SANTAS JUSTA y RUFINA ¿304?

Las Santas Justa y Rufina eran mujeres cristianas que vendían cerámica en la España del siglo cuarto. Como valoraban sus artículos, no quisieron permitir que se vendieran para sacrificios paganos. Como resultado, toda su cerámica fue rota y ellas mismas fueron ejecutadas.
Cada uno de nosotros es tan individual como una pieza cerámica hecha a mano. Incluso gemelos idénticos, lo más iguales que puedan llegar a ser dos seres humanos, tienen sus propias huellas dactilares y personalidades distintivas. Eres único. Nunca ha habido y nunca habrá otra persona como tú, con tus talentos y capacidades, tus sueños, tus esperanzas, tus dones. Eres una creación irrepetible del alfarero divino. Valórate a ti mismo como un tesoro.


Era hijo único de Eufemiano, opulento y caritativo senador de Roma, estaba adornado, dicen, con todas las gracias y virtudes, y el mismo día en que se casa abandona a su dulce esposa y vaga como un peregrino por tierras lejanísimas hasta recalar en Edesa, más allá del Eúfrates, donde vive a la manera de un piadoso mendigo junto a la basílica del apóstol Tomás, pidiendo limosna y repartiéndola entre los demás pobres.
Diversos prodigios señalan su presencia y le sacan del anonimato, tiene que volver a correr mundo y va a parar de nuevo a su ciudad natal, donde su padre, que le ha buscado afanosamente por todas partes, no le reconoce y le da albergue, como a un pordiosero más, en el hueco de la escalera principal del patio de su casa.
Allí - una antigua tradición romana supone que en el Aventino, donde hoy se levanta la iglesia de San Alessio -, ejemplo de paciencia y humildad, ayunó y rezó entre las burlas de la servidumbre durante diecisiete años, al término de los cuales, al morir, se le encontró en la mano una carta dirigida a sus padres y a su esposa declarando al fin quién era.
Otro mendigo por Dios, en medio del esplendor de Roma, al igual que Benito José Labre, pero en su propia casa, irreconocible para los suyos, peregrino en su patria y ciudadano ya del Cielo.

BEATO CESLAUS DE POLONIA 1180-1242

Para el doctor Albert Schweitzer, uno de los más grandes humanitarios del mundo, una acción así sería un anatema. «El humanitarismo», dice, «consiste en no sacrificar nunca un ser humano por un propósito».
El Beato Ceslaus de Polonia fue a Roma a ser testigo de la consagración de su tío San Jacinto como obispo de Cracovia. Mientras estuvo allí, fue inspirado por Santo Domingo y retomó a Polonia como misionero. El resto de su vida la pasó en actos insuperables de predicación y enseñanza. Sus actos más grandes, sin embargo, tienen que ver con los individuos. Entre otras cosas, se hizo famoso por curar a los enfermos y tullidos.
Cuán fácil es vemos tan obsesionados por salvar el bosque, que olvidamos apreciar los árboles concretos. El Evangelio de Mateo dice que no puede caer un simple gorrión al suelo sin que Dios lo sepa. Si Dios sigue la huella de los gorriones, ¿cuánto más no será valorado cada uno de nosotros?


La Madre Priora era la Madre Teresa de San Agustín. Cuando el 1792 los disturbios por las calles aumentaban y amenazaba una hecatombe, todas las religiosas carmelitas de la comunidad, por inspiración de la Madre Priora, se ofrecieron al Señor en holocausto "para aplacar la cólera de Dios y para que la paz divina, traída al mundo por su amado Hijo, fuese devuelta a la Iglesia y al Estado".
Cada día repetían este generoso y heroico acto de consagración al martirio. El gozo les inundaba por dentro y por fuera. Redoblaron su vida de oración y mortificación.
El día 14 de septiembre de 1792 fueron arrojadas de su Monasterio y se dividieron en cuatro grupos por distintas casas de Compiegne, pero siempre unidas en la fraternidad y en el género de vida que procuraban llevar como en el convento y bajo la vigilancia solícita y maternal de la Madre Priora, Teresa de San Agustín.
El Comité revolucionario dio con su paradero y a pesar de que sus vidas no tenían trascendencia externa, porque se dedicaban sólo a rezar y a hacer el bien, nada de política ni otra misión que podía perturbar el orden, las apresó y encerró el día 24 de junio de 1794 en lo que fuera Monasterio de la Visitación, Sainte-Marie, convertido ahora en cárcel.
Desde Compiegne las dieciséis carmelitas fueron conducidas a París a donde llegaron el día 13 de julio. Fueron encerradas en la cárcel de Conciergerie, que estaba abarrotada de sacerdotes, religiosos y religiosas, condenados a muerte.
La llegada de las carmelitas fue como un maravilloso bálsamo de paz y alegría ya que ellas, con su ejemplo, serenidad y alegría ponían ánimos en aquellos amedrentados espíritus. Sería largo detallar las maravillas que aquellas valientes carmelitas realizaron durante aquel mes en la cárcel: cantaban, rezaban, ayudaban, vivían alegres y animaban a los más pusilánimes a confiar en el Señor y a prepararse para el holocausto.
Por fin, el 17 de julio, en un juicio en el que demostraron cuánta era su fe y su heroísmo... fueron condenadas a muerte, a la guillotina, por su "fanatismo", por su amor a Dios y a la Virgen... Mientras eran conducidas a la guillotina iban cantando el Miserere, la Salve, el Te Deum... Y al llegar al pie de la guillotina, una por una renovaba su profesión ante la M. Priora y cantando el Veni Creator... subían a ser decapitadas... La última fue la misma Madre Priora quien tan bien había infundido el amor a Dios y el valor cristiano a todas sus hijas. Era el 17 de julio de 1794. Fueron beatificadas por el Papa San Pío X el 1906. De todos es conocida la obra de Bernanos: Diálogos de Carmelitas...
Otros Santos: Beato Gregorio Escribano, mártir; Generoso, mártir; León IV, papa confesor; Esperado, Narzal, Citino, Veturio, Félix, Acilino, Letancio, Jenara, Generosa, Jacinto, Generoso, Teodota, Vestina, Donata, Segunda, mártires; Ennodio, Teodosio, obispos; Marcelina, virgen.
http://sagradafamilia.devigo.net/santoral/julio/17julio.htm
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Querido hermano en Cristo espero tus palabras. Entre todos nos unimos en comunion de oracion.
Un abrazo