios puso su sello y que la llevaría muy pronto, con la guía de sus directores espirituales jesuitas, a tomar la firme resolución de vivir ‘sólo para Dios’ Y mantuvo esta decisión fielmente, como ella misma recuerda cuando estaba a punto de morir. Vivió para Dios y para lo que Él más quiere: llegar a todos, llevarles a todos la esperanza y especialmente a quienes más la necesitan.

     “Donde no hay lugar para los pobres, tampoco lo hay para mí”, decía la nueva santa, que con escasos medios contagió a otras Hermanas para seguir a Jesús y dedicarse a la educación y promoción de la mujer. Nacieron así las Hijas de Jesús, que hoy tienen en su Fundadora un modelo de vida que imitar, y una misión apasionante que proseguir en los numerosos países donde llegó el espíritu y los anhelos de apostolado de la Madre Cándida.

San
ta Mary Mc Killop     Sobre la Santa Mary Mc Killop, el Papa recordó cómo "dedicó en su juventud a la educación de los pobres en la difícil zona rural de Australia, inspirando a otras mujeres para que se unieran a ella en la primera comunidad de religiosas de ese país. Atendió las necesidades de los jóvenes que se confiaron a ella, sin reparar en el rango o la riqueza, proporcionándoles tanto una formación espiritual como intelectual. A pesar de los muchos desafíos, sus oraciones a San José y su inquebrantable devoción al Sagrado Corazón, le confirieron a esta santa mujer las gracias necesarias para permanecer fiel a Dios y a la Iglesia.

Santa Julia
Salzano     Benedicto XVI habló, a continuación, de Julia Salzano, una joven maestra de la escuela primaria que en la segunda mitad del siglo XIX, en Campania, en el sur de Italia, la llamó para hacer de ella un apóstol de la educación cristiana, fundadora de la Congregación de las Hermanas Catequistas del Sagrado Corazón de Jesús. Repetía a sus hermanas que deseaba enseñar catecismo hasta la última hora de su vida, demostrando con todo su ser que si “Dios nos ha creado para conocerlo, amarlo y servirlo en esta vida”, nada había que anteponer a esta tarea. La Madre Julia comprendió bien la importancia de la catequesis en la Iglesia y, uniendo la preparación pedagógica al fervor espiritual, se dedicó a ella con generosidad e inteligencia, contribuyendo a la formación de personas de toda edad y posición social.

Santa Bautista Camila Varano     Al hablar de Santa Bautista Camilla Varano, monja clarisa italiana del siglo XV, Benedicto XVI resaltó su gran aporte en la vida de clausura y cómo siempre estuvo "totalmente inmersa en la profundidad divina, fue una subida constante en el camino de la perfección, con un amor heroico hacia Dios y hacia el prójimo. Fue signada por grandes sufrimientos y místicas consolaciones; había decidido, de hecho, como escribe ella misma, 'entrar en el Sacratísimo Corazón de Jesús y de anegarse en el océano de sus acerbísimos sufrimientos'. En un tiempo en el que la Iglesia sufría un relajamiento de costumbres, ella recorrió con decisión el camino de la penitencia y de la oración, animada del ardiente deseo de renovación del Cuerpo místico de Cristo. La nueva santa italiana se integró como protagonista de aquel vasto movimiento de reforma de la espiritualidad femenina franciscana que se proponía recuperar plenamente el carisma de santa Clara de Asís.+


 
AICA - Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente

viernes, 15 de octubre de 2010

En honor a Santa Teresa de Jesus en su dia. Ruega por nosotros

Quiero rendir homenaje a un amigo del alma , apostol de la Eucaristia San Pedro Julián Eymard

Fundador de los Sacerdotes del Santísimo Sacramento, Las Siervas del Santísimo Sacramento, Archicofradía del Santísimo Sacramento y otras obras.

Fiesta: 2 de agosto



Pedro Julián nació en un pueblito de la diócesis francesa de Grénoble, llamado Mure d'Isére, en el año 1811. En la misma diócesis ocurrieron las apariciones de la Virgen en La Salette.

Trabajó con su padre en su fábrica de cuchillos y mas tarde en una prensa de aceite, hasta que cumplió 18 años. En sus horas libres estudiaba latín y recibía clases de un sacerdote de Grénoble, con quien también trabajo por un tiempo.

En 1831 entra en el seminario de Grénoble y en tres años es ordenado sacerdote.

En sus primeros cinco años de sacerdote sirvió en una parroquia en Chatte y Monteynard. Luego pidió permiso al obispo para ingresar en la Congregación de los Maristas. El obispo le concede diciendo: "La mejor prueba de estima que puedo dar a esa congregación es permitir a un sacerdote como vos ingresar en ella". Al terminar su noviciado, Pedro Julián fue nombrado director espiritual del seminario menor de Belley y mas tarde fue elegido provincial de Lyon en 1845.

La Eucaristía incendia su corazón

El centro de su vida espiritual había sido siempre la devoción al Santísimo Sacramento. El santo decía: "Sin El, perdería yo mi alma". El santo nos relata una experiencia extraordinaria en una procesión de Corpus Christi, mientras llevaba al Santísimo en sus manos: "Mi alma se inundó de fe y de amor por Jesús en el Santísimo Sacramento. Las dos horas pasaron como un instante. Puse a los pies del Señor a la Iglesia de Francia, al mundo entero, a mi mismo. Mis ojos estaban llenos de lágrimas, como si mi corazón fuese un lagar. Hubiese yo querido en ese momento que todos los corazones estuvieran con el mío y se incendiaran con un celo como el de San Pablo".

Hizo una peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Fourviéres en 1851: "Me obsesionaba la idea de que no hubiese ninguna congregación consagrada a glorificar al Santísimo Sacramento, con una dedicación total. Debía existir esa congregación … Entonces prometí a María trabajar para ese fin. Se trataba aún de un plan muy vago y no me pasaba por la cabeza abandonar la Compañía de María…¡Que horas tan maravillosas pasé ahí! ".

Las Fundaciones y las pruebas

Fue aconsejado por sus superiores a no tomar ninguna decisión hasta que su proyecto estuviera más maduro. Después de 4 años en la Seyne, alentado por los mismos fundadores de los Maristas, Pío IX y el venerable Juan Colin, decide salir de la Compañía de María para fundar la nueva Congregación de Sacerdotes adoradores del Santísimo Sacramento, en 1856. Presenta su plan al Monseñor Sibour, Arzobispo de París. Recibió la aprobación de Mons. Sibour a los 12 días.

Pedro Julián junto con un compañero se instaló en la casa que el mismo Monseñor puso a su disposición. El 6 de enero de 1857, en la capilla de la casa, Julián por primera vez expuso el Santísimo Sacramento y predicó en la nueva congregación.

El Padre Eymard tuvo que enfrentar muchas críticas por haberse salido de la Compañía de María y sufrió oposición a su obra. El Santo les decía: "No comprenden la obra y creen que hacen bien en oponerse a ella. Ya sabía yo que la obra iba a ser perseguida. ¿Acaso el Señor no fue perseguido durante su vida?".

Muchos eran los llamados, pero pocos los escogidos. Los P.P. de Cuers y Champion fueron los primeros miembros de la Congregación. El progreso fue lento y con muchas dificultades. Tuvieron que cambiar de casa. En 1858 consiguieron una capillita en el suburbio de Saint-Jacques. El P. Eymard llamó a ese lugar "la capilla de los milagros" porque por 9 años, el Señor se derramó allí en abundancia. El Santísimo se exponía 3 veces por semana. El siguiente año, Pío IX emitió un breve en alabanza a la congregación.

Se abre la segunda casa en Marsella y la tercera en Angers en 1862. Para entonces habían suficientes miembros para establecer un noviciado regular. Los sacerdotes rezan el oficio divino en coro y ejercen ministerios pastorales. Su principal misión es la adoración del Santísimo Sacramento, en lo cual ayudan los hermanos legos.

El P. Eymard funda la congregación de las Siervas del Santísimo Sacramento en 1852, también dedicadas a la adoración perpetua y a propagar el amor al Señor. También funda la Liga Eucarística Sacerdotal cuyos miembros se comprometen a una hora diaria de oración ante el Santísimo.

Trabajar con los sacerdotes y religiosas no fue su único objetivo. Funda la "Obra de Adultos", organización que se dedica a preparar a hombres y mujeres adultos para la primera comunión cuando por razón de edad o trabajo no podían asistir a la catequesis parroquial.

Organizó la Archicofradía del Santísimo Sacramento que luego el derecho canónico ordena establecer en todas las parroquias. Escribió varias obras sobre la Eucaristía que han sido traducidas a varios idiomas.

Muchos lo consideraban un verdadero santo, se le notaba en todo: en su vida diaria llena de obras y virtudes, en especial el amor, y en sus dones sobrenaturales. Tenía visiones proféticas, adivinaba los pensamientos y leía los corazones.

San Juan Bautista Vianney lo conoció personalmente y dijo de él: "Es un santo. El mundo se opone a su obra porque no la conoce, pero se trata de una empresa que logrará grandes cosas por la gloria de Dios. ¡Adoración Sacerdotal, que maravilla! … Decid al P. Eymard que pediré diariamente por su obra".

En sus últimos años de vida, el P. Eymard tuvo una gota reumática, padecía de insomnio y otras tantas enfermedades. A sus sufrimientos se añadían innumerables dificultades.

Una vez dejó ver el desaliento que sufría, según escribe el P. Mayet en 1868: "Nos abrió su corazón y nos dijo: 'Estoy abrumado bajo el peso de la cruz, aniquilado, deshecho'. Necesitaba el consuelo de un amigo, ya que, según nos explicó: 'Tengo que llevar la cruz totalmente solo para no asustar o desalentar a mis hermanos' ".

Presentía su muerte. Su hermana le pidió en febrero que fuera con mas frecuencia a Mure, el le dijo: "Volveré mas pronto de lo que imaginas". El P. Eymard fue a visitar a sus amigos y penitentes, hablándoles como si fuese la última vez que los veía. El 21 de febrero el Padre Eymard salió de Grénoble rumbo a la Mure. Por el intenso calor y cansancio, llega casi sin conocimiento y con un ataque de parálisis parcial.

Muere el 1 de agosto. Antes de finalizar ese año ocurren varios milagros en su tumba.

En 1895 la Santa Sede confirmó la Congregación "in perpetuum".

El Padre Eymard es beatificado en 1925 y es canonizado el 9 de diciembre de 1962 por S.S. Juan XXIII.

miércoles, 13 de octubre de 2010

lunes, 4 de octubre de 2010

Longanimidad

La longanimidad o perseverancia nos ayudan a mantenernos fieles al Señor a largo plazo. Impide el aburrimiento y la pena que provienen del deseo del bien que se espera, o de la lentitud y duración del bien que se hace, o del mal que se sufre y no de la grandeza de la cosa misma o de las demás circunstancias. La longanimidad hace, por ejemplo, que al final de un año consagrado a la virtud seamos más fervorosos que al principio.

Benignidad

No tenemos en nuestro idioma la palabra que exprese propiamente el significado de benígnitas. La palabra benignidad se usa únicamente para significar dulzura y esta clase de dulzura consiste en tratar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría, sin sentir la dificultad que sienten los que tienen la benignidad sólo en calidad de virtud y no como fruto del Espíritu Santo.

San Pablo pone a Cristo como ejemplo de benignidad: "Soy yo, Pablo en persona, quien os suplica por la mansedumbre y la benignidad de Cristo" -II Corintios 10:1

La bondad

Bondad

La bondad es uno de los Frutos del Espíritu Santo. Es la inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene. Atención hacia los que están en necesidad. Se demuestra en la forma de hablar, en la generosidad de la conducta en el perdón de las injurias.

Todo lo bueno viene de la bondad de Dios: "¿desprecias, tal vez, sus riquezas de bondad, de paciencia y de longanimidad, sin reconocer que esa bondad de Dios te impulsa a la conversión? -Romanos 2:4

Si nos difaman, respondemos con bondad. Hemos venido a ser, hasta ahora, como la basura del mundo y el desecho de todos. -I Corintios 4:13

"En pureza, ciencia, paciencia, bondad; en el Espíritu Santo, en caridad sincera" -II Corintios 6:6

Los frutos del Espíritu Santo

Son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: ‘caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad’ (Ga 5,22-23, vg.).

Los 12 frutos del Espíritu Santo:
Caridad , Gozo , Paz , Paciencia , Mansedumbre, Bondad,Benignidad , Longanimidad , Fe , Modestia, Templanza , Castidad

sábado, 2 de octubre de 2010

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Aqui estoy solo para Glorificar a Dios y hacerlo Amar.